Mientras pensaba sobre qué escribir, me llegó una expresión que siempre la consideré chocante: «Si eso te hace feliz...», y lo era porque surgía en medio de un reclamo, de un conflicto; quien me lo decía saldaba así la discusión, para lo que solo tenía mi silencio como respuesta.

Me llega la idea de que no es que algo me haga feliz, sino lo que yo hago para que eso me produzca esa emoción positiva. El cielo siempre azul está allí presente, pero si no realizo la acción de mirarlo y maravillarme por su belleza, no va a provocar nada en mí de manera automática.

Y pienso que así es todo; esperar que alguien tenga algún tipo de comportamiento es seguir añorando que un coco tenga capas como la cebolla. De igual manera, no puedo hacer feliz a otro si esa persona no tiene entre sus intereses elegir serlo.

Esta mañana me senté en mi jardín a ver mis plantas, como suelo hacer cada día, y me maravilló ver la belleza de la cayena y sus innumerables flores. Cada día reviso las plantas una a una, les toco la tierra y observo la calidad de sus hojas, las mudo y juego con el sol a ver cómo favorecerán a una u otra. Es una labor que no cansa ni aburre. Me gusta investigar sus nombres y llamarlas por el propio: Torenias, Kalanchoes, Singonios, etc.

Tengo una amiga que comparte la misma afición y todos los días nos enviamos fotografías de la evolución de nuestras nuevas adquisiciones, con la promesa de otro encuentro para intercambiar nuevas plantas.

Puedo reconocer que soy feliz al hacer todo eso y cada día me convenzo más de la necesidad de provocar que los hechos positivos ocurran porque los provoco con mis actos.

Cada día es diferente y buscar en él esas señales que prometen algo nuevo es muy interesante. Hoy, por ejemplo, llegó a casa una pintura que había hecho a una amiga que ya no está en este plano; era la suegra de mi hija.

Alguien vino esta mañana a traer ese cuadro que podría haberse perdido, luego de todos los cambios que ocurrieron con su partida. Me quedé sorprendida, no lo recordaba; fue uno de los primeros y de inmediato me dije: «Ya es momento para que retome la pintura en óleo». Eso me produjo un empuje y ganas de manos a la obra.

Cada una de las acciones que realizamos en función de cambiar algo hacia lo positivo, restaurar cosas, ordenar, acomodar, organizar, y que a veces a otro pudieran parecerle pesadas por lo rutinario, pero cuando nos unimos a ayudar a hacerlas, provocan felicidad, porque se observan cambios inmediatos.

Estar feliz en un estado de actividad es vivir la vida activa, que tiene innumerables momentos que podemos volverlos felices.A veces decidimos enviar una nota de voz a una persona con la que tenemos tiempo sin coincidir y ese rato de intercambio cambia el estado de ánimo.

Si quiero ver algo de forma diferente, tengo que actuar en torno a ello, sin esperar a que alguien más lo haga para sentirme feliz; eso no funciona así, al menos no para mí.

Gracias por tu amable lectura.

Mi contenido es original.
He utilizado el traductor de Google.
Imágenes propias.

While I was thinking about what to write, an expression came to mind that I always found jarring: "If that makes you happy..." It was jarring because it arose in the middle of a complaint, a conflict; whoever said it to me was settling the argument that way, and my only response was my silence.

The idea came to me that it's not something that makes me happy, but what I do to make it produce that positive emotion. The sky is always blue, but if I don't take the action of looking at it and marveling at its beauty, it won't automatically evoke anything in me.

And I think that's how it is; Expecting someone to behave a certain way is like wishing a coconut had layers like an onion. Similarly, I can't make someone happy if they don't choose to be happy.

This morning I sat in my garden looking at my plants, as I do every day, and I was amazed by the beauty of the hibiscus and its countless flowers. Every day I check on the plants one by one, touch the soil, and observe the quality of their leaves. I repot them and play with the sunlight to see how it will benefit each one. It's a task that doesn't tire or bore me. I like to research their names and call them by their proper names: Torenias, Kalanchoes, Syngoniums, etc.

This morning I sit in my garden looking at my plants, as I do every day, and I'm amazed by the beauty of the hibiscus and its countless flowers. #

I have a friend who shares the same hobby, and every day we send each other photos of the progress of our new acquisitions, promising another get-together to exchange new plants.

I can admit that I'm happy doing all of this, and every day I become more convinced of the need to make positive things happen because I create them with my actions.

Every day is different, and looking for those signs that promise something new is very interesting. Today, for example, a painting I had done of a friend who is no longer with us arrived at my house; she was my daughter's mother-in-law.

Someone came this morning to bring that painting, which could have been lost after all the changes that occurred with her passing. I was surprised; I didn't remember it. It was one of the first things I did, and I immediately thought, "It's time to get back to oil painting." That gave me a boost and a real desire to get to work.

Each of the actions we take to change something for the better—restoring things, tidying, arranging, organizing—might seem tedious to others because of their routine nature. But when we come together to help do them, they bring happiness because we see immediate changes.

Being happy while actively engaged means living an active life, which has countless moments we can make happy. Sometimes we decide to send a voice note to someone we haven't seen in a while, and that brief exchange changes our mood.

If I want to see something differently, I have to act on it, without waiting for someone else to do it to make me happy; it doesn't work that way, at least not for me.

Thank you for reading.

My content is original.

I used Google Translate.

Images are my own.