When we talk about instincts, we refer to those impulses we have when we receive some kind of stimulation, and depending on the stimulus, we react, often without realizing it, such as when we see someone we like and are sexually attracted to. Immediately, our gaze turns to that person, our smile widens, and sometimes we have these reactions without realizing it, until someone else says something like, “You're beaming,” or “Watch out for that smitten smile,” ha ha ha, it happens a lot. There is also a lot of talk about maternal instinct, that feeling you get when you hold your children in your arms for the first time, that desire to protect them that arises without explanation. It is love, just feeling that new being inside us and even more so when we have them in front of us.
On the other hand, there is the survival instinct. This brings out even our wildest side, where we don't mind having to sacrifice ourselves, fight, or reinvent ourselves in order to get ahead, often regardless of the reason or circumstance that caused it. This instinct often saves us from losing our lives, because it is what we bring out when we are in life-or-death situations, where we have to act no matter what in order to survive. There is another instinct we have, and that is curiosity, which drives us to investigate something that attracts us or catches our attention. This is what helps us learn and experience new things.
But what happens when several instincts intermingle in a situation? A few years ago, I went with my eldest daughter (she was my only child at the time) to the beach with some friends. I love the sea, even though I can't swim, so I was concerned that my daughter should learn to swim so that she wouldn't swim at the shore like me and would know how to defend herself in the water. That day we went to a secluded, private beach that had no breakwaters or anything, but it was beautiful and the waters seemed calm, so my curiosity to experience those waters was what prompted me to go in more than relaxed; I did so with a friend and my daughter. The two of them went swimming like happy little fish, while I stayed where I could feel the sand. The water was warm, and everything felt fine...
My eldest daughter and I/ Mi hija mayor y yoUntil, suddenly, I began to lose feeling in the ground beneath my feet and started sinking... In my desperation, I began to signal for help and look to see who could help me or who was closest to me. My daughter and my friend were almost the same distance away, but still quite far. But the first one to come and try to help me was my daughter, but my maternal instinct was to push her away from me because I knew I could drag her down with me... And although I obviously wanted to keep breathing, I preferred to push her away. Then my friend came to help her, so I took her hand and held on as tight as I could, ha ha ha. By that time, more help was coming for us. It was a scare to death, but after we calmed down, we realized what I had done, which was to push my daughter away and cling to my friend like a monkey, ha ha ha.
At that moment, I realized that I would rather die than take my daughter's hand and put her in that situation. She was just a teenager, and my maternal instinct kicked in. I wanted to keep her safe before myself, even though I was practically drowning. My poor friend didn't enjoy the experience very much, because I gave her quite a scare, but fortunately, as an adult with more experience than my daughter, she knew how to deal with me in that situation, and we both activated our survival instincts and emerged unscathed from that treacherous sea.
So, I conclude that all our instincts are there for a reason: to integrate us with life and with others, to keep us afloat, to evolve, to love, to make situations more bearable. All the more reason to activate them at the right moment and draw on them whenever they are needed. It is part of our essence as human beings.
I came across this Initiative through my friend @popurri; following her example, I invite my friends @yasmarit and @antoniarhuiz to participate. Cheers!
Cuando hablamos de los instintos, nos vamos a esos impulsos que tenemos cuando tenemos alguna estimulación de algún tipo y según sea el estímulo, reaccionamos, muchas veces sin percatarnos de ello, como cuando vemos a alguien que nos gusta y que nos atrae sexualmente, de una vez nuestra vista se va hacia esa persona, nuestra sonrisa es más amplia y a veces tenemos estas reacciones sin darnos cuenta, hasta que alguien más te suelta alguna frase como: "te cambio la cara" o "cuidado con esa sonrisa enamorada" ja, ja, ja, suele suceder; también se habla mucho del instinto materno, ese que sientes cuando cargas por primera vez a tus hijos en brazos, ese deseo de protección que nace sin explicación, es amor, solo con sentir ese nuevo ser dentro de nosotras y mucho más, cuando ya lo tenemos frente.
Por otro lado, hay un instinto que es el de supervivencia. Este saca incluso nuestra parte más salvaje, donde no nos importa tener que sacrificarnos, pelear, reinventarnos con tal de salir adelante, muchas veces sin importar el motivo o la circunstancia que lo haya generado. Este instinto muchas veces nos salva hasta de perder la vida, porque es el que sacamos a relucir cuando tenemos esas situaciones de vida o muerte, en donde tenemos que actuar sin importar que, para poder sobrevivir. Hay otro instinto que tenemos y es el de la curiosidad, ese que nos impulsa a investigar acerca de algo que nos atrae o nos llama la atención. Este es el que nos ayuda a aprender y a experimentar cosas nuevas.
Pero, ¿qué pasa cuando varios instintos se entremezclan en una situación?... hace algunos años fui con mi hija mayor, (era la única que tenía en ese tiempo) a la playa con unos amigos; a mí me encanta el mar aunque no sé nadar y por eso me preocupe para que mi hija aprendiera a nadar para que no se bañe en la orilla como yo y sepa defenderse entre tantas aguas. Ese día fuimos a una playa solitaria, privada, que no tenía rompeolas ni nada, pero era hermosa y al parecer sus aguas se veían apacibles, así que mi curiosidad por experimentar esas aguas, fue lo que me incito a meterme de más de relajada; lo hice con una amiga y mi hija. Ellas dos se fueron a nadar como unos pececitos de lo más felices, yo me quedé donde pudiera sentir la arena, el agua estaba tibia y todo se sentía en orden...
Hasta que de un momento a otro, empecé a dejar de sentir la tierra debajo de mis pies y me fui hundiendo..., en medio de mi desesperación, empecé a hacer señales de auxilio y a ver quien podía auxiliarme o quien estaba más cerca de mí; mi hija y mi amiga estaban casi a la misma distancia pero algo lejos. Pero, la primera que llegó a tratar de ayudarme fue mi hija, pero mi instinto materno fue empujarla lejos de mí, porque sabía que podía arrastrarla conmigo... Y aunque obviamente quería seguir respirando, preferí alejarla. Entonces en eso, vino mi amiga a auxiliarme a ella si le tomé la mano y todo lo que pude, ja, ja, ja. Ya para ese momento, venía más auxilio para nosotras, fue un susto de muerte, pero luego de que ya estábamos más calmadas, caíamos en cuenta de lo que yo hice, que fue alejar a mi hija y agarrarme a mi amiga como un mono, ja, ja, ja.
En ese momento me di cuenta, de que prefería morir antes que tomar la mano de mi hija y arriesgarla a esa situación. Era apenas una adolescente, allí se puso de manifiesto mi instinto materno, primero la mantenía a salvo a ella que a mí, aunque estaba ahogándome prácticamente. A la que no le gusto mucho la experiencia fue a mi pobre amiga, porque la hice pasar un buen susto, pero afortunadamente como adulta que es y con más experiencia que mi hija supo lidiar conmigo ante esa situación y allí las dos activamos el instinto de supervivencia y salimos ilesas de ese mar traicionero.
Así es que con esto concluyo, en que todos nuestros instintos están allí por una razón, para integrarnos con la vida y con los demás, para salir a flote, para evolucionar, para amar, para hacer más llevadera las situaciones; razón de más para activarlos en su momento preciso y echar mano de ellos, cada vez que se necesiten, es parte de nuestra esencia como seres humanos.
Llegué a esta Iniciativa de manos de mi amiga @popurri; siguiendo su ejemplo, invito a mis amigas @yasmarit y @antoniarhuiz a participar, ¡saludos!
