Hay un cuento de Oswaldo Trejo que tiene este nombre; se trata de Aspasia tiene nombre de corneta, una historia de navidad andina, que narra cómo esos personajes populares se meten en las raíces de los pueblos y llegan a ser tan valiosos como la Navidad misma.
Nuestro amigo @emiliorios nos trae a Aspasia de Mileto, con la misma influencia para quienes rodea, y nos pregunta por esas personas que sin querer "son la razón de lo que somos hoy en día". Pareciera que las Aspasias tienen esa misión.
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Quiero escribir esta publicación como homenaje a una tía que tuvo el acierto para mí, de mostrar caminos a los que de manera voluntaria no habría podido llegar.
Los padres, en teoría, siempre quieren lo mejor para sus hijos y se afianzan en crear esas bases, aunque en algunos casos el método empleado no sea el mejor. Los hijos seguimos esa senda que ellos nos marcan y podemos ir optimistas, asustados, con herramientas, amordazados, con muletas o con determinación absoluta; todo depende...
Pero hay gente que, sin tener la obligación, influye en nuestro comportamiento y lo hace sin imposición, casi sin darse cuenta, y es una vez transcurrido el tiempo, cuando al hacer una revisión de esos hechos que marcaron nuestra historia, nos damos cuenta de esas amables intenciones, pero ya no tenemos a esa persona cerca para agradecerle y hacerle ver que fue su iniciativa la que orientó nuestro camino.
Mi vida ha dado saltos, no siempre afortunados, pero puedo concluir que no me faltó la suerte o fueron las infinitas bendiciones de mi madre las que nivelaron el camino y aún aligeran los pasos.
Yo salí graduada de Bachiller Mercantil con el título y una caja repleta de incertidumbre. Conocí la verdadera dictadura en la represión de mi padre, que me dejó sin herramientas para enfrentar el mundo; pero a pesar de eso y de vivir en una zona de grandes desventajas sociales, pude salir airosa, sin percances notorios.
En ese "nada que hacer" mientras esperaba la asignación para la universidad, se apareció mi tía Negra, así la llamábamos, con un recorte de periódico, que hacía publicidad a una academia comercial, que ofrecía cursos y becas. Ella me explicó bien la dirección y al otro día fui. El resultado fue que en vez de hacer algún curso me contrataron para que trabajara con ellos, y así inicia mi mundo de la docencia, de la noche a la mañana me convertí en la profesora de mecanografía, algo que asumí con disciplina y constancia.
Unos meses después, esta misma tía, que por entonces trabajaba en el pedagógico de Maracay, me trajo la lista de requisitos para que fuese a inscribirme, lo cual hice. Ahora compartía mi día entre trabajo y estudio, pasaba la mañana y parte de la tarde en el pedagógico y en horario nocturno en la academia.
Nunca le agradecí a María Abigail las oportunidades que abrió en mi camino. La docencia se convirtió en mi hacer permanente, y aunque ya estoy jubilada, aún sigo enseñando algún saber, porque es lo que más me gusta hacer.
Gracias por tu amable lectura.
Mi contenido es original.
Imágenes propias de archivo personal.
He utilizado el traductor de Google.
There's a story by Oswaldo Trejo with this name; it's Aspasia Has the Name of a Bugle, an Andean Christmas story that tells how these popular characters penetrate the roots of the people and become as valuable as Christmas itself.
Our friend @emiliorios brings us Aspasia of Miletus, with the same influence on those around her, and asks us about those people who, unwittingly, "are the reason for who we are today." It seems that the Aspasias have that mission.
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I want to write this post as a tribute to an aunt who had the good sense to show me paths I wouldn't have been able to take voluntarily.
Parents, in theory, always want the best for their children and strive to create those foundations, even if in some cases the method used isn't the best. We children follow the path they mark for us, and we can go optimistically, scared, with tools, muzzled, on crutches, or with absolute determination; it all depends...
But there are people who, without having to, influence our behavior, and they do so without imposing it, almost without realizing it. It's only after time has passed, when we review those events that marked our history, that we realize those kind intentions, but we no longer have that person around to thank and make them see that it was their initiative that guided our path.
My life has taken leaps and bounds, not always fortunate ones, but I can conclude that I wasn't unlucky, or it was my mother's infinite blessings that leveled the path and still lighten my steps.
I graduated with a Bachelor of Business Administration degree with my diploma and a box full of uncertainty. I experienced true dictatorship in my father's repression, which left me without the tools to face the world; But despite that, and despite living in an area of great social disadvantage, I was able to pull through, without any noticeable setbacks.
In that "nothing to do" while I was waiting for my university grant, my Aunt Negra, as we called her, showed up with a newspaper clipping advertising a business school that offered courses and scholarships. She explained the address to me, and the next day I went. The result was that instead of taking a course, they hired me to work for them, and thus began my world of teaching. I became the typing teacher overnight, something I took on with discipline and perseverance.
A few months later, this same aunt, who was then working at the Maracay Pedagogical Institute, brought me the list of requirements for enrolling, which I did. Now I split my days between work and school, spending the morning and part of the afternoon at the Pedagogical Institute and the evenings at the school.
I never thanked María Abigail for the opportunities she opened in my path. Teaching became my permanent occupation, and although I'm now retired, I still continue to teach some knowledge, because it's what I love most.
Thank you for your kind reading.
My content is original.
Images from my personal archive.
I used Google Translate.
