Cuando vi la foto de la iniciativa de esta semana, me recordé de la universidad y de los trabajos que hacíamos en los proyectos comunitarios. De hecho, en mi época de estudiante, le dediqué mucho tiempo a los proyectos comunitarios. Si es cierto que, además de tener un grupo de proyecto, donde teníamos un proyecto propio, también es cierto, que también apoyaba en otros proyectos y en diferentes comunidades.

Y entre las actividades que más me gustaban de la materia de proyectos comunitarios, era la de apoyar en los diferentes proyectos que se realizaban en las comunidades rurales. Y de verdad, era un proceso muy interesante, ya que había proyectos, donde participaban diferentes escuelas o programas de formación, donde se podían ver los cambios, y el impacto positivo en las comunidades rurales, que se generaban en todo el proceso de acompañamiento y trabajo conjunto, con las personas de esas comunidades.

Tal vez, por ese motivo, disfrutaba tanto del apoyo y el acompañamiento a los proyectos que se realizaban en las comunidades rurales. Y es que la diferencia entre los proyectos en la ciudad, y lo de los sectores rurales, era evidente. Yo recuerdo, que mi primer proyecto universitario, fue la creación de una radio comunitaria. Y de hecho, después de formarla, nuestra máxima preocupación, en un inicio, era la de crear programas de calidad.

Después de crear buenos programas, y de conseguir la aceptación de las personas de la comunidad, donde teníamos la radio, nuestra segunda preocupación era vender publicidad, conseguir recursos, comprar nuevos equipos y pagar sueldos a las personas que nos apoyaban de manera permanente. Y el máximo problema, que tuvimos, fue que miembros del partido de gobierno, nos acusaron de ser una radio burguesa, y terminaron interviniendo la radio y robándonos el proyecto, apoyados por un colectivo, que le respondía a esas personas. Y así vimos como nuestro proyecto, dejó de ser una buena radio, para convertirse en un centro de palangrismo político.

Pero en los sectores rurales era todo diferente. Ahí, vi cómo se construyeron escuelas, canchas deportivas, los centros de diagnóstico integral, campañas de vacunación, actividades culturales y de formación. Y se veía, cómo ese trabajo conjunto entre los miembros de la universidad y las comunidades, realmente impacta y le daba calidad de vida a la gente.

Y después de ver los impactos sociales, que se estaban generando con el apoyo universitario, y con nuestro trabajo conjunto. A una amiga muy querida, se le ocurrió la idea, de impulsar un plan de proceso productivo, para las madres solteras, en una comunidad, que si no recuerdo mal, se llamaba el Cohete, y estaba en la zona agrícola del Estado Vargas. Al Estado Vargas, por algunas razones, que no vale la pena ni nombrar, ni recordar, le cambiaron el nombre por Estado La Guaira, que es el nombre del Puerto más importante cercano a Caracas.

Volviendo al tema, a Nancy, a las otras muchachas, no se les ocurrió otra idea, que la de hacer un local, donde las mujeres de la comunidad, y en especial las madres solteras, pudiesen producir. Y efectivamente, se consiguió un espacio y se montó un local, en una casa que estaba abandonada, y que fue restaurada para convertirla en un local de comida y de venta de productos agrícolas.

En las primeras semanas, cuando subimos a apoyar, nos tocó, pintar, arreglar paredes, poner lámparas, llevar soldadores y hacer todos los arreglos, Por último, cuando terminamos de hacer los arreglos, unos amigos de la Escuela de Artes Cristóbal Rojas, subieron con nosotros a la comunidad, y en el local, en las paredes del frente, hicieron excelentes dibujos, que hacían el local muy vistoso.

Yo subí, con unos amigos, unas tres semanas después de inauguración, y recuerdo que cuando llegamos, hacía mucho frío, ya que estábamos casi a la misma altura del Junquito, pero por la vía de Tarma. Y cuando llegamos al local, nos comimos unos golfeados con queso, y tomamos chocolate, y realmente estaban muy buenos.

Las muchachas de la comunidad, unidas con las compañeras de la universidad, hicieron del local un área de ventas muy interesante. En ella vendían golfeados, mermeladas, frutas de la zona, hortalizas y además vendían café. Y se les ocurrió, hacer una suerte de Café Concerté, 3 veces por semana.

Y convirtieron ese espacio, además de un centro de producción, en un centro cultural, donde había desde lectura de poesía, conciertos y se pasaban películas, a través de una PC y un video bean. Ese fue uno de los proyectos universitarios, más bonitos, más impactantes y productivos que conocí y que pude ver que funcionó durante años.

No sé, si ese proyecto aún sigue activo, y de ser así, me imagino que habrá cambiado, crecido y mejorado. Tengo muchos años que no subo para esa zona, pero en realidad, espero que siga funcionando.

Es por esta razón, que cada vez que veo o como un golfeado, lo disfruto al máximo, ya que me acuerdo mucho de esa bonita experiencia. Y gracias a esta imagen, me recordé de ella nuevamente, y pude compartirla con ustedes.

Muchas gracias por leerme.

Si les gusta este concurso, les invito a participar a través del siguiente enlace.

Aprovecho la oportunidad para invitar a @alicia2022, @esbat y @nahueldare3627, @akrros