An Afternoon at the Zoo Between Cages and Lessons [Eng/Esp]

in Worldmappin4 days ago

Summer vacation has arrived, and yesterday, with my little girl holding my hand and the Camagüeyan sun accompanying us, we went to the Casino Campestre Zoo, a place that, although it gives me mixed feelings, I know is a window into the animal world for the little ones.

I’m not a fan of seeing caged animals, but I also understand that in a world where many children only know animals through a screen, these spaces can be an opportunity to spark curiosity and even love and respect for nature.

The Casino Campestre is one of the emblematic places of my Camagüey: a huge park filled with centuries-old trees and benches where time seems to stand still. Years ago, the Camagüey Zoo was built there. The entrance is affordable, and though you’ll clearly notice its facilities aren’t luxurious, you can see the effort to maintain the place and care for the animals that live there.

My daughter, excited, asked me to see the lions, and her innocence reminded me that, for her, this place isn’t a prison but an adventure. Perhaps that’s its purpose: a first encounter, a seed that will later grow into a more conscious love for animals.

We walked along the paths, observing the animals on display. Some were sleeping—which I assume is normal due to their different biological rhythms, while others moved repetitively, something I attribute to the stress of captivity.

The monkeys were the first to steal our smiles, followed by the birds in their wire cages. Looking up, I noticed birdhouses had been built in the trees so that wild birds could also make this place their home.

We saw the felines and hyenas, restless or resting away from the scorching sun, their gaze seemingly lost behind the bars.

I know many modern zoos work on conservation programs, but I’m sure this isn’t the case here. Still, I recognize that for the children of my city, this may be the only way to see an animal up close. So, I took every moment to talk to my daughter about each species.

I didn’t want to ruin her fun, but I did want to plant in her the awareness that animals deserve to live in their habitats. Maybe in the next generation, the idea of different zoos, like wildlife reserves or sanctuaries, will grow.

Not everything was sadness: we joked around and even took some funny photos. Watching my daughter marvel at a motionless crocodile or hide from the Santa María snake made me think the trip had been worth it. These places can be bridges to knowledge, and so came the questions: What if the profits went toward protecting these animals’ natural habitats? What if, instead of cages, there were larger spaces mimicking their environments?

The signs along the way repeatedly reminded us of the importance of animal care, and I thought this visit had served, at least, as both entertainment and a lesson on balancing children’s education with respect for living beings.

The sun began to set as we left the zoo. After the tour, we preferred to spend some time sitting among the trees, feeling that we, too, are part of this wild and living universe.

🌳

𝑻𝒉𝒂𝒏𝒌𝒔 𝒇𝒐𝒓 𝒓𝒆𝒂𝒅𝒊𝒏𝒈!
𝑰𝒇 𝒚𝒐𝒖 𝒅𝒐𝒏’𝒕 𝒌𝒏𝒐𝒘 𝒎𝒆 𝒚𝒆𝒕. 𝑰’𝒎 𝒂 𝑪𝒖𝒃𝒂𝒏 𝒏𝒆𝒖𝒓𝒐𝒍𝒐𝒈𝒊𝒔𝒕 𝒂𝒏𝒅 𝒘𝒓𝒊𝒕𝒆𝒓, 𝒂 𝒎𝒐𝒕𝒉𝒆𝒓, 𝒂 𝒘𝒐𝒎𝒂𝒏, 𝒂𝒏𝒅 𝒂 𝒅𝒓𝒆𝒂𝒎𝒆𝒓 𝒘𝒉𝒐’𝒔 𝒇𝒐𝒖𝒏𝒅 𝒊𝒏 𝑯𝒊𝒗𝒆 𝒂 𝒃𝒆𝒂𝒖𝒕𝒊𝒇𝒖𝒍 𝒔𝒑𝒂𝒄𝒆 𝒕𝒐 𝒔𝒐𝒂𝒓.
𝑨𝒍𝒍 𝒕𝒆𝒙𝒕 𝒂𝒏𝒅 𝒊𝒎𝒂𝒈𝒆𝒔 𝒂𝒓𝒆 𝒎𝒚 𝒐𝒓𝒊𝒈𝒊𝒏𝒂𝒍 𝒄𝒓𝒆𝒂𝒕𝒊𝒐𝒏𝒔, 100% 𝒉𝒖𝒎𝒂𝒏-𝒎𝒂𝒅𝒆 (𝒏𝒐 𝑨𝑰).
𝑩𝒂𝒏𝒏𝒆𝒓 𝒅𝒆𝒔𝒊𝒈𝒏𝒆𝒅 𝒃𝒚 𝑳𝒖𝒎𝒊𝒊.
𝑳𝒐𝒗𝒆𝒅 𝒕𝒉𝒊𝒔 𝒑𝒐𝒔𝒕? 𝑼𝒑𝒗𝒐𝒕𝒆, 𝒄𝒐𝒎𝒎𝒆𝒏𝒕, 𝒐𝒓 𝒓𝒆𝒃𝒍𝒐𝒈 𝒕𝒐 𝒔𝒑𝒓𝒆𝒂𝒅 𝒕𝒉𝒆 𝒘𝒊𝒏𝒈𝒔 𝒐𝒇 𝒄𝒓𝒆𝒂𝒕𝒊𝒗𝒊𝒕𝒚! 💛

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VERSIÓN EN ESPAÑOL

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Una tarde en el Zoológico entre jaulas y aprendizaje

Las vacaciones de verano han llegado, y ayer, con mi niña de la mano y el sol camagüeyano acompañándonos, fuimos al Zoológico del Casino Campestre, un lugar que, aunque me genera sentimientos encontrados, sé que es una ventana al mundo animal para los más pequeños.

No me gusta ver animales enjaulados, pero entiendo que, en un mundo donde muchos niños solo conocen animales a través de una pantalla, estos espacios pueden despertar curiosidad e incluso amor y respeto por la naturaleza.

El Casino Campestre es un lugar emblemático de Camagüey: un parque enorme con árboles centenarios y bancos donde el tiempo parece detenerse. Allí se construyó, hace años, el Zoológico de Camagüey. La entrada es económica y, aunque sus instalaciones no son lujosas, se nota el esfuerzo por cuidar a los animales y mantener el lugar.

Mi hija, emocionada, me pidió ver los leones. Su inocencia me recordó que, para ella, esto no es una prisión, sino una aventura. Tal vez esa sea su misión: ser una semilla que luego crezca como amor consciente por los animales.

Caminamos observando a los animales. Algunos dormían (normal por su ritmo biológico), mientras otros se movían de forma repetitiva, probablemente por el estrés del encierro.

Los monos nos robaron sonrisas, luego las aves en sus jaulas. Al mirar arriba, vi casitas para pájaros en los árboles, dando refugio a aves silvestres.

Vimos felinos e hienas, inquietos o descansando bajo la sombra, con miradas perdidas tras los barrotes.

Sé que muchos zoológicos modernos trabajan en conservación, pero este no es el caso. Aun así, para muchos niños de mi ciudad, este es su único contacto cercano con animales. Por eso, hablé con mi hija sobre cada especie.

No quise arruinar su diversión, pero sí sembrar en ella la idea de que los animales merecen vivir libres. Quizá en el futuro existan zoológicos diferentes: reservas o santuarios.

También hubo alegría: bromas, fotos divertidas. Ver a mi hija admirar a un cocodrilo o asustarse del majá de Santa María me confirmó que valió la pena. Estos lugares pueden enseñarnos, y así surgieron preguntas: ¿Y si las ganancias se usaran para proteger hábitats naturales? ¿O si hubiera espacios más grandes que imitaran sus entornos?

Los carteles recordaban la importancia de cuidar a los animales, y esta visita fue, además de entretenimiento, una lección sobre educar con respeto a la vida.

Al atardecer, salimos del zoológico y nos sentamos bajo los árboles, sintiendo que también somos parte de este universo salvaje.

🌳

¡𝑮𝒓𝒂𝒄𝒊𝒂𝒔 𝒑𝒐𝒓 𝒍𝒆𝒆𝒓!
𝑺𝒊 𝒂ú𝒏 𝒏𝒐 𝒎𝒆 𝒄𝒐𝒏𝒐𝒄𝒆𝒔: 𝒔𝒐𝒚 𝒏𝒆𝒖𝒓ó𝒍𝒐𝒈𝒂 𝒚 𝒆𝒔𝒄𝒓𝒊𝒕𝒐𝒓𝒂 𝒄𝒖𝒃𝒂𝒏𝒂, 𝒎𝒂𝒅𝒓𝒆, 𝒎𝒖𝒋𝒆𝒓 𝒚 𝒔𝒐ñ𝒂𝒅𝒐𝒓𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒏𝒄𝒐𝒏𝒕𝒓ó 𝒆𝒏 𝑯𝒊𝒗𝒆 𝒖𝒏 𝒉𝒆𝒓𝒎𝒐𝒔𝒐 𝒆𝒔𝒑𝒂𝒄𝒊𝒐 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒗𝒐𝒍𝒂𝒓.
𝑬𝒍 𝒕𝒆𝒙𝒕𝒐 𝒚 𝒍𝒂𝒔 𝒊𝒎á𝒈𝒆𝒏𝒆𝒔 𝒔𝒐𝒏 𝒅𝒆 𝒎𝒊 𝒂𝒖𝒕𝒐𝒓í𝒂, 100% 𝒉𝒖𝒎𝒂𝒏𝒐𝒔 (𝒔𝒊𝒏 𝑰𝑨).
𝑩𝒂𝒏𝒏𝒆𝒓 𝒅𝒊𝒔𝒆ñ𝒂𝒅𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝑳𝒖𝒎𝒊𝒊.
¿𝑻𝒆 𝒈𝒖𝒔𝒕ó 𝒆𝒔𝒕𝒂 𝒑𝒖𝒃𝒍𝒊𝒄𝒂𝒄𝒊ó𝒏? 𝑽𝒐𝒕𝒂, 𝒄𝒐𝒎𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒐 𝒓𝒆𝒃𝒍𝒐𝒈𝒖𝒆𝒂 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒂𝒚𝒖𝒅𝒂𝒓 𝒂 𝒅𝒆𝒔𝒑𝒍𝒆𝒈𝒂𝒓 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒔 𝒂𝒍𝒂𝒔. 💛

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Mi estimada amiga he leído y visto las fotos del paseo al zoológico con tu niña y me ha resultado sumamente enternecedor.
Celebro que hayan vivido juntas esa aventura.
Sé que llevarla fue un acto de amor, una semilla que plantaste. Ella vio leones, monos y pájaros con ojos de asombro, convirtiendo las jaulas en un mundo por descubrir. Fue todo un regalo de verano.

Como tú, tengo sentimentos encontrados, y me conmueve lo que comentas, ver a un animal moverse de forma repetitiva, evidencia que nunca verá el encierro como su hogar, y es que
comparto la contradicción de saber que estos lugares son ventanas necesarias para niños que sólo conocen la naturaleza en pantallas, pero al mismo tiempo, anhelo un mundo donde conocer no necesite encierro.

Por eso, con mucha ternura, te comento una idea que me surge al leerte, "Carta de un león a otro" de León Gieco, es un poema hecho canción sobre esa dualidad y tiene una belleza desgarradora. Te sugiero, cuando sientas que es el momento, compartirla con tu niña. No para entristecerla, sino para inculcarle esos nobles sentimientos que tenemos en común. No sé si habrás oído la canción. Te puedo compartir el link si lo deseas. Por el momento te te transcribo algunos versos (el yo lírico es un león que le escribe a su hermano):

"Yo estoy detrás de un alambre,
mirando cómo la gente me mira..."
"Extraño el camino,
la luna, el cielo, el destino..."
"Mi vida vale más que un espectáculo,
más que una foto o un dibujo."

Háblale del león a tu nena, del león que sueña con la luna, de cómo extraña el viento libre, pero también de cómo nos mira desde su silencio. Esa canción es como un susurro suyo... Yo pienso que así con cuentos y música podemos ir cultivando en nuestros hijos ese amor consciente que ya ellos intuyen, un cariño bien grande, pero que también respeta la libertad de cada ser.

Gracias por compartir el paseo de ustedes lleno de emociones. Tu mirada, ufana y crítica a la vez, estoy seguro le dijo mucho a tu nena y también a todos los que con mucho placer te leemos.

Qué sensibilidad la tuya, mi amigo.
Te confieso que hace un tiempo, la niña era aún más chica, me prometí jamás volver porque ese día los animales se veían tan tristes, incluso dejé de ver al mapache que hace años vivía allí, igual dejé de ver al avestruz, al puma... Entonces le dije a ella que no volveríamos a ir... Pero ya sabes, en nuestra realidad, esa es una de las pocas opciones para escapar de la cotidianidad.
Sé me entiendes.
Mi abrazo enorme y sí, le voy a leer a la niña el poema 🤭😉🤗

Hola, ya hoy vote este autor con nuestro servicio de topcomment, pero voy a aprovechar el momento para preguntar ¿se conocen o son la misma persona? es que tienen casi el mismo username.

Hola, no, nos conocemos.
Él es un hombre, médico psiquiatra y además escritor, yo soy, evidentemente una mujer neuróloga que además escribe poesía...
En lo único que se parecen nuestros nombres de usuario es en lo de poeta (y le juro que hay unos cuantos más por estos lares que también llevan lo de poeta en el nombre de usuario y no conozco a ninguno)
Un abrazo, y feliz día.

Congratulations you have been curated and upvoted by @ecency

Thanks for the support 🍀🫂🌳

Que lindo paseo y que linda tu hija. Entre ustedes hay jna complicidad que disfruté mucho. Deseo que sea siempre así. Abrazo

He viajado contigo y tu niña al zoológico del Camagüey.
Qué hermosa e ilustrativa publicación.
Mucho éxito! ✍️

Ay, pero qué salida tan divina 🥰

Y bajo el sol inclemente de Camagüey jjjjj...

A special day with your daughter is full of both fun and important lessons. I admire how you allowed your daughter to enjoy the experience, while also using it as an opportunity to gently introduce her to deeper values, like respect for nature and compassion for animals.