Segunda parte/Part Two:
"(…) perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; (…)"
—¡No hables así de mamá! —lloriqueé.
—¿O qué? ¿Me harás callar?... Pero si no eres más que un cobarde hijo de puta.
La cruz que siempre llevaba en su cuello se movió de un lado a otro, amenazante.
—Era una inservible buena para nada. Echó a perder todo. Merecía lo que pasó. Ella me llevó a ello, muchacho. ¿No entiendes? Yo no quería hacerlo, pero no tuve alternativa. Había llevado las cosas demasiado lejos. Los correctivos ya no funcionaban con ella. No me dejó alternativa... Pero fue como para morirse de risa. ¿No? ¿Recuerdas? ¡Cómo me reí de su fea cara! —dijo, luego largó una carcajada.
Ante sus palabras recordé el rostro convulsionado de mi madre entre sus largos dedos de santo pastor. Sus sucias uñas ya se le estaban clavando en el cuello y un hilillo de sangre caía por él. Puse mis manos en los oídos y comencé a suplicarle que se callara, mientras golpeaba mi cabeza. ¡No quería recordar! ¡No quería!
—¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! —le grité, desesperado.
—¿De qué hablas, muchacho? —respondió con una voz diferente, que me pareció una burla del demonio. Había escapado del infierno. Había resucitado para seguir atormentándome por haberlo abandonado en casa, por haberlo dejado encerrado en el baño con la cara cortada y el cuello roto. Volvía para vengarse.
Traté de imaginar que estaba lejos, con la poca cordura que me quedaba. No obstante, el miedo ya había hecho su sucio trabajo. Abrí los ojos y estaba allí conduciendo, aún riéndose de sus pecados. Su rostro se encontraba morado y una larga abertura le nacía en la mejilla y llegaba a su cuello. La saliva le caía por la mueca burlesca de sus labios. Uno de los ojos se le había salido hacia un costado y en su órbita había algunos orificios. Desde uno de ellos apareció un gusano blanco, moviéndose, gordo de vida.
—¿Estás bien, muchacho? —me preguntó con su sonrisa torcida.
"(…) no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal."
¡Se reía de mí! ¡Nunca iba a dejarme en paz! Perdí el control de mis impulsos. Tenía que huir. Tenía que sacarlo de allí. Me abalancé contra él y lo tomé del traje blanco. Un grito de sorpresa salió de su boca de labios finos. Su podredumbre golpeó todos mis sentidos y casi vomité de asco.
—¡Para el auto! ¡Para ya! —le grité, con el rostro desencajado por el esfuerzo. No había comido bien hacía tiempo y cualquier ejercicio me provocaba un enorme cansancio.
—¡Esta bien! —gritó él, con una voz diferente… ¿miedo? No era probable, no le tenía miedo a nada.
No obstante, ya era tarde. El auto se desvió del camino y golpeó la banquina, ambos saltamos y mi cabeza golpeó el techo. Vi miles de puntitos amarillos frente a mí y la visión se me aclaró de repente. Un nuevo salto provocó que la mitad de mi cuerpo saliera despedida hacia delante. Entonces lo vi. No era mi padre ni tenía un traje blanco. Era un hombre desconocido de piel oscura y estaba aterrorizado. El vehículo siguió su errático camino y se estrelló contra un árbol. Antes de que mi consciencia se apagara, comprendí que me había equivocado. Que mi padre había logrado lo que se proponía. No iba a dejarme ir.
"Amén."
English:
"forgive us our trespasses as we forgive those who trespass against us."
“Don't talk about Mom like that!” I cried.
“Or what? Will you make me shut up? But you're nothing but a cowardly son of a bitch!”
The cross he always wore around his neck moved from side to side, threatening.
"She was a good-for-nothing, good-for-nothing. She ruined everything. She deserved what she got. She drove me to it, boy. Don't you understand? I didn't want to do it, but I had no choice. I'd taken things too far. Corrections didn't work on her anymore. She left me no choice... But it was to die for, wasn't it? Remember? How I laughed at her ugly face!" he said, then burst out laughing.
At his words I remembered my mother's convulsed face between her long, saintly shepherd's fingers. Her dirty fingernails were already digging into her neck and a trickle of blood was trickling down her neck. I put my hands to my ears and began to beg her to be quiet, while I pounded my head. I didn't want to remember! I didn't want to!
“Shut up! Shut up! Shut up!” I shouted at him, desperate.
“What are you talking about, boy?” he answered in a different voice, which seemed to me to be the devil's mockery.
He had escaped from hell. He had risen to continue tormenting me for having abandoned him at home, for having left him locked in the bathroom with his face cut and his neck broken. He was coming back for revenge.
I tried to imagine he was far away, with what little sanity I had left. However, fear had already done its dirty work. I opened my eyes and he was there, still laughing at his sins. His face was purple and a long slit ran down his cheek to his neck. Saliva was dripping from the sneer on his lips. One of his eyes had bulged out to the side and in his orbit there were some holes. From one of them a white worm appeared, moving, fat with life.
“Are you all right, boy?” he asked me with his crooked smile.
"lead us not into temptation, but deliver us from evil."
He was laughing at me! He was never going to leave me alone! I lost control of my impulses. I had to run away. I had to get him out of there. I lunged at him and grabbed him by the white suit. A cry of surprise came from his thin-lipped mouth. His rottenness hit all my senses and I almost vomited with disgust.
“Stop the car! Stop it now!” I shouted at him, my face unhinged with effort. I hadn't eaten properly in a while and any exercise made me extremely tired.
“All right!” he shouted, with a different voice... fear? Not likely, I wasn't afraid of anything.
However, it was already late. The car swerved off the road and hit the shoulder, we both jumped out and my head hit the roof. I saw thousands of little yellow dots in front of me and my vision suddenly cleared. Another jump caused half of my body to fly forward. Then I saw him. It wasn't my father and he wasn't wearing a white suit. It was an unknown dark-skinned man and I was terrified. The vehicle continued on its erratic path and crashed into a tree. Before my consciousness faded, I realized that I had made a mistake. That my father had achieved what he set out to do. He wasn't going to let me go.
"Amen."
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