Amigo tiempo:
Ahora que atardece y me quedo sentada entre las plantas mientras el sol se lamenta por el largo día y todo el calor que aún nos deja, ahora, justo ahora he logrado ver tus ojos entre el nomeolvides que florece sin preocuparse por las estaciones o la intensidad del día.
Tus ojos, con su luminosa fugacidad lucen tiernos tras las flores, a veces siento que también me miras, te he visto sonreír, y ser cómplice, ambos nos hemos detenido más de una vez ante la voz de los pájaros que pasan cortando el horizonte.
Tiempo, yo habito en ésta ciudad de polvo y cansancio, pero en este patio soy libre, como tú, cuando todos duermen, cuando nadie advierte que andas con tus inmensos pasos dibujando en el cielo estrellas y a la luna, cuando eso que habita en el reloj no se percata que tú permaneces a mi lado y me acaricias.
