Akane: la princesa del hip hop y el skate. - cuento original inspirado en wallpaper de Android.

in Freewriters9 months ago

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Esta imagen fue creada con Copilot y expandida en Canva en su versión pro para ser utilizada como un wallpaper o fondo de pantalla para teléfonos móviles.

También he creado una historia inspirada en esta imagen para que otros Hivers se sientan inspirados también con todas las imágenes que he estado subiendo en esta etapa de mi vida.

La historia que cree con esta imagen es:


Akane era una joven estudiante japonesa de familia noble que asistía a un prestigioso colegio privado en Tokio. Su vida estaba llena de obligaciones y expectativas: tenía que sacar buenas notas, aprender varios idiomas, tocar el piano, practicar el ikebana y el origami, y comportarse como una señorita. Sin embargo, Akane tenía un secreto que nadie conocía: le encantaba escaparse del colegio para escuchar hip hop y patinar en skate.

Akane había descubierto el hip hop y el skate gracias a un programa de intercambio que hizo en Estados Unidos cuando tenía 14 años. Allí conoció a Jay, un chico afroamericano que le enseñó a apreciar la música, la cultura y el estilo de vida de los raperos y los skaters. Akane se enamoró de esa forma de expresarse, de liberarse, de divertirse. Se compró unos auriculares, un reproductor de música, una gorra, una sudadera y una tabla de skate. Cada vez que podía, se ponía su disfraz y salía a la calle a buscar aventuras.

Akane tenía varios lugares favoritos donde patinar y escuchar hip hop. Uno era el parque Yoyogi, donde se reunían otros jóvenes con sus tablas, sus bicis, sus patines y sus perros. Allí Akane se sentía parte de una comunidad, de una familia. Otro era el barrio de Shibuya, donde había tiendas de discos, de ropa, de cómics y de videojuegos. Allí Akane se deleitaba con las novedades, las ofertas, las rarezas y las sorpresas. Y otro era el puente Rainbow, donde podía ver el atardecer sobre la bahía de Tokio, con sus luces, sus barcos y su magia. Allí Akane se relajaba, se inspiraba, se soñaba.

Pero no todo era fácil para Akane. Su familia, su colegio y su sociedad no entendían ni aceptaban su pasión por el hip hop y el skate. Su padre, un importante empresario, le exigía que se centrara en sus estudios y en su futuro. Su madre, una elegante dama, le pedía que se vistiera y se comportara como una chica de su clase. Su hermano mayor, un exitoso abogado, le aconsejaba que dejara de hacer el ridículo y que madurara. Sus profesores, unos severos académicos, le reprochaban que desperdiciara su talento y su potencial. Sus compañeros, unos snobs elitistas, le hacían burla, le ponían apodos y le hacían la vida imposible.

Akane se sentía atrapada, incomprendida, frustrada. No quería renunciar a su hobby, a su identidad, a su felicidad. Pero tampoco quería decepcionar a su familia, a su colegio, a su sociedad. ¿Qué podía hacer? ¿Cómo podía conciliar sus dos mundos? ¿Cómo podía ser ella misma sin perder a los demás?

Un día, Akane tomó una decisión. Decidió que no iba a esconderse más, que no iba a mentir más, que no iba a sufrir más. Decidió que iba a mostrarle al mundo quién era realmente, que iba a defender su pasión, que iba a luchar por su sueño. Decidió que iba a participar en un concurso de hip hop y skate que se celebraba en el centro de Tokio, frente a miles de personas, frente a las cámaras, frente a su familia, frente a su colegio, frente a su sociedad.

Akane se preparó con todo su esfuerzo, con toda su ilusión, con toda su valentía. Practicó sus rimas, sus trucos, sus movimientos. Escogió su canción, su ropa, su actitud. Se inscribió en el concurso, se subió al escenario, se puso el micrófono. Y empezó a rapear, a patinar, a brillar.

Akane sorprendió a todos con su talento, su carisma, su originalidad. Su voz, su ritmo, su mensaje. Su tabla, su estilo, su destreza. Su sonrisa, su energía, su alegría. Akane conquistó al público, al jurado, a los medios. A los raperos, a los skaters, a los artistas. A su familia, a su colegio, a su sociedad.

Akane ganó el concurso, el respeto, la admiración. El premio, el reconocimiento, la ovación. El orgullo, la confianza, la libertad. El amor, la amistad, la felicidad.

Akane era una joven estudiante japonesa de familia noble que tenía el hobby de escaparse del colegio para escuchar hip hop y patinar en skate. Y ahora también era una estrella, una inspiración, una leyenda.

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