Saludos. La amiga @rosahidalgo en su columna para la comunidad @holos-lotus nos deja la invitación para reflexionar sobre el resentimiento, una de las emociones más dañinos que tenemos los humanos. Les comento…
Nuestra memoria, la posibilidad de recordar, es una de las capacidades más maravillosas y valiosas que tenemos las personas. Gracias a ella podemos organizar la vida. Sin memoria ni siquiera pudiéramos hacer cuestiones básicas como sostener una conversación, lo que nos cerraría las puertas para las interacciones sociales. Sin memoria estaríamos condenados al vacío.
Pero esa capacidad maravillosa de recordar los eventos también tiene su lado negativo, hay cosas que cuando las recordamos nos producen malestar, nos hacen daño, nos devuelven momentos de la vida donde experimentamos sentimientos que nos alteraron el ánimo, como enojo, tristeza o frustración.
A veces sin darnos cuenta nos acostumbramos a evocar esos momentos, hay algo dentro de nosotros que parece necesitarlos. Por algún extraño motivo volvemos una y otra vez a esas situaciones dañinas, y es entonces cuando decimos que vivimos en el resentimiento.
Puede ser que el resentimiento se haya producido por un asunto de percepción. Alguien dijo unas palabras que percibimos ofensivas, y entendimos que se emitieron con la intención de herirnos. También puede producirse el resentimiento por algún gesto: nos dejaron plantados en alguna cita, nos dejaron sin dinero para hacer una compra…, las posibilidades se pueden extender al infinito.
Hay otra fuente de resentimiento que se origina en cuestiones más tangibles, más concretas. Nos miramos en el espejo y vemos el hueco del diente que no está como consecuencia de aquella trompada que recibimos en una discusión doméstica, o vemos los arañazos dejados en la piel cuando nos castigaban por ejercer nuestro derecho a decidir…
En cualquier caso lo importante sería poder darnos cuenta que al evocar esas situaciones, del tipo que sean, lo único que conseguimos es sentirnos mal, dañar nuestro ánimo y predisponernos para recibir emociones más nutritivas.
Al acostumbrarnos a resentir los grandes perdedores somos nosotros mismos, porque al final de cuentas la situación que causó el malestar sencillamente ya no tiene existencia concreta, quedó en el pasado, solo está en nuestros recuerdos. Y somos nosotros los únicos que tenemos la capacidad de traerla de vuelta, y el poder para dejarla descansar tranquila en los laberintos de la memoria.
De más joven sufrí mucho por alimentar resentimientos. Los más fuertes se originaban cuando alguna relación no terminaba como yo esperaba. En aquellos casos la ira y la tristeza me martirizaban largo tiempo, a veces por años; lo que más resentía era el fin de unas ilusiones, no podía perdonar que alguien diera al traste con mis sueños…
Mucho me costó darme cuenta que por estar anclado a esos sentimientos me estaba perdiendo otras oportunidades. Porque cuando nos quedamos pensando en el pasado hacemos que la vida se detenga para nosotros, nos paralizamos y nos ponemos al margen.
La realidad es que la vida nunca se detiene, tiene un movimiento perpetuo en el que se abren muchos rumbos. Y allí, en ese movimiento perpetuo de la vida, siempre hay chance para que cada uno de nosotros encuentre nuevas oportunidades…
En el plano personal, donde tengo más control, trato de minimizar el espacio para los resentimientos, no tengo personas a las que le guarde rencor.
Sin embargo, no me pasa lo mismo en ámbitos más amplios como los relacionados con la vida social, allí si hay situaciones que logran llevarme al terreno del resentimiento.
Me ocurre, por ejemplo, cuando dejo de hacer cosas importantes porque no hay electricidad, o cuando me entero de que están haciendo rifas para comprarles medicinas a una persona enferma porque su familia es pobre y las instituciones de salud no cumplen con la función de asistirlos adecuadamente.
En esos casos la sensación de haber vivido lo mismo tantas veces me crea malestar, me cuesta separarme de la causa que lo provoca. Y aunque trato de hacer lo posible por no desanimarme, muchas veces caigo de nuevo en la rabia, la tristeza y la frustración. Sobrellevar esas cosas con más racionalidad es una de mis tareas pendientes.
Hay que darle valor al tiempo que invertimos en conocernos más, mientras más nos conozcamos más oportunidades tendremos de entender que alimentar resentimientos es algo necio, que los resentimientos son una pesada carga de la que es muy sano librarse.
Gracias por tu tiempo.
Greetings. The friend @rosahidalgo in her column for the @holos-lotus community leaves us the invitation to reflect on resentment, one of the most harmful emotions we humans have. Let me tell you..
Our memory, the ability to remember, is one of the most wonderful and valuable capacities we have as people. Thanks to it we can organize life. Without memory we would not even be able to do basic things such as hold a conversation, which would close the doors to social interactions. Without memory we would be condemned to emptiness.
But this wonderful ability to remember events also has its negative side, there are things that when we remember them cause us discomfort, they hurt us, they bring back moments of life where we experienced feelings that altered our mood, such as anger, sadness or frustration.
Sometimes without realizing it, we get used to evoke those moments, there is something inside us that seems to need them. For some strange reason we return again and again to those harmful situations, and that is when we say that we live in resentment.
It may be that the resentment came about because of a perception issue. Someone said some words that we perceived as offensive, and we understood that they were uttered with the intention of hurting us. Resentment may also be caused by some gesture: we were stood up at an appointment, we were left without money to make a purchase..., the possibilities can be extended to infinity.
There is another source of resentment that originates in more tangible, more concrete issues. We look in the mirror and see the gap in the tooth that is missing as a consequence of that punch we received in a domestic argument, or we see the scratches left on our skin when we were punished for exercising our right to decide...
In any case, the important thing would be to be able to realize that by evoking those situations, whatever they are, the only thing we achieve is to feel bad, to damage our mood and to predispose us to receive more nourishing emotions.
When we get used to resent the big losers are ourselves, because at the end of the day the situation that caused the discomfort simply no longer has a concrete existence, it is in the past, it is only in our memories. And we are the only ones who have the ability to bring it back, and the power to let it rest quietly in the labyrinths of memory.
When I was younger I suffered a lot for nurturing resentments. The strongest ones originated when a relationship did not end as I had hoped. In those cases, anger and sadness tormented me for a long time, sometimes for years; what I resented most was the end of some illusions, I could not forgive that someone had ruined my dreams...
It took me a long time to realize that by being anchored to those feelings I was missing other opportunities. Because when we keep thinking about the past we make life stop for us, we become paralyzed and we put ourselves on the sidelines.
The reality is that life never stops, it has a perpetual movement in which many directions open up. And there, in that perpetual movement of life, there is always a chance for each one of us to find new opportunities...
On a personal level, where I have more control, I try to minimize the space for resentments, I don't have people to whom I hold grudges.
However, the same does not happen to me in broader areas such as those related to social life, there are situations that manage to lead me to the land of resentment.
It happens to me, for example, when I stop doing important things because there is no electricity, or when I find out that they are making raffles to buy medicines for a sick person because his family is poor and the health institutions do not fulfill the function of assisting them adequately.
In those cases, the feeling of having lived the same thing so many times creates discomfort, it is hard for me to separate myself from the cause that provokes it. And although I try my best not to get discouraged, I often fall back into anger, sadness and frustration. One of my pending tasks is to deal with these things more rationally.
We have to give value to the time we invest in getting to know ourselves better, the more we get to know ourselves the more opportunities we will have to understand that feeding resentments is something foolish, that resentments are a heavy burden that is very healthy to get rid of.
Thank you for your time.
Translated with DeepL.com (free version)
Comunidad Be Entrepreneur