Hello, my friends.
Our friend @jane1289 gives me the opportunity to talk again about a topic I'm passionate about, a dream come true. That dream, which I'm very proud of, is becoming a writer.
Since I was a child, that was my clear goal. It wasn't a vague fantasy; it was a certainty. I avidly read every book I could get my hands on. I remember reading The Black Corsair when I was nine and Frankenstein when I was ten. By twelve, I was already reading Poe. My reading habit wasn't just a pastime; It was training. I was always an avid reader because, without realizing it, I was studying the craft I wanted to pursue.
I always wanted to tell my own stories. The problem was that, as a child, no adult wanted to listen to or read the horror stories I wrote. I loved the genre, but I ran into the barrier of a false cliché: that girls couldn't write about it. That limitation, imposed by others, didn't extinguish my interest. It only made it more personal. Today, being a horror writer is, in part, a response to those who tried to pigeonhole me.
The path to realizing this dream took a practical turn when I became a mother. That's when I started writing children's literature. Now, I'm incredibly proud to be able to create my own stories for my children. Of course, I also read them the classics, but that's precisely one of the greatest advantages of having achieved my dream: the ability to create my own stories, to give my children something that came directly from me. This is the concrete result of a dream: freedom and the ability to build something of one's own.
Versión en español
Hola, amigas mías.
Nuestra amiga @jane1289 me da la oportunidad de hablar nuevamente de un tema que me apasiona, de un sueño hecho realidad. Ese sueño del que estoy muy orgullosa es el de convertirme en escritora.
Desde niña, ese fue mi objetivo claro. No era una fantasía vaga, era una certeza. Leía con avidez cada libro que podía conseguir. Recuerdo haber leído El Corsario Negro con nueve años y Frankenstein con diez. A los doce, ya estaba leyendo a Poe. Mi hábito de lectura no era un simple pasatiempo; era un entrenamiento. Siempre fui una lectora aventajada porque estaba estudiando, sin saberlo, el oficio que quería ejercer.
Siempre quise contar mis propias historias. El problema fue que, de niña, ningún adulto quería escuchar o leer los cuentos de terror que yo escribía. Me encantaba el género, pero me encontré con la barrera de un falso cliché: que las niñas no podían escribir sobre eso. Esa limitación, impuesta por otros, no logró apagar mi interés. Solo lo hizo más personal. Hoy, el hecho de ser una escritora de terror es, en parte, una respuesta a aquellos que quisieron encasillarme.
El camino para realizar este sueño tomó un giro práctico cuando me convertí en madre. Fue entonces cuando comencé a escribir literatura infantil. Ahora, me enorgullece enormemente poder crearle mis propios cuentos a mis hijos. Por supuesto, también les leo a los clásicos, pero esa es justamente una de las mayores ventajas de haber logrado mi sueño: la capacidad de crear mis propias historias, de darles a mis hijos algo que salió directamente de mí. Este es el resultado concreto de un sueño: la libertad y la capacidad para construir algo propio.







