Participo en la iniciativa de nuestro amigo @emiliorios con una propuesta muy oportuna que incluye la libre asociación de ideas. La imagen que me atrajo de inmediato, cuando leí la primera vez la publicación, fue la del zapato rojo.
Tengo un nieto al que le gusta mucho este color y siempre me pregunta por mi favorito, sobre todo cuando me ve vestida de ese tono, siempre le contesto que me gustan todos, porque para la pintura cada color me transmite algo. Este ejercicio arrojó información acerca de mí que no la tenía presente, estaba bien guardada dentro de mí, y esto permitió que me conociera más.
Como ya comenté, la imagen y el color que me impactaron fue el del zapato rojo, al observar bien, desfilaron por mi mente ideas de: imposición, rigor, elegancia, cansancio físico, extenuación, cumplimiento de roles femeninos y las creencias que la moda ha impuesto, aunque no haya ningún tipo de comodidad en este tipo de calzado.
La idea de sometimiento es lo primero que sale, la imposición de lo estereotipado en la concepción de roles. Hay un castigo físico obligatorio y asumido como tributo a una femineidad con falsas creencias de belleza, vanidad y elegancia .
En los mejores años de la vida, la moda impone un tipo de calzado que es contrario a la propia naturaleza del pie femenino. Aun con los trastornos de salud propios de la mujer, esta se somete al cumplimiento de la tortura, con entrega, porque solo así se ve atractiva para el hombre y sobre todo para las demás mujeres.
No recuerdo el momento, cuando aburrida de cambiar tapitas, solté esta obligación y comencé a usar zapatos de tacón bajo. Qué permisos y soluciones tan oportunos trae la maternidad y con el tiempo, la edad.
Este no es para nada un calzado cómodo, pero su uso da a la mujer una configuración del cuerpo que eleva los glúteos y la vuelve llamativa a los ojos masculinos. Los escuché en algún momento expresar el comentario del por qué les gustaba más una mujer en tacones.
Paradójicamente, también he escuchado a algún hombre referirse a que la parte que más le gusta de una mujer son los pies, y estos con el uso continuo de este tipo de calzado se van deformando, provocando el terrible juanete.
Quienes me conocen bien saben del repudio que le tengo al llamado "Día de la mujer", donde esta sigue viéndose como el objeto apetecible, bajo el poderío masculino. De igual manera me choca toda la parafernalia que significa la ceremonia de quince años, donde se presenta a la mujer en sociedad, para indicar que ya está apta para la concepción y se vuelve así un nuevo elemento visual para las apetencias masculinas.
Toda la vida sentí la presencia del hombre como un obstáculo para mi desempeño como estudiante y luego profesional, había calles donde no se podía pasar, porque los individuos se apostaban en las puertas de negocios o encima de muros a piropear a cuánta mujer caminara por allí.
El abuso masculino está aún vigente en la actualidad. Estar en una parada de autobús y recibir las miradas y comentarios, muchas veces obscenos, de quienes se sentían con el derecho de proferir ese tipo de expresiones era un mal que incomodaba en demasía.
Afortunadamente, ya estoy libre de ello, pero no así mis hijas; una de ellas suele comentarme de este tema.
Me da risa recordar, cómo me temblaban las piernas con este tipo de calzado, cuando sabía que iba a enfrentarme al juicio masculino al transitar por alguna calle.
Cierro el ejercicio y me doy cuenta de que dentro de mí hay un repudio a esa manera de ser de muchos hombres, que ven a cualquier mujer como objeto de deseo, no importándoles la poca edad que esta tenga.
Agradecida con el amigo @emiliorios, por este ejercicio que me trajo recuerdos y develó antiguos miedos ocultos, afortunadamente ya superados.
Invito a @santamorillo, @lilianajimenez y @syllem, para que nos muestren su elección y aprendizaje.
Gracias por tu amable lectura.
Mi contenido es original.
Imagen principal propuesta en la iniciativa de @emiliorios.
Collage elaborado en Canva con dibujos en color rojo hechos por mí.
Fotografía propia de mi archivo personal.
I'm participating in our friend @emiliorios's initiative with a very timely proposal that includes the free association of ideas. The image that immediately caught my attention when I first read the post was the red shoe.
I have a grandson who really likes this color and always asks me about my favorite, especially when he sees me dressed in that shade. I always tell him I like them all, because in painting, each color conveys something to me. This exercise revealed information about me that I hadn't previously known; it was hidden inside me, and this allowed me to get to know myself better.
As I mentioned, the image and color that struck me was the red shoe. Upon closer inspection, ideas of imposition, rigor, elegance, physical fatigue, exhaustion, fulfillment of feminine roles, and the beliefs that fashion has imposed paraded through my mind, even though there is no comfort in this type of footwear.
The idea of submission is the first to emerge, the imposition of stereotypes in the conception of roles. There is mandatory physical punishment, assumed as a tribute to a femininity with false beliefs of beauty, vanity, and elegance.
In the best years of life, fashion imposes a type of footwear that is contrary to the very nature of the female foot. Even with the health problems inherent to women, they submit to the torture with devotion, because only then do they look attractive to men, and especially to other women.
I don't remember the moment when, bored of changing shoe covers, I gave up this obligation and started wearing low-heeled shoes. What timely permissions and solutions motherhood brings, and with time, age.
This is not at all a comfortable shoe, but its use gives a woman a body shape that lifts her buttocks and makes her attractive to men. I once heard them express the reason why they liked women in heels better.
Paradoxically, I've also heard some men say that the part they like most about a woman is her feet, and with continued use of this type of footwear, they become deformed, causing the dreaded bunion.
Those who know me well know of my hatred for the so-called "Women's Day," where women continue to be seen as a desirable object, under the control of men. I'm also shocked by the paraphernalia surrounding the quinceañera ceremony, where a woman is presented to society to indicate that she is ready to conceive, thus becoming a new visual element for male desires.
All my life, I felt the presence of men as an obstacle to my performance as a student and later as a professional. There were streets where you couldn't pass because men would stand at the doors of businesses or on top of walls flirting with any woman who walked by.
Male abuse is still prevalent today. Standing at a bus stop and receiving the stares and comments, often obscene, of those who felt entitled to utter such expressions was an unbearable malaise.
Fortunately, I'm free of it now, but not my daughters; one of them often talks to me about it.
It makes me laugh to remember how my legs used to shake in these shoes, when I knew I was going to face male judgment as I walked down the street.
I close the exercise and realize that deep within me there's a repudiation of this way of being of many men, who see any woman as an object of desire, no matter how young she is.
I'm grateful to my friend @emiliorios for this exercise that brought back memories and revealed old, hidden fears, fortunately now overcome.
I invite @santamorillo, @lilianajimenez, and @syllem to share their choices and lessons learned.
Thank you for your kind reading.
My content is original.
Main image proposed in @emiliorios's initiative.
Collage created in Canva with red drawings made by me.
Own photography from my personal archive.
