A mí me gusta decir que ella es mi hija mayor, aunque lo que le lleva a Ian Kmilo sea apenas unos meses, el Kmilín nació el 13 de Diciembre, de 2009 también; y sí, es exactamente así como lo estás pensando: mis hijos proceden ambos de mí pero tienen madres distintas (esa es una historia que tal vez algún día me motive a contar 🤭)
Hoy prefiero hablarles de los recuerdos que desde hace unos días se ha esmerado en devolverme el Facebook 🥹⬇️
Éstas selfies son de Agosto del 2022, testimonian y dejan registro afectivo de la 2da ocasión que pude tenerlos juntitos, durante una semana, 2 años antes de que yo autorizara la salida definitiva y el reencuentro de Kmilín en España con su madre.
Ésta de aquí, de 2013, es la única foto que conservo de cuando vivíamos los 3 juntitos en el Albergue de Cultura, y nos íbamos a pasar horas en el Muelle Real todas las noches.
Los dos, además del sello familiar de mi ñata 😅 tienen el mismo vicio de quien los engendró cuando menos se esperaba, sin planificación alguna 😏 viven así, vean ⬇️
Les cuesta despegarse del móvil.
Pero aman también a las mascotas ⬇️
Durante esos días que estuvieron conmigo en Junco Sur, yo andaba cuidando a Alba, la perrita verdugo de mi amiga Susana, que tenía un turno médico en La Habana.
Y aman también estar en estrecho vínculo con la naturaleza (éso lo heredaron de mí tanto como de sus respectivas madres) ⬇️
Aunque llegaron a mi vida de manera inesperada y aunque hace mucho no consigo comunicarme con ellos, mis hijos siguen siendo y significan para mí lo que expresa una frase que pudiera parecer trillada: ellos son las dos pupilas de mis ojos.
Tuve noticias de ellos el mismo día, después de haber dicho en una entrevista en Perlavisión que no había tenido hijos por no contar con las condiciones necesarias para atenderlos y dije que tampoco había encontrado la pareja ideal para ello 😅 Pero Dios parece haberme escuchado, y al día siguiente me sorprendió con dos tazas como a quien no quiere caldo: a las 10 am la primera llamada, y a las 2 pm la 2da 👀🤭
No me arrepiento de haber respaldado a sus madres en su decisión de concebirlos ni de haberlos reconocido, ni titubié ni dudé. Estuve en el Hospital junto a ellas cuando ambos nacieron y hasta el día de hoy tienen mi apellido paterno. Serán Rodríguez hasta que cada uno lo decida. De los dos, mi Amalia que ayer arribó a los 16, me ha amenazado con ello con frecuencia 🥹 y la entiendo, es la que nunca me tuvo muy cerca, bajo el mismo techo; el Kmi al menos tuvo la posibilidad de vivir varios de sus primeros años conmigo, hasta que su mamá decidió que debía estar en La Habana con ella. Fue una despedida terrible, tanto para él como para mí, pero necesaria. Una vez más, a mi pesar y dolor, debía respaldarla.
Lo cierto es que, con su llegada imprevista, cada uno de mis hijos cambió de manera particular mi percepción de la existencia. Amalia por ejemplo es un poquitín mal hablada y repartera, pero muy cariñosa y sentimental. El Kmi adora la trova y el rock, es comedido, jamás dice una palabra obscena y al hablar parece tener una edad superior a la que tiene. Dicen que los hijos vienen al mundo a ser tus maestros, si es así asumo que Kmilo ha sido de armonía y diálogo y Amalia de contienda y exigencia. Son muy distintos, pero se quieren, y agradezco mucho haber tenido la oportunidad de facilitarles que se conocieran. La primera vez que lo conseguí tenían dos años y apenas lo recuerdan, pero ésa 2da a los 13 yo sé que no la olvidarán.
En cambio yo ahora sé que no hay nada más común ni más intenso que el amor filial, y que uno es capaz de asumir por sus hijos cualquier cosa a su pesar, por tal de que sean felices y avancen en sus vidas.
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