Directo al grano: he leído El problema final, de Arturo Pérez Reverte; pero no haré espóiler porque es una novela que todo lector debería leer o al menos intentarlo. De Pérez-Reverte es fácil saber, métase en las redes sociales y encontrará lo que dice, porque es un autor que dice lo que siente, lo que sabe y lo que ha vivido; y lo mejor, lo dice sin escamas en la lengua para que le caiga al que le toca.
El problema final se me presenta como el principio de los libros que pienso leer de este profesional de la escritura. Me gustó el juego de inteligencia entre el narrador y el lector; uno va recibiendo pistas y creando las propias con lo que el narrador va soltando acerca de los asesinatos y cuando ya creemos que el asunto va desamarrándose, que diremos «este es el culpable»; pues resulta que el narrador mueve el hueso y quedamos perdidos como el perro y ahí volvemos a empezar el juego, a olfatear nuevas pistas.
No había leído un libro de este género; bueno, he alcanzado a disfrutar de un par de cuentos de Sherlock Holmes y he visto un par de películas de este famoso detective; ahora no sólo quiero leer todo de Arthur Conan Doyle, también de Pérez-Reverte y como no puedo adquirirlos porque en mi país no los venden y con mi quincena de maestro tampoco puedo traerlos del exterior, pues veré cómo me las arreglo porque el trabajo de todo lector es conseguir los libros; lo demás es un asunto de robar un poquito aquí, otro poquito allá y así se va robando uno el tiempo para leerlos.
Para no alargar esto les resumo: si quieren disfrutar de un libro de misterio y suspenso; inteligentemente bien escrito; con creatividad hasta el final; con esa aparente sencillez que caracteriza al buen libro, El problema final, les resuelve ese problema.
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