Ese click qué hace el cerebro al percibir ese significativo aroma, nos hace esbozar una sonrisa de felicidad y como flashes en nuestra cabeza las imágenes de aquellos momentos pasan una a una.
El olor a pasto era algo que siempre le gustaba cuando iba de visita a la casa de mi abuela, hasta el día de hoy me gusta al igual que olor a tierra mojada.
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