Recuerda:
Cuentan que mucho tiempo atrás no existían los perros, solo los lobos. Y en ciertos lugares donde el clima era hostil, con muchísimo frío y mucha nieve acumulada, viendo que el hambre los mataba, se acercaron al hombre y se dejaron atrapar a cambio de calor, comida y agua.
O sea que el hombre domesticó al lobo feroz y lo convirtió en un cachorro manso, modificando con el tiempo su genética. Pero, como era de esperarse, muchos seres humanos lo rebajan a esclavos: los golpean, encadenan, les dan de comer y beber cuando a ellos se les da la gana, y los dejan afuera, a la intemperie, a la buena de Dios.
Simplemente el cachorro, con los ojos llorosos, se resigna. Perdió toda chispa de ferocidad. Ya no es un lobo.
También hace mucho tiempo atrás éramos cien por ciento libres. No existía la esclavitud ni los hoy llamados empleados, otra invención del hombre que, por un plato de comida, agua y un lugar calentito, te patea y decreta cómo será tu vida.
De verdad, estás muerto en vida, con los ojos llorosos resignado, o podrás después de tus actividades cotidianas poner un poco de tiempo extra para estudiar y ver ¿cómo puedes liberarte de tus cadenas?