ESPAÑOL
Mabel era una viuda que vivía con sus dos hijos, y trabajaba medio tiempo todos los días, menos el domingo. A diario tenía que discutir con sus hijos al llegar de su trabajo, para que levantaran sus juguetes del suelo, estaban habituados a sacarlos del baúl donde los guardaban, y dejarlos tirados por todos lados. A veces no podía ni caminar porque pisaba algún objeto, o lo pateaba, era realmente incómodo. Ni hablar de las muñecas de su hija Lisa, siempre quedaban colocadas en muebles y mesas como parte de un desfile de modelos.
Un día, ya cansada de aquel reguero, estaba muy molesta y dijo frases muy fuertes, como jamás ella misma se había escuchado, y en medio de la explosión verbal, mientras terminaba de guardar los juguetes más pequeños que estaban en el suelo, dejó escapar de su boca una frase muy peligrosa que provocó un extraño estallido en la estancia.
Mabel dijo: ¡Malditas muñecas del demonio! Así como saben posar, también deberían moverse solas para regresar a su sitio.
Al momento que culminó la expresión, un ruido seco se escuchó cerca de ella. Era la tapa del baúl de madera que había caído, como si alguien la hubiera cerrado con mucha fuerza, provocando ese estallido seco en la habitación.
No le dio mucha importancia a lo sucedido con la tapa del baúl, y se fue a la cocina. Los niños se quedarían a dormir ese fin de semana en la casa de los abuelos, así que se dispuso a dejar todo en orden antes de irse a dormir, y dijo para sí misma: “Termino aquí, y recojo las dichosas muñecas de Lisa para que la casa mañana amanezca ordenada”.
Cuando finalizó y se dirigió a la sala, todo estaba ordenado, las muñecas ya no se encontraban donde hace un momento las había dejado, y no entendía qué había pasado, ni dónde estaban. Fue al cuarto de los niños, y al abrir el baúl, todas las muñecas estaban ahí guardadas. Ella no recordaba haberlo hecho, y en sus pensamientos se decía: ¿Será que Lisa y mamá regresaron y las guardaron? Pero, ¡Por qué no me dijeron nada!
Pensó en llamarlas para preguntarles pero se distrajo con otra cosa al entrar en su habitación, y luego se quedó dormida. Esa noche tuvo inquietas pesadillas, veía a las muñecas corriendo por toda la casa riéndose a carcajadas. Despertó a medianoche sobresaltada y no pudo dormir más. Fue a la cocina a prepararse un té para tratar de calmar sus nervios y dormirse de nuevo, pero cuando pasó frente a la sala, no podía creer lo que estaba viendo. Todas las muñecas de Lisa estaban acomodadas en el sofá, las poltronas, la alfombra, y la mesita del centro.
Sintió un escalofrío espantoso recorriendo toda su espalda, y se quedó pasmada observándolas sin entender. Lo más inquietante era que todas la veían fijamente a los ojos como si tuvieran vida. Repentinamente, comenzaron a mover sus ojos y se miraban entre ellas, y volvían a mirar a la mujer que ya casi estaba petrificada del miedo con aquella escena terrorífica. Desesperada, salió de ahí y se fue a la casa de sus padres. Los niños y el abuelo dormían, y ella con angustia le relató a su madre lo que estaba pasando. La anciana no podía creerlo, y rebuscando en lo sucedido poco antes, concluyó que la maldición que expresó su hija de alguna manera había poseído a las muñecas. Sin pensarlo, realizó un maleficio que obró en ellas dándole vida.
Llamaron a una vieja amiga que conocía de esas cosas ocultas, y ella les sugirió que la única manera de acabar con ese tipo de maleficio, era quemando las muñecas. Dejaron a los niños con el abuelo, y se fueron con Mabel a la casa para proceder a realizar el ritual, pero al llegar, las muñecas ya no estaban en la sala, ni en el baúl. No sabían qué hacer, ni dónde podían estar. Mientras la amiga preparaba en el patio una fogata, Mabel y su madre revisaban cada rincón de la casa buscando a aquellas horribles criaturas, pero no aparecían por ningún lado.
El último lugar por revisar era el ático, pero estaba oscuro, había olvidado reparar la conexión de luz que estaba dañada. Con unas linternas encendidas se ayudaron, pero no veían nada ahí. Y en ese instante, la madre de Mabel lanzó un grito ahogado al mismo tiempo que una especie de tenaza apretaba su cuello cortándole la respiración. Se comenzaron a escuchar de nuevo las carcajadas burlonas de las espantosas muñecas, y Mabel girando hacia su madre, pudo ver a una de ellas ahorcándola. Con desesperación, de un golpe le arrancó la cabeza y por fin soltó a la anciana que ya estaba perdiendo la vida. En ese momento, comenzaron a salir todas las demás muñecas en forma amenazante, y se iban sobre ellas.
La amiga, atraída por los gritos, llegó sosteniendo una bolsa muy grande en sus manos, y entre las tres pudieron atrapar a algunas de aquellas criaturas endemoniadas, dentro del montón que se había aglomerado frente a ellas, y con la misma salieron corriendo del ático, cerrando su puerta por fuera. Tiraron la bolsa en la fogata con las muñecas atrapadas en ella, los gritos que emitían eran infernales. Entre oraciones, las vieron consumirse hasta convertirse en cenizas, pero Mabel quedó con la inquietud de que no pudo atrapar a todas, las demás quedaron en el ático encerradas.
La amiga le explicó que al quemar sólo una, las demás perdían fuerza, porque su inesperado maleficio, aunque hizo efecto, era fácil de neutralizar ya que ellas obraban juntas, como un solo cuerpo repartido en todas. En pocas palabras, había sido impulsado por una frase negativa expresada con mucha fuerza y coraje. Por eso le recomendaba en lo consiguiente, cuidar mucho lo que expresaba en momentos de ira, ya que podía ser reversible y peligroso.
Cuando vieron consumirse las muñecas, regresaron al ático acompañadas de un farol de combustible que Mabel buscó, y al alumbrar bien el lugar, quedaron boquiabiertas al ver en el suelo los cuerpos carbonizados del resto de las muñecas, algunas con los ojos abiertos en señal de espantosa agonía. Cualquiera que haya sido la entidad diabólica que las poseyó, terminó sus días en aquel ritual que acabó con su presencia. Oraron por la paz de aquel lugar, y por el alma de esas entidades que escogen caminos equivocados en vida y muerte.
Ésta es mi participación en la iniciativa de @zonadeescalofrio titulada Junio de muñecas malditas en ZDE, donde fui invitada por mi amiga @brujita18. Extiendo la invitación a mis amigas @belkyscabrera y @cirangela.
ENGLISH
Mabel was a widow who lived with her two children, and worked part-time every day except Sunday. Every day she had to argue with her children when they came home from work, so that they would pick up their toys from the floor, they were used to take them out of the trunk where they kept them, and leave them lying all over the place. Sometimes she couldn't even walk because she stepped on an object, or kicked it, it was really uncomfortable. Not to mention her daughter Lisa's dolls, they were always placed on furniture and tables as if they were part of a fashion show.
One day, tired of that mess, she was very upset and said very loud phrases, as she had never heard herself, and in the middle of the verbal explosion, while she finished putting away the smallest toys that were on the floor, she let escape from her mouth a very dangerous phrase that caused a strange explosion in the room.
Mabel said: Damn devil dolls! As well as they know how to pose, they should also move by themselves to return to their place.
Just as she finished the expression, a thud sounded near her. It was the lid of the wooden trunk that had fallen, as if someone had closed it with great force, causing that dry pop in the room.
She didn't give much thought to what happened with the trunk lid, and went to the kitchen. The children would be sleeping over that weekend at the grandparents' house, so she decided to tidy up everything before going to bed, and said to herself: "I'll finish here, and pick up Lisa's dolls so that the house will be tidy tomorrow ".
When she finished and went to the living room, everything was tidy, the dolls were no longer where she had left them a moment ago, and she didn't understand what had happened, or where they were. She went to the children's room, and when she opened the trunk, all the dolls were stored there. She did not remember having done it, and in her thoughts she said to herself: *Could it be that Lisa and mom came back and put them away? But, why didn't they tell me anything?
She thought about calling them to ask, but she got distracted by something else when she entered her room, and then she fell asleep. That night she had restless nightmares, seeing the dolls running around the house laughing loudly. She woke up at midnight with a start and couldn't sleep anymore. She went to the kitchen to prepare some tea to try to calm her nerves and fall asleep again, but when she passed in front of the living room, she couldn't believe what she was seeing. All of Lisa's dolls were arranged on the sofa, the armchairs, the carpet, and the coffee table.
She felt a dreadful shiver run down her spine, and she stood transfixed, staring at them without understanding. The most disturbing thing was that they all stared into her eyes as if they were alive. Suddenly, they began to move their eyes and looked at each other, and looked back at the woman who was almost petrified of fear with that terrifying scene. Desperate, she left and went to her parents' house. The children and the grandfather were asleep, and she anxiously told her mother what was happening. The old woman could not believe it, and looking into what had happened a short time before, she concluded that the curse her daughter expressed had somehow possessed the dolls. Without thinking, she cast a spell that worked on them, bringing them to life.
They called an old friend who knew of such occult things, and she suggested that the only way to put an end to such a curse was to burn the dolls. They left the children with their grandfather, and went with Mabel to the house to proceed with the ritual, but when they arrived, the dolls were no longer in the living room, nor in the trunk. They did not know what to do, nor where they could be. While her friend prepared a bonfire in the backyard, Mabel and her mother searched every corner of the house looking for those horrible creatures, but they were nowhere to be found.
The last place to check was the attic, but it was dark, as they had forgotten to repair the damaged light connection. They used flashlights to help them, but they could see nothing there. And at that instant, Mabel's mother let out a choked scream at the same time that a kind of pincer squeezed her neck, cutting off her breathing. The mocking laughter of the frightful dolls began to be heard again, and Mabel, turning to her mother, could see one of them choking her. In desperation, with one blow she tore off her head and finally released the old woman who was already losing her life. At that moment, all the other dolls began to come out in a threatening manner, and they went on top of them.
The friend, attracted by the screams, arrived holding a very large bag in her hands, and between the three of them they were able to catch some of those demonic creatures, inside the pile that had crowded in front of them, and with it they ran out of the attic, closing the door on the outside. They threw the bag into the fire with the dolls trapped in it, the screams they emitted were hellish. Between prayers, they watched them burn to ashes, but Mabel was left with the worry that she couldn't catch them all, the others were left in the attic locked up.
The friend explained that by burning only one, the others lost strength, because her unexpected curse, although it took effect, was easy to neutralize since they worked together, as a single body distributed in all of them. In short, he had been impelled by a negative phrase expressed with great force and courage. Therefore, I recommended him to be very careful about what he expressed in moments of anger, since it could be reversible and dangerous.
When they saw the dolls being consumed, they returned to the attic accompanied by a lantern of fuel that Mabel looked for, and when they illuminated the place well, they were dumbfounded to see on the floor the charred bodies of the rest of the dolls, some with their eyes open in sign of frightful agony. Whatever the diabolical entity was that possessed them, it ended its days in that ritual that ended its presence. They prayed for the peace of that place, and for the souls of those entities that choose wrong paths in life and death.
This is my participation in the @zonadeescalofrio initiative titled June of cursed dolls, where I was invited by my friend @brujita18. I extend the invitation to my friends @belkyscabrera and @cirangela.
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Muñecos en una maleta // Dolls in a suitcase - Pixabay
Colección de muñecas // Collection of dolls - Pixabay
Muñeca sucia // Dirty doll - Pixabay
Muñeca espeluznante // Creepy doll - Pixabay
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