Las sombras de la ventana coquetean y tejen un mapa cambiante sobre mi rostro. Barras de luz filtradas por las persianas, entran en mi piel como rejas sutiles. Una franja oscura acaricia la curva de mis pómulos, mientras otra, más tenue, baila en la comisura de mis labios.
Una sombra retozona se proyectaba nítida sobre mi frente, un límite geométrico que contrasta con la suavidad de mi mejilla.
La luz alta iluminaba solo un ojo, dejando el otro en misteriosa penumbra, y un trazo de sombra se deslizaba por mi cuello como un dedo en silencio. Todo un juego efímero de claroscuro, modelando mis facciones con la quietud del mediodía, un retrato fugaz escrito en luz y oscuridad, sobre el lienzo de mi piel morena.
The shadows from the window flirt and weave a shifting map across my face. Bars of light, filtered through the blinds, seep into my skin like subtle bars. A dark stripe caresses the curve of my cheekbones, while another, fainter one, dances at the corner of my lips.
A playful shadow cast itself sharply on my forehead, a geometric boundary contrasting with the softness of my cheek.
The high light illuminated only one eye, leaving the other in mysterious shadow, and a stroke of darkness slid down my neck like a silent finger. An ephemeral play of chiaroscuro, shaping my features with the stillness of noon—a fleeting portrait written in light and darkness upon the canvas of my brown skin.