Hace unos días caminaba por la acera de una céntrica avenida y sentí un constante cascar. Me detuve al instante, era una ardilla comiendo los frutos del Ateje blanco. También recuerdo de mi infancia, que mi padre hacía un vino exquisito con su pulpa y en ocasiones nos daba infusiones de la planta cuando teníamos catarro porque es un excelente expectorante.
You are viewing a single comment's thread from: