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Mujer,
te quiero, más que a mis zapatos,
esos que aguantan callados,
desgastados pero orgullosos,
testigos de cada paso que di… buscándote.
Pero tú,
me dejas guindando,
como esos pares huérfanos,
bamboleándome al viento,
sin piso, sin dirección.
Y, aun así, te quiero a chorros.
Más que al cuero mallugado,
más que a la suela que se amoldó a mis días.
Porque tú no solo calzas mi vida,
tú me electrocutas.
Sí, mujer,
me pasas corriente como si tus besos fueran de alta tensión,
me chamuscas las ganas,
me dejas con humo en el alma y olor a cable quemado.
Termino rendido,
como zapato viejo al que ya no le queda más camino,
pero aun así se aferra…
porque es tuyo.
Porque sabe que guindar por ti,
también es amar.
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Todas las imágenes fueron editadas usando CANVA.
Caracas, 2 de julio del 2025