Las sorpresas son bonitas, son detalles que no esperamos de otras personas. Yo no se como reaccionar ante ellas, esas emociones me sobrepasan sin duda alguna. Hace mucho tiempo quise darle una sorpresa muy sencilla a mi esposo en ese momento.
Siempre se quejaba que el despertador no lo despertaba que necesitaba como un gallo pegado a la pata de la cama para despertarse. Yo con el corre corre de los niños el desayuno, me cansaba de llamarlo y a último minuto se levantaba. Era como tener cuatro hijos en vez de tres.
Cuando buscaba los juguetes de los niños para el niño Jesús encontré un reloj despertador en forma de gallo y no solo la forma hacia el kikiriki bien fuerte. Lo compre le pusieron las pilas y lo envolvieron. Cuando llegue a casa lo escondí junto con los regalos de los niños arriba en el closet.
A la mañana siguiente mi esposo se levanto diciendo que había escuchado un gallo sonando en el cuarto. Parece que la sorpresa ya comenzaba a funcionar. Así estuvo por varios días, hasta llego a decir que se estaba volviendo loco porque había un kikiriki en el closet.
Tenia dos opciones desempacar el reloj cuando el no estuviera y sacarle las pilas o decirle lo que estaba pasando.
Por supuesto no aguante y le tuve que confesar lo que pasaba. El reloj se había quedado con las pilas puestas y activado a las 5 de la mañana. Yo no aguantaba la risa mientras se lo confesaba. Adiós regalo sorpresa.
Este texto corresponde a mi participación en el reto diario del amigo @latino.romano y @mariannewest
ENGLISH VERSION
Surprises are lovely; they're details we don't expect from other people. I don't know how to react to them; those emotions definitely overwhelm me. A long time ago, I wanted to give my husband a very simple surprise at that moment.
He always complained that the alarm clock didn't wake him up, that he needed something like a rooster attached to the leg of the bed to wake him up. With the children running around, I would tire of calling him, and at the last minute he would get up. It was like having four children instead of three.
When I was looking for the children's toys for Baby Jesus, I found an alarm clock in the shape of a rooster, and not only did the shape make it cock-a-doodle-doo loudly. I bought it, put the batteries in, and wrapped it. When I got home, I hid it with the children's gifts upstairs in the closet.
The next morning, my husband woke up saying he'd heard a rooster crowing in the room. It seemed the surprise was already starting to work. This went on for several days, even going so far as to say he was going crazy because there was a cock-a-doodle-doo in the closet.
I had two options: unpack the watch when he wasn't there and take out the batteries, or tell him what was going on.
Of course, I couldn't hold it in and had to confess what was happening. The watch had been left with the batteries in and started at 5:00 a.m. I couldn't hold back my laughter while I confessed. Goodbye surprise gift.
This text corresponds to my participation in the daily challenge of my friend @latino.romano and @mariannewest
Traducido con google (versión gratuita)
Photos with source identified
Translated with google (free version)
