Imagen de mi autoría generada con ChatGPTNo sé si es cosa mía, pero yo siempre quiero el asiento de la ventana en el bus.
No porque vaya a mirar algo increíble, ni porque me encante ver el tráfico, sino porque desde ahí las cosas se sienten distintas. Es como si ese pequeño rectángulo de vidrio me separara del mundo, pero a la vez me dejara espiar sin tener que participar.
Siempre que subo, voy directo a buscarlo y cuando lo encuentro libre es como si hubiera ganado una pequeña batalla. Ahí, pegado al vidrio puedo apoyar la cabeza, pensar sin que me miren, ver cómo pasan las casas, la gente, los perros, las parejas discutiendo, las esquinas solitarias, todo.
Y no soy el único, todo el mundo prefiere ese asiento, lo he notado.
Cuando el bus se va llenando, los asientos del pasillo se ocupan solo después de que ya no quedan ventanas, es como si todos entendiéramos que ese lugar tiene algo especial, no es más cómodo ni más grande, pero es… más nuestro.
Una vez, una señora me pidió cambiarme porque se mareaba, pero me hice el dormido, perdón señora se que no estuvo bien, pero ese día necesitaba ese pedacito de mundo solo para mí.
Ese asiento es mi pequeño lugar agradable en medio del desorden, el ruido y los días pesados, desde ahí todo parece menos urgente, como si el movimiento del bus me arrullara un poco el alma.
Y es que ese asiento junto a la ventana es el sitio donde me desconecto del mundo y me conecto conmigo mismo, es como entrar en una cápsula transparente, donde nadie tiene el poder de interrumpir mi introspección, ahí, sin hablar con nadie, sin mirar el celular, solo mirando hacia afuera me ordeno por dentro.
Y claro, también está el detalle de que si me siento ahí, nadie me molesta para pararse a cada rato, jajajaja.
El que se sienta en el puesto del pasillo vive de pie, pobrecito, en cambio yo, ahí pegado a la ventana, soy el rey del bus… aunque sea por unas cuadras.
Si quieres participar en este contenido
Invito a: @nahueldare3627 @osomar357 @ungrancuento
🇬🇧 English Version
Image of my own, generated with ChatGPTI don't know if it's just me, but I always want the window seat on the bus. Not because I'm going to see something amazing, or because I love watching the traffic, but because things feel different from there. It's as if that small rectangle of glass separates me from the world, but at the same time, it lets me spy in without having to participate. Whenever I get on, I go straight to look for it, and when I find it free, it's as if I've won a small battle. There, pressed up against the glass, I can rest my head, think without being watched, watch the houses, the people, the dogs, the couples arguing, the lonely corners, everything go by. And I'm not the only one; everyone prefers that seat, I've noticed. When the bus fills up, the aisle seats are taken only after there are no more windows. It's as if we all understand that this place has something special about it. It's not more comfortable or bigger, but it's... more ours. Once, a woman asked me to change seats because she was feeling dizzy, but I pretended to be asleep. Sorry, ma'am, I know it wasn't nice, but that day I needed that little piece of the world just for me. That seat is my pleasant little place amidst the clutter, the noise, and the busy days. From there, everything seems less urgent, as if the movement of the bus lulled my soul a little. And that window seat is the place where I disconnect from the world and connect with myself. It's like entering a transparent capsule, where no one has the power to interrupt my introspection. There, without talking to anyone, without looking at my phone, just looking outward, I organize myself inside. And of course, there's also the detail that if I sit there, no one bothers me to get up every now and then, hahaha. The one who sits in the aisle seat lives standing up, poor thing. On the other hand, I, right there by the window, am the king of the bus... even if it's just for a few blocks. If you want to participate in this content I invite: @nahueldare3627 @osomar357 @ungrancuento
