La Audiencia de Ciudad Real condena a seis años y tres meses de cárcel a José Lomas, conocido librero de Ciudad Real, quien pasó a ser el homicida de La Atalaya. Pareciera una historia de ficción; pero no, Lomas no desenfundó sus libros, sino una escopeta con la que le pegó dos soberanos disparos a un ciudadano hondureño que entró a robar en su finca de La Atalaya en la madrugada del 1 de agosto de 2021.
No sé por qué, pero al leer esto se me viene Freud a la cabeza y su idea de la casualidad.
Decía Freud que las coincidencias, no señor, no existen; que cuando coincidimos con alguien de casualidad es porque ya lo habíamos visto antes con el rabillo del ojo y lo dejamos pasar, pero que queda ahí, en nuestro subconsciente y que no paramos hasta conseguirlo.
Pues, parece que, al ladrón, quien tenía múltiples antecedentes judiciales por robos, lo que quiere decir que ya lo habían visto en su oficio y no precisamente por el rabillo, sino con el cañón del ojo, se lo encontró quien lo buscaba: la bala, que lo cargaba en el subconsciente y que utilizó al librero para darle la razón a Freud.