Qué linda eres, mi Iris.
Abrazo y acepto tu consejo.
A veces cuando voy a salir a defender mi lado iluminado, calculo el daño que causarán mis palabras. Porque, aunque todos me ven toda dulce y amable, puedo llegar a ser un ser oscuro, hiriente y despreciable. Puedo llegar a lastimar justo donde sé que va a doler, porque además tengo el don de leer a las personas.
Pero respiro profundo y elijo cada día mis batallas.
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