La felicidad tiene el olor de la lluvia, el murmullo del viento, tiene esa voz de los ríos cuando el agua arrastra sus piedras, la felicidad, tan simple como un suspiro y tan compleja cuando la convertimos en una meta.
Recuerdo una pequeña historia de un hombre que acostumbraba a posponerla diciendo: -cuando me gradúe voy a ser feliz, cuando consiga un buen trabajo, cuando tenga una esposa, cuando lleguen los hijos- y así la vida iba pasando en ese deseo inalcanzable de ser feliz.
Pero, qué tal si en lugar de hacer de ella una meta la convertimos en el camino, el paso a paso, el despertar, el beso en la mejilla, la mano que nos sostiene o ese abrazo que nos sorprende.
Vivir es un reto, una oportunidad de una sola vez, por qué no arriesgarse a vivir lo bueno o malo con amor, por qué no inventarle orejas gigantes a la tristeza.
A todos nos pasan cosas que duelen, a veces vivimos historias que nos marcan el dolor en la piel pero una sonrisa puede hacer sanar, llorar también sana, pero todo tiene un tiempo y ese tiempo lo decide uno mismo, por qué no invertir esa frase que dice “la felicidad no existe, solo momentos felices” y comenzamos a decir que la tristeza no existe, solo momentos tristes, por qué seguir diciendo que este es un valle de lágrimas.
Cuando me confirmaron el diagnóstico de Autismo pensé que era lo peor que podía pasarme y si, lloré y me dejé atrapar en una tristeza que no me dejaba ver ese rostro hermoso y sonriente que no sabía de qué le estaban hablando.
Hoy sé que mi experiencia no es la peor o la mejor historia, pero es la que he vivido y desde ella me atrevo a hablarles de felicidad, mi felicidad, mi reino feliz, mis tres hijos, Dylan es el del medio, como decimos popularmente los cubanos.
Su autismo, me enseñó a descubrir tantas pequeñas cosas, siempre, desde pequeña, fui una niña más apegada a la nostalgia y la soledad, siempre escondida entre las páginas de los libros.
Mi hija mayor siempre fue como un rayo de sol, toda armonía, al nacer Dylan me costó mucho aceptar lo muy diferente que era, aunque siempre fue un niño muy alegre pero su alegría era distinta como sus juegos y sus gustos, todo me asustaba y preocupaba.
Hasta un día, me tomó tiempo, pero lo entendí, entendí que no importaba el diagnóstico, era mi pequeño, ese que necesitaba y merecía una mami feliz y orgullosa de tenerlo, esa fue la mejor medicina para los dos.
Un tiempo después nació la más pequeña, si la mayor era mi sol y Dylan mi arcoíris, Lía llegó como un cascabel, ya tiene catorce años y aun no deja de hacerse notar.
Pero no solo mis hijos me hacen feliz, también disfruto de mí, de lo que soy como persona y como profesional, como poeta, la vida también me ha dado sus regalos, he publicado varios libros y cada uno me trajo muy buenos momentos y la posibilidad de compartir con amigos.
Otra cosa que siempre he disfrutado mucho es el trabajo con los niños, cada encuentro con ellos es puro encanto, agradezco todas esas sonrisas y sobre todo la sinceridad con que abrazan.
Todas estas razones y tantas, tantas otras que quisiera contarles son mi camino, mi felicidad y si has tenido la paciencia para leerme eso también me hace feliz y espero que este día no sea ni un día más, ni un día menos, disfrútalo y sonríe porque la felicidad estará ahí, en tu sonrisa.
Gracias a esta comunidad por abrirme sus puertas y a ti por llegar hasta aquí, abrazos.
Happiness has the smell of rain, the murmur of the wind, has that voice of the rivers when the water drags its stones, happiness, as simple as a sigh and so complex when we turn it into a goal.
I remember a little story of a man who used to postpone her by saying: "When I graduate I will be happy, when I get a good job, when I have a wife, when the children arrive- and so life was going through that unattainable desire to be happy.
But, what if instead of making it a goal we turn it into the road, the step by step, the awakening, the kiss on the cheek, the hand that holds us or that hug that surprises us.
Living is a challenge, an opportunity at once, why not risk living the good or bad with love, why not invent giant ears to sadness.
Things that hurt, sometimes we live stories that mark pain in the skin, but a smile can heal, cry also, but everything has a time and that time decides yourself, why not invest that phrase that says “happiness does not exist, just momentsHappy ”and we begin to say that sadness does not exist, just sad moments, why keep saying that this is a valley of tears.
When they confirmed the diagnosis of autism I thought it was the worst thing I could happen and yes, I cried and let myself catch in a sadness that did not let me see that beautiful and smiling face that I did not know what they were talking about.
Today I know that my experience is not the worst or best story, but it is the one I have lived and from it I dare to talk to them about happiness, my happiness, my happy kingdom, my three children, Dylan is the middle, as we popularly say the Cubans.
His autism taught me to discover so many little things, always, since childhood, I was a girl more attached to nostalgia and loneliness, always hidden among the pages of the books.
My eldest daughter was always like a ray of sun, all harmony, at birth Dylan cost me a lot to accept how different she was, although she was always a very cheerful child but her joy was different as her games and tastes, everything scared and worried me.
Until one day, it took me time, but I understood it, I understood that the diagnosis did not matter, it was my little one, that I needed and deserved a happy and proud mommy of having it, that was the best medicine for both of us.
Some time later the smallest was born, if the older one was my sun and Dylan my rainbow, Lía arrived as a rattle, is already fourteen years old and still does not stop being noticed.
But not only my children make me happy, I also enjoy what I am as a person and as a professional, as a poet, life has also given me their gifts, I have published several books and everyone brought me very good moments and the possibility of sharing with friends.
Another thing that I have always enjoyed is the work with the children, each encounter with them is pure charm, I appreciate all those smiles and especially the sincerity with which they embrace.
All these reasons and so many others that I would like to tell them are my way, my happiness and if you have had the patience to read me, it also makes me happy and I hope this day is not one more day, not a day less, enjoy it and smile because happiness will be there, in your smile.
Thanks to this community for opening its doors and you for getting here, hugs.
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