Saludos. La amiga @rosahidalgo en su columna para la comunidad de @holos-lotus nos deja la invitación a conectarnos con nuestro Ser interior, para de ese modo poder prestar atención a cualquier cosa que nos pueda comunicar. Les comento…
Durante los años de la infancia recibí de mis padres sus creencias espirituales, una mezcla de componentes religiosos, mitologías paganas, y creencias de muchos tipos. Para ellos estaba claro que nuestra realidad corporal formaba parte de algo mucho más grande, un mundo donde el misterio estaba a la orden del día.
Con mis padres participé en diferentes rituales religiosos, aprendí a rezar y tener confianza en los poderes de la Fe.
Aquellas enseñanzas en ocasiones me proporcionaban tranquilidad y muchas veces desasosiego, inquietud y temor.
Al llegar a la adolescencia me volví un muchacho cuestionador. Comencé a interrogar al mundo espiritual desde los límites de mi razón, un espacio donde no era posible encontrar las respuestas que yo deseaba hallar.
Mientras más pasaba el tiempo más me empecinaba yo en sobredimensionar la capacidad de mi razón. Una postura por demás muy ingenua, porque luego fui comprendiendo que esa razón humana, a la que yo tanto apostaba, en realidad no era nada todopoderosa, sino que era como un queso lleno de grandes agujeros.
Mientras más me apegaba a los caminos de esa racionalidad más me apartaba de los espirituales. Pero había algo que no funcionaba, porque en realidad no me sentía mejor ni más satisfecho; por el contrario, cada vez me sentía más desubicado, vacío, y anhelante de encontrar alguna paz.
Tardé un poco en entender que aquella apuesta mía estaba completamente equivocada, que mi enfoque estaba errado. Al pretender olvidarme de la realidad espiritual estaba dejando de lado un componente fundamental de mi esencia como ser humano.
Comencé entonces un camino de retorno. Paso a paso fui encontrando el lugar a mis inclinaciones racionalistas, sin volverlas excesivas y omniabarcantes. Sin que ello resultara en un conflicto con mi espiritualidad. Fui entendiendo que una cosa no tiene por qué estar reñida con la otra, sino que ambas forman parte de una dinámica que nos complementa como personas.
En realidad me costó aceptar que hay muchas cosas inexplicables, que sencillamente están más allá de la razón, y que puede resultar completamente inútil cualquier tiempo que dediquemos a buscarles explicaciones. Nuestra capacidad de conocer tiene límites, eso es una realidad.
Lo que si no parece tener límites es nuestra capacidad de profundizar en la presencia espiritual, de conectarnos con esas realidades espirituales que nos habitan.
Quizá para los Occidentales como nosotros sea mucho más difícil alcanzar esos niveles sublimes de iluminación como los que se relatan en la vida del Buda y de todos los que logran tener experiencias místicas.
Sin embargo, en mi experiencia puedo decir que por lo menos podemos avanzar bastante para lograr estados de paz muy tranquilizadores.
La amiga Rosa nos habla en su escrito de poder llegar a un estado de conexión espiritual en el que seamos capaces de escuchar esa voz que nos habita. La que pudiera tener muchos nombres y ser entendida de diferentes formas según la creencia de cada quien. En mi caso la llamaría la voz de Dios, o de nuestro Creador.
Creo que todos tenemos la capacidad de poder escuchar esa voz. En algunas oportunidades cuando he logrado calmar mi mente y he dejado de poner la atención a mis pensamientos, quizá haya tenido destellos de esa escucha.
Me doy cuenta porque en esos momentos la angustia desaparece y en su lugar se instala una reconfortante sensación de paz. Además, en esos momentos también se me ha iluminado el entendimiento para encontrar respuestas o soluciones a situaciones que me afligen.
Si alguien me lo pregunta no dudaría en recomendarle que busque la manera de profundizar en su espiritualidad. Cualquier tiempo que le dediquemos a eso al final será recompensado con la posibilidad de poder asumir las cosas desde perspectivas que no habíamos imaginado.
Gracias por tu tiempo.
Greetings. The friend @rosahidalgo in her column for the @holos-lotus community leaves us the invitation to connect with our inner Self, so that we can pay attention to whatever it can communicate to us. Let me tell you...
During my childhood years I received from my parents their spiritual beliefs, a mixture of religious components, pagan mythologies, and beliefs of many kinds. For them it was clear that our bodily reality was part of something much bigger, a world where mystery was the order of the day.
With my parents I participated in different religious rituals, I learned to pray and to have confidence in the powers of Faith.
Those teachings sometimes gave me tranquility and many times uneasiness, restlessness and fear.
As I reached adolescence I became a questioning boy. I began to question the spiritual world from the limits of my reason, a space where it was not possible to find the answers I wanted to find.
The more time passed, the more I insisted on overestimating the capacity of my reason. A very naive stance, because later I came to understand that this human reason, to which I was betting so much, in reality was not all-powerful at all, but was like a cheese full of big holes.
The more I became attached to the ways of that rationality, the more I moved away from the spiritual ones. But there was something wrong, because I didn't really feel better or more satisfied; on the contrary, I felt more and more out of place, empty, and longing to find some peace.
It took me a while to understand that this gamble of mine was completely wrong, that my approach was mistaken. By pretending to forget about spiritual reality, I was leaving aside a fundamental component of my essence as a human being.
I then began a path of return. Step by step I found a place for my rationalistic inclinations, without making them excessive and all-encompassing. Without this resulting in a conflict with my spirituality. I came to understand that one thing does not have to be at odds with the other, but that both are part of a dynamic that complements us as people.
In fact, it was hard for me to accept that there are many inexplicable things, that they are simply beyond reason, and that any time we spend looking for explanations for them can be completely useless. Our capacity to know has limits, that is a reality.
What does not seem to have limits is our capacity to deepen our spiritual presence, to connect with those spiritual realities that inhabit us.
Perhaps for Westerners like us it is much more difficult to reach those sublime levels of enlightenment such as those recounted in the life of the Buddha and all those who manage to have mystical experiences.
However, in my experience I can say that at least we can advance enough to achieve very tranquilizing states of peace.
Our friend Rosa speaks to us in her writing of being able to reach a state of spiritual connection in which we are capable of listening to that voice that inhabits us. The one that could have many names and be understood in different ways according to each person's belief. In my case I would call it the voice of God, or of our Creator.
I believe that we all have the capacity to be able to listen to that voice. On some occasions when I have managed to calm my mind and I have stopped paying attention to my thoughts, perhaps I have had flashes of that listening.
I can tell because in those moments the anguish disappears and a comforting sense of peace settles in its place. Moreover, in those moments my understanding has also been enlightened to find answers or solutions to situations that afflict me.
If someone asks me, I would not hesitate to recommend that they look for ways to deepen their spirituality. Any time we spend on that will be rewarded in the end with the possibility of being able to take on things from perspectives we had not imagined.
Thank you for your time.
Translated with DeepL.com (free version)
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