Mi propia rebeldía me ha hecho enfrentar tragos bien amargos, aunque no con las consecuencias tan amplias como el tuyo. Pero también me enseñaron a ser la persona que soy, que no me callo lo que creo que está mal y no tolero la ambivalencia ni a quienes aspiran a quedarse con la mantequilla y el dinero de la mantequilla.
Sé que por no quedarme callado he perdido mucho, pero creo sinceramente que acallar ética y principios en base a obediencia tiene resultados peores. Hoy creo sinceramente que tener un lobo interior es algo que hace falta, muy desamparado está el que calla por obediencia, porque tendrá que callar con frecuencia y usualmente sin razón válida.