La frase “Dios ayuda a quienes se ayudan a sí mismos” se originó con Algernon Sidney en 1698, lo expongo solo como complemento a tu introducción.
Sé y entiendo que en Venezuela las cosas no son fáciles y que poco a poco se van recrudeciendo. Aprovechar la libertad que aún tienen los venezolanos de poder salir a caminar y tener contacto con la naturaleza es de mayor importancia. Mi hermano en Caracas, sube con la familia a Los Venados en El majestuoso Ávila, al menos una vez por mes. Por la cercanía a la playa —unos 30 minutos— también acostumbra muy frecuentemente.
Yo, aquí en Canadá, pues no para en casa. Cada estación trae momentos inolvidables. Los prados hoy ya se han teñido de verde, pues ya hace 15 días que estamos en primavera. Las caminatas son diarias, el compartir con los vecinos también. Siempre, un cafecito con unas ricas galletas nos acompañan a la puesta del sol.
Desde hace muchos años —25 o más— he cultivado el bienestar personal, pues, como lo he escrito otras veces, somos en nuestros años producto del exceso y abusos de cuando éramos jóvenes. Hay mucha gente mayor que padecen enfermedades producto de esas actividades y comelonas que tuvieron en sus tempranos años, así que no hay queja, el daño está hecho, a convivir con él.
Me alegra que tenga el ánimo para salir a caminar, de leer, de escuchar y compartir sus experiencias —a ver si algún joven nos lee y toma cartas en el asunto de su propia vida a futuro—.