Hello, friends of @holos-lotus.
Today I'd like to share with you a very personal reflection on three qualities that are very important and that we need to nurture for our personal growth.
With time and maturity, I've come to understand the importance of these three qualities through direct experience, not theory. They are health, joy, and confidence. For me, they aren't abstract ideas taken from self-help books or empty words; rather, they are three functional pillars.
Their value is measured in daily life, in the ability to face a difficult day or to enjoy a good one.
Health is our greatest possession. Health sustains our steps. We could have material riches, but if we don't have the health to enjoy them, they are worthless.
I understand health as the basic operational resource. It's the fuel for the body and mind. Without a minimum level of health, everything becomes more difficult. I've had periods of extreme exhaustion, where simply thinking about a project overwhelmed me. It wasn't a lack of willpower; it was a lack of health. Physical energy and mental clarity are the platform from which any action is launched.
When I neglect sleep, nutrition, or exercise, my entire system suffers. My productivity drops, my mood worsens, and my outlook becomes negative. That's why I now consider taking care of my health not as a luxury, but as my primary obligation. It's the tangible foundation that allows me to work, connect with others, and simply be present. Without it, any other achievement loses its meaning, because I lack the vital capacity to experience it.
Joy, happiness, is our greatest treasure. Joy illuminates the path and clears away storms and clouds so we can see the sun.
For me, joy is not a constant state of euphoria. It is a sense of inner well-being, often silent. It is the ability to find satisfaction in what one is doing, to laugh sincerely, to feel gratitude for a moment of peace. This quality acts as an emotional regulator.
In periods when I have lost touch with joy, I have become cynical, irritable, and obsessively focused on problems. Joy doesn't magically solve problems, but it completely changes the attitude with which I face them. It's the lubricant that prevents the friction of daily life from completely wearing down the machinery.
I strive to cultivate it actively: by dedicating time to what I enjoy, distancing myself from sources of toxicity, and allowing myself moments of simple, guilt-free leisure. It's a conscious decision to direct my attention toward what builds up, not what destroys.
Confidence is our greatest friend. Above all, self-confidence. Confidence transforms life into a shared journey, not a solitary battle.
Self-confidence is the glue that binds health and joy. It's the inner voice that affirms, "I can handle this." Without confidence, health suffers from anxiety, and joy is extinguished by doubt. I've made poor decisions due to a lack of confidence, constantly seeking external validation. This turns life into a lonely battle, because you feel like you're alone against the world.
True confidence is built with small actions. Every time you keep a promise you make to yourself—like finishing a task, maintaining a habit, or setting a boundary—your confidence grows a little. It's not about believing you're perfect, but about knowing your capabilities and your real limitations.
This self-confidence allows you to genuinely open up to others because you don't depend on their approval to feel valid. It allows you to collaborate, ask for help, and share the journey because your worth is not up for debate.
When these three qualities are cultivated, even difficult days find balance. And by taking care of your inner self, your outer world begins to fall into place on its own.
I've found that these three qualities form a system. If my health is solid, I have the energy to seek joy. If I find joy, my confidence is strengthened. And if I trust myself, I make better decisions to protect my health. It's a self-sustaining cycle. Investing in this inner care isn't an act of selfishness; it's fundamental work.
When these three areas are stable, external challenges don't disappear, but I'm better equipped to face them. Crises don't feel like total disasters, but rather manageable situations.
Balance isn't something found outside; it's something built from within, with the raw materials of health, joy, and confidence. And it's from this inner strength that the external world can truly begin to change for the better.
Versión en español
Hola, amigos de @holos-lotus.
Hoy quisiera compartir con ustedes una reflexión muy personal sobre tres cualidades que son muy importantes y necesitamos cuidar para nuestro crecimiento personal.
Con el tiempo y la madurez, he llegado a comprender la importancia de estas tres cualidades a través de la experiencia directa, no de la teoría. Son la salud, la alegría y la confianza. Para mí, no son ideas abstractas sacadas de libros de autoayuda o palabrareía vacía; sino tres pilares funcionales.
Su valor se mide en la vida diaria, en la capacidad para enfrentar un día complicado o para disfrutar de uno bueno.
La salud es nuestra mayor posesión. La salud sostiene nuestros pasos. Pudiéramos tener riquezas materiales, que si no tenemos salud para disfrutarlas, de nada vale.
Entiendo la salud como el recurso operativo básico. Es el combustible del cuerpo y la mente. Sin un nivel mínimo de salud, todo se vuelve más difícil. He tenido épocas de agotamiento extremo, donde el simple hecho de pensar en un proyecto me resultaba abrumador. No era falta de voluntad; era falta de salud. La energía física y la claridad mental son la plataforma desde la que se lanza cualquier acción.
Cuando descuido el sueño, la alimentación o el movimiento, todo mi sistema se resiente. Mi productividad baja, mi humor empeora y mi perspectiva se vuelve negativa. Por eso, ahora considero el cuidado de mi salud no como un lujo, sino como la primera obligación. Es la base tangible que me permite trabajar, relacionarme y simplemente estar presente. Sin ella, cualquier otro logro pierde su sentido, porque no tengo la capacidad vital para experimentarlo.
La alegría, la felicidad es nuestro mayor tesoro. La alegría ilumina el camino y despeja las tormentas y nubes para poder ver el sol.
La alegría, para mí, no es un estado de euforia constante. Es un sentido de bienestar interno, a menudo silencioso. Es la capacidad de encontrar satisfacción en lo que se está haciendo, de reírse con sinceridad, de sentir gratitud por un momento de paz. Esta cualidad actúa como un regulador emocional.
En los periodos en los que he perdido la conexión con la alegría, me he vuelto cínico, irritable y me he enfocado obsesivamente en los problemas. La alegría no resuelve los problemas mágicamente, pero cambia completamente la actitud con la que los afronto. Es el lubricante que evita que la fricción de la vida diaria desgaste por completo la maquinaria.
Me esfuerzo por cultivarla de manera activa: dedicando tiempo a lo que me gusta, alejándome de fuentes de toxicidad y permitiéndome momentos de simple ocio sin culpa. Es una decisión consciente de orientar la atención hacia lo que construye, no hacia lo que destruye.
La confianza es nuestro mayor amigo. Sobre todo, la confianza en nosotros mismos. La confianza convierte la vida en un viaje compartido, no en una batalla solitaria.
La confianza en uno mismo es el pegamento que une la salud y la alegría. Es la voz interna que afirma "puedo manejar esto". Sin confianza, la salud se debilita por la ansiedad y la alegría se apaga por la duda. He tomado decisiones erróneas por falta de confianza, buscando constantemente la validación externa. Eso convierte la vida en una batalla solitaria, porque sientes que estás solo contra el mundo.
La verdadera confianza se construye con acciones pequeñas. Cada vez que cumples una promesa que te haces a ti mismo—como terminar un trabajo, mantener un hábito o establecer un límite—tu confianza crece un poco. No se trata de creerse perfecto, sino de conocer tus capacidades y tus límites reales.
Esta autoconfianza es la que te permite abrirte a los demás de manera genuina, porque no dependes de su aprobación para sentirte válido. Te permite colaborar, pedir ayuda y compartir el viaje, porque tu valor no está en discusión.
Cuando estas tres cualidades se cultivan, incluso los días difíciles encuentran equilibrio. Y al cuidar lo interno, lo externo comienza a ordenarse por sí mismo.
He comprobado que estas tres cualidades forman un sistema. Si mi salud es sólida, tengo la energía para buscar la alegría. Si encuentro alegría, mi confianza se fortalece. Y si confío en mí, tomo mejores decisiones para proteger mi salud. Es un ciclo que se alimenta a sí mismo. Invertir en este cuidado interno no es un acto de egoísmo, es el trabajo fundamental.
Cuando estas tres áreas están estables, los desafíos externos no desaparecen, pero yo estoy mejor equipado para enfrentarlos. Las crisis no se sienten como derrumbes totales, sino como situaciones manejables.
El equilibrio no es algo que se encuentra fuera, es algo que se construye desde dentro, con la materia prima de la salud, la alegría y la confianza. Y es desde esa fortaleza interna que lo externo realmente puede empezar a cambiar para bien.
