Hi, ladies, I'm here today with a concern stemming from a story my husband told me.
My husband tells us that one day he was riding a bus. Since it was quite empty, he was able to sit down. Two stops later, when the bus was already even more crowded, a clearly pregnant woman got on, and Abel, without thinking twice, stood up to give her his seat.
The young woman shook her head. Abel insisted, thinking the young woman was embarrassed, and the young woman rudely said no. And then she said, "I don't need your seat." I can stand. Being a woman doesn't make me weak."
Normally, I would agree with her: being a woman doesn't make me weak. Quite the opposite.
But accepting a seat, whether from a man or a woman, doesn't make me weak either. Accepting a courtesy from a man doesn't make me weak either.
Chivalry doesn't diminish my feminism, my femininity, or make me less empowered.
All extremes are bad, I've always told my children. Feminism is one thing, and extremism is another. Because of actions like that of the young woman on the bus, many men limit themselves to being courteous to us.
Attitudes like these can be found in different aspects of everyday life, and they make us look bad. Not men, but us.
In the young woman's case, she wasn't just rude; she was ungrateful and irresponsible. She was pregnant, so standing on a bus is irresponsible. Not only because of the swaying of the bus, but because she could accidentally be hit by a passing passenger.
The whole conversation with my husband started with a phrase we heard on the street: chivalry is dead.
And no, it's not dead, my friends. If anything, people like her have contributed to its demise with our attitudes.
If my husband weren't the way he is, he wouldn't give his seat to any woman after all. He just knows that one tree doesn't make a forest.
I am an empowered woman because I don't depend on anyone to live. Because I excel on my own, to feel good. I am a director, head of department, president, wife, friend, sister. I am a woman and feminine. Nothing and no one can take that away from me.
My husband is chivalrous to me every day, and I find that beautiful, flattering; it makes me feel good, loved, and cared for. He's even one of those who likes to give flowers.
I don't depend on him to bring me breakfast in bed. I can do it myself, but I enjoy it so much that why deprive myself of that sunrise? I can do it, but it can also be done for and for me.
Being an empowered woman, being feminine, being a feminist, is an attitude toward life; it's defending our rights. Rights achieved after so many struggles over more than a century.
Let's not spoil it.
Versión en español
Hola, chicas, hoy vengo con una preocupación generada por una historia que me hizo mi esposo.
Cuenta mi esposo que un día iba montado en un ómnibus. Al ir bastante vacío, pudo sentarse. Dos paradas después, ya con el ómnibus más lleno, subió una muchacha claramente embarazada y Abel, sin pensarlo, se levantó para darle el asiento.
La joven, negó con un ademán de la cabeza. Abel insistió, pensando que a la joven le daba pena y la joven, de muy mala forma le dijo que no. Y luego le dijo: a mí no me hace falta “tu asiento”. Yo puedo aguantar de pie. Ser mujer no me hace débil.
Normalmente, estaría de acuerdo con ella: ser mujer no me hace débil. Todo lo contrario.
Pero aceptar el asiento, sea de un hombre o mujer, tampoco me hace débil. Aceptar un gesto de cortesía de un hombre, tampoco me hace débil.
La caballerosidad no disminuye mi feminismo, mi femeneidad, ni me hace menos empoderada.
Todos los extremos son malos, siempre se lo he dicho a mis hijos. Una cosa es el feminismo y otra el extremismo. Por acciones como la de la joven del ómnibus, muchos hombres se limitan a tener acciones de cortesía con nosotras.
Actitudes como estas podemos encontrarlas en distintas facetas del día a día y nos hacen quedar mal a nosotras. No a los hombres: a nosotras.
En el caso de la joven, no solo fue descortés, fue ingrata e irresponsable. Estaba embarazada, por lo que ir de pie, en un ómnibus, es una irresponsabilidad. No solo por el vaivén del ómnibus, sino porque podía ser golpeada, sin querer, por algún pasajero al pasar.
Toda la conversación con mi esposo inició por una frase que escuchamos por la calle: la caballerosidad ha muerto.
Y no, no ha muerto, amigas. En todo caso: personas como ella han contribuido a que se pierda con nuestras actitudes.
Si mi esposo no fuera como es, no le diera el asiento a ninguna mujer despyde eso. Solo que, él sabe que un árbol no hace bosque.
Soy una mujer empoderada porque no dependo de nadie para vivir. Porque me supero por mí misma, para sentirme bien. Soy directora, jefa de departamento, presidenta, esposa, amiga, hermana. Soy mujer y femenina. Nada ni nadie me puede quitar eso.
Mi esposo es caballeroso conmigo a diario y eso me resulta hermoso, halagador, me hace sentir bien, querida, atendida. Incluso, es de los que le gusta regalar flores.
No dependo de él para que me lleve el desayuno a la cama. Puedo hacerlo yo pero, disfruto tanto de eso que, ¿por qué privarme de ese amanecer? Puedo hacerlo, pero también lo pueden hacer por y para mí.
Ser mujer empoderada, se femenina, feminista es una actitud ante la vida, es defender nuestros derechos. Derechos alcanzados tras tantas luchas desde hace más de un siglo.
No lo echemos a perder.
