My paternal family is of the type that reminds one of a traditionalist brotherhood. Respectful of schedules, customs, with iron routines. I think they all enjoy an aristocratic delirium.
That “virtue” extends to all aspects of life including pets. Now you will understand what I mean.
In the pictures you will see me with a beautiful four year old Siberian Husky, a very affectionate, lusty animal, but, as you will also appreciate, at times he strikes a pose and looks like a perfectly dignified animal, as if possessed by the same grandeur that has inhabited the grandparents' house for decades.
His name is Jasper, or as I prefer to say, Jasper the Third. If we are talking about aristocracy, logic calls me to coherence.
Well, Jasper III inherited his name from two ancestors. Unlike this one, those were two intimidating German Shepherds. Of the first one I only have the reference from the memories of my father and my uncles, the second one I knew well. I remember that no matter how hard I tried to win him over as a child, I never got to know his doggy heart. None of my cousins got a better result. Only my grandmother enjoyed his affection.
After her death, my grandmother was determined not to have another dog at home. Years went by, my grandmother died and then, my cousins, the younger ones, came up with the idea of bringing the most adorable puppy in the world.
I asked as if I didn't know the answer. To which my cousin replied: —Jasper, of course.
You can't really expect anything else from a family in which all the male children are named John and the only female of the litter, Joan.
This is how the new Jasper, the Third, who survived the abandonment of his original owners, my cousins, when they both left for another country, grew up. In that condition, those of us who remained, assumed him as the subject of our affection, including my centenarian grandfather who had him as a companion next to his armchair until the day of his natural death.
Now the grandparents are gone but my youngest uncle still lives in the aristocratic house, and we, the rest of the family, continue to visit it. When we arrive we are always greeted by Jasper, with a doggy hug, putting his paws on our shoulders and managing to unsettle us to the point of throwing us to the ground. That was my most recent experience with him: I ended up on the floor under a huge ball of white fur. Then we had an affectionate dialogue until he regained his composure and resumed the pose.
At least this Jasper lets himself be loved and is loved!
I hope you find these notes about a family and the lineage of a name pleasant to say the least.
It has been a pleasure to come to this community to share with you a little bit of my relationship with canines. I promise to be back with other stories very soon.
With this post I make my entry to this rond 3 of the weekly #dogmingo contest. Thanks for the opportunity.
Until the next bark!
I invite you to visit the project DRIP - WITNESS NODE - BPUD
Support the witness and vote for TheBbhProject! Project carried out by @bradleyarrow
Mi familia paterna es de ese tipo que recuerda a una cofradía tradicionalista. Respetuosos de horarios, costumbres, con rutinas férreas. Creo que todos gozan de un delirio aristocrático.
Esa "virtud" se extiende a todos los aspectos de la vida incluyendo a las mascotas. Ahora entenderán a qué me refiero.
En las imágenes me verán con un hermoso Husky siberiano de cuatro años, un animal lozano, muy afectuoso pero, como también podrán apreciar, por momentos toma pose y parece un animal perfectamente digno, como poseído por la misma grandeza que habita por décadas la casa de los abuelos.
Su nombre es Jasper, o como prefiero decir, Jasper el Tercero. Es que si de aristocracia hablamos, la lógica me llama a la coherencia.
Pues bien, Jasper Tercero heredó tal nombre de sus antecesores. A diferencia de este, aquellos fueron dos intimidantes pastores alemanes. Del primero solo tengo la referencia por las memorias de mi padre y mis tíos, al segundo lo conocí bien. Recuerdo que por mucho que me esforzara en conquistarlo, siendo una niña , nunca logré conocer su corazón perruno. Ninguno de mis primos consiguió un mejor resultado. Solo mi abuela gozaba de su cariño.
Luego de su muerte , mi abuela se empeñó en no tener otro perro en casa. Pasaron los años, mi abuela murió y entonces, a mis primos, los menores, se les ocurrió traer al cachorrito más adorable del mundo.
—¿Qué nombre tendrá?—pregunté como si no supiera la respuesta. A lo que mi prima respondió: —Jasper, por supuesto.
Es que en realidad no se puede esperar otra cosa de una familia en la que todos los hijos hombres se llaman Juan y la única mujer de la camada, Juana.
Así fue creciendo el nuevo Jasper, el Tercero, quien sobrevivió al abandono de sus dueños originales, mis primos, cuando ambos se marcharon a otro país. En esa condición, los que nos quedamos, lo asumimos como sujeto de nuestro cariño, incluyendo a mi centenario abuelo que lo tuvo como acompañante junto a su sillón hasta el día de su muerte natural.
Ahora los abuelos no están pero mi tío menor sigue viviendo en la casa aristocrática, y nosotros, el resto de la familia, continuamos visitándola. Cuando llegamos siempre nos recibe Jasper, con un abrazo perruno, poniendo sus patas sobre los hombros y logrando desestabilizarnos hasta lanzarnos al suelo. Esa fue mi experiencia más reciente con él: terminé en el suelo bajo una enorme bola de pelos blanco. Luego tuvimos un diálogo afectuoso hasta que recuperó la compostura y retomó la pose.
¡ Al menos este Jasper se deja querer y se hace querer!
Espero que estás notas sobre una familia y el linaje de un nombre les resulten cuanto menos agradable.
Ha sido un gusto llegar a esta comunidad para compartirles un poco de mi relación con los canes. Prometo regresar con otras historias muy pronto.
Con este post hago mi entrada a este rond 3 del concurso semanal de #dogmingo. Gracias por la oportunidad.
¡Hasta el próximo ladrido!
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