Hi, girls.
Today I'm a human again. Yesterday I had to take my son to the hospital.
I didn't take any photos at the hospital, as I couldn't think about anything other than my son at that moment.
In the end, he didn't have anything serious, just an infection that swollen his lymph nodes. However, I was very scared.
Anyone who has children or is raising a child knows what I'm talking about. We mothers, for every physical pain our children experience, our emotional pain is greater.
And the fear of the worst never goes away.
Both Abel and I immediately felt the child show us the lump under his jaw; we were very scared.
Of course, we had to summon our courage and strength to keep from showing the child how scared we were, lest he scare us back.
We immediately left for the hospital.
I'm writing this post as a way of thanking all the doctors and lab technicians who treated my child at the pediatric hospital.
I arrived, or rather, we arrived, in less than 10 minutes at the hospital. I was terrified, and multiple differential diagnoses ran through my mind, each one worse than the last. I knew this wasn't going to help me, but I couldn't help it.
However, as soon as we entered the office, the smile of the doctor who greeted me reassured me. She gave me the peace of mind I needed to recover from the shock.
The care was magnificent. This doctor led me by the hand to the lab to have my son's blood tested. She then picked me up with the results and took me to the surgeon's office. The surgeon is a lovely person who doesn't like to be on camera, but she treated me with such care, a hopeful smile, and such personalized attention, as if we were family.
Only those who have been in my position will know the importance of kind treatment and encouraging words when we are so scared.
There is a reality: fear blinds us and prevents us from thinking clearly. Hence the value I place on the family-like treatment of the pediatricians who treated my son.
Just listening to them and having them there relieved my pain. Not just my child's pain, they relieved mine. They made me feel whole again.
To all the pediatricians in the world, I ask you to be like these professionals who treated my son. Save a mother from pain and from the greatest fear in the world.
Thank you all so much.
Versión en español
Hola, chicas.
Hoy es que vuelvo a ser persona. Ayer tuve que llevar a mi hijo al hospital.
No tiré fotos en el hospital, ya que no tenía cabeza para nada que no fuera mi hijo en ese momento.
Al final no tenía nada grave solo una infección que le inflamó los ganglios. Sin embargo, me asusté mucho.
Todo aquel que tiene hijos o está criando algún niño sabe a qué me refiero. Nosotras las madres, por cada dolor físico que tienen nuestros hijos, nuestro dolor emocional es mayor.
Y el miedo a lo peor, nunca se nos quita.
Tanto Abel como yo enseguida el niño nos mostró la bola bajo su mandíbula, nos asustamos en gran medida.
Por supuesto, que tuvimos que armarnos de valor y de fuerza, para no mostrarle al niño lo asustados que estábamos, para que él nos asustara también.
Enseguida partimos hacia el hospital.
Este post lo estoy escribiendo a modo de agradecimiento a todos los médicos y técnicos de laboratorio, que me atendieron al niño en el hospital pediátrico.
Llegué, o mejor dicho,llegamos en menos de 10 minutos el hospital. Yo estaba aterrorizada y por mi mente pasaban múltiples diagnósticos diferenciales, cada uno peor que el otro. Sabía que eso no me iba a ayudar, pero no podía evitarlo.
Sin embargo, nada más que entramos a la consulta, la sonrisa de la doctora que me recibió, me dio seguridad. Me dio la tranquilidad que necesitaba para reponerme de susto.
La atención fue magnífica. Esta doctora me llevó de la mano hasta el laboratorio, para que le hicieran el análisis de sangre a mi niño. Luego me recogió con los resultados y me llevó hacia la consulta de la cirujana. La cirujana es un amor de persona que no le gusta salir en cámara, pero que me atendió con un cuidado una atención, una sonrisa esperanzadora y un trato tan personalizado, como si fuéramos familia.
Solo aquellos que han estado en mi posición, sabrán de la importancia que tiene el buen trato y la palabra alentadora, cuando estamos así asustadas.
Hay una realidad: el miedo ciega y no nos permite pensar con claridad. De ahí el valor que le doy al trato familiar de los profesionales pediatras que atendieron a mi hijo.
El solo hecho de escucharlos y tenerlos delante, aliviaron mi dolor. No solo de mi niño, aliviaron al mío. Me hicieron sentir completa otra vez.
A todos los pediatras del mundo, les pido que sean como estos profesionales que atendieron a mi hijo. Salven a una madre del dolor y del mayor de los miedos del mundo.
Muchas gracias a todos.
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