Amiga, ¡comparto total esa sensación de vértigo creativo! Es como si las ideas vinieran a borbotones, queriendo salir todas a la vez, ¿sabes? Y justo después, la frustración cuando intentas atraparlas y se te escurren como agua entre los dedos. Mira, yo me apaño con un lapicero un poco especial. No solo escribe, sino que graba, ¡hasta cien horas de esos pensamientos que se escapan! Es como un puente raro entre lo que se te ocurre al vuelo y algo que puedes tocar después. A veces voy caminando o estoy charlando, y de repente, ¡zas!, una idea me cae encima con una fuerza… que no me da tiempo a escribirla. Menos mal que llevo ese cacharrito tecnológico siempre conmigo. Luego, cuando escucho las grabaciones, ¡me encuentro con fragmentos de cosas que ni recordaba haber pensado! Es como si mi cabeza hubiera estado trabajando por su cuenta, tejiendo ideas sin que yo me enterara del todo.
Ahora sí, para redactar y darle forma, tiro de Word porque me facilita mucho dictar, traducir, o ponerme a escribir sin más. Pero siempre acabo volviendo a ese rollo de mezclar lo de antes con lo de ahora, ¿entiendes? El lapicero me salva cuando todo va a mil por hora, y el teclado, pues, pone en orden todo ese aire que no pude retener al principio. Eso sí, y en esto coincidimos seguro: nada, nada reemplaza esa chispa de empezar a escribir porque algo dentro te quema, no porque sea una tarea más. Y es verdad, cuando el día está gris y no hay ganas, hasta el corrector parece que se pone tonto, ¿a que sí?
Uf, y ni te cuento las veces que he perdido trabajos enteros porque la tecnología decidió fallar en el peor momento. Eso sí que me enseñó a no fiarme de un solo método. Por eso, antes de darle a “publicar” o mandar algo, lo guardo de mil maneras, en varios sitios. Es como si cada idea fuera un hilito finísimo que no quiero que se rompa. Al final, escribir, creo yo, es eso: ir navegando entre las herramientas que tienes y lo que sientes en ese momento, entre la prisa que a veces te entra y la necesidad de parar. Pero cuando todo encaja —la inspiración, que te sientas a gusto, tener lo que necesitas—, hasta las palabras más sencillas encuentran su sitio solas. Es como si fueran piezas de un puzle que ya estaban ahí esperándote, sin saber cómo. Esto fue dictado antes de pasarla como comentario en tu publicación.