Imagen de mi autoría generada con ChatGPTLa habitación estaba oscurita, apenas la iluminaba la lamparita de dragón con una lucecita tibia al costado de la cama. Tomás ya tenía puesta su pijama y abrazaba su peluche favorito acomodándose entre las sábanas mientras su papá buscaba el cuento de esa noche.
¿Hoy qué leemos?, preguntó el papá, revolviendo los libros que siempre estaban desordenados en la repisa.
Uno inventado dijo Tomás, medio escondido bajo la cobija. Pero uno tuyo, no de esos de los libros.
¿Uno mío? A ver… el papá se sentó al borde de la cama, se acomodó los anteojos aunque no los necesitaba para contar cuentos, y se quedó pensando. Bueno, aquí va.
Tomás se acomodó mejor, con los ojos ya medio entrecerrados, pero muy atento.
Había una vez, empezó el papá, un papá que no quería que su niño creciera tan rápido. Le gustaba cuando lo abrazaba con sus brazos cortitos, cuando le hacía preguntas raras y cuando se le quedaba dormido encima mientras veían películas.
¿Cómo yo…? susurró Tomás con una sonrisa picara y soñadora.
Sí… muy parecido. Ese papá no tenía poderes mágicos, pero cada noche, cuando se apagaba la luz, deseaba en silencio que el tiempo caminara más despacio. Aunque fuera solo un poquito.
¿Y qué pasaba?
Pasaba que el niño también deseaba lo mismo, pero no se animaba a decirlo. Hasta que un día, justo antes de dormir, lo miró a los ojos y le dijo bajito:
¿Papá, y si no te haces viejito nunca?
Imagen de mi autoría generada con ChatGPTTomás escondió su carita, hasta la nariz, bajo la cobija. No dijo nada, pero se le notaba la emoción en la cara, de esas que vienen del centro del corazón.
¿Y qué dijo el papá? preguntó por fin, con voz apenas audible.
Dijo que no sabía cómo hacer eso, pero que tenía una idea, Podían guardar todos los momentos felices en un lugar secreto, y si los cuidaban bien esos momentos no envejecerían nunca.
¿Y dónde los guardaban?
En un rinconcito del corazón. Ahí donde se guardan las risas, los abrazos, las canciones inventadas, los cuentos y así cuando querían los sacaban y los vivían una y otra vez.
Tomás se durmió sonriendo, porque el cuento se le había metido en sus ojitos cerrados y en los brazos que se aferraban a su peluche favorito.
Imagen de mi autoría generada con ChatGPTEl papá le dio un beso en la frente, se quedó unos segundos más, y apagó la luz de la lamparita de dragón.
Desde la puerta, lo miró dormir, y en voz bajita, como si fuera parte del cuento, dijo:
Deseo que nunca envejezcan nunca tus recuerdos, mi amor.
A veces no se trata de que el tiempo se detenga, sino de vivir tan bonito que lo que amamos se quede para siempre.
Y esa noche, mientras el papá recogía los libros del piso y apagaba la luz del pasillo, pensó que tal vez su hijo tenía razón.
Quizá no hacía falta crecer tan rápido, ni llenarse de ocupaciones, ni tratar de ser siempre el más fuerte. Tal vez lo más importante era eso, llegar a la cama con tiempo para inventar cuentos, para dar abrazos hasta quedarse dormidos, para reírse como locos de las cosas sencillas.
Porque sí, los años pasan…pero el amor que se cuida con calma, que se da sin apuro y con todo el corazón, ese no envejece, no se rompe…
Y nunca se olvida.
🇬🇧 English version
Image of my own, generated with ChatGPTThe room was dark, barely illuminated by the dragon lamp, which cast a warm glow next to the bed. Tomás was already wearing his pajamas and cuddling his favorite stuffed animal, settling in between the sheets while his dad looked for that night's story. "What are we reading today?" his dad asked, rummaging through the books that were always in disarray on the shelf. "A made-up one," said Tomás, half-hidden under the blanket. But one of yours, not one of those in the books. One of mine? Let's see... the father sat on the edge of the bed, adjusted his glasses even though he didn't need them to tell stories, and thought about it. Well, here goes. Tomás settled in more comfortably, his eyes already half-closed, but very attentive. Once upon a time, the father began, there was a father who didn't want his little boy to grow up so fast. He liked it when he hugged him with his short arms, when he asked him strange questions, and when he fell asleep on him while they watched movies. Like me...? Tomás whispered with a mischievous, dreamy smile. Yes... very similar. That father didn't have magical powers, but every night, when the light went out, he silently wished that time would slow down. Even if it was just a little bit. And what happened? The thing was, the boy also wished the same thing, but he didn't dare say it. Until one day, just before going to sleep, she looked him in the eyes and said softly: Dad, what if you never grow old? Tomás hid his little face, even his nose, under the blanket. He didn't say anything, but the emotion on his face was noticeable, the kind that comes from the center of the heart. And what did Dad say? he finally asked, his voice barely audible. He said he didn't know how to do that, but he had an idea. They could keep all the happy moments in a secret place, and if they took good care of them, those moments would never grow old. And where did they keep them? In a little corner of their hearts. There, where they keep the laughter, the hugs, the made-up songs, the stories, and so whenever they wanted, they could take them out and live them over and over again. Tomás fell asleep smiling, because the story had entered his closed eyes and his arms, which were clutching his favorite stuffed animal. Father kissed him on the forehead, stayed a few seconds longer, and turned off the dragon lamp. From the doorway, he watched him sleep and in a low voice, as if he were part of the story, he said: I wish your memories never grow old, my love. Sometimes it's not about time standing still, but about living so beautifully that what we love stays forever. And that night, as his father gathered the books from the floor and turned off the hall light, he thought maybe his son was right. Maybe there was no need to grow up so fast, or to overwhelm oneself with tasks, or to always try to be the strongest. Maybe the most important thing was just that: to get to bed with time to make up stories, to hug each other until they fell asleep, to laugh like crazy at the simple things. Because yes, the years go by... but love that is nurtured calmly, that is given without haste and with all your heart, that doesn't age, it doesn't break... And it is never forgotten.
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