AQUILES NAZOA, TAMBIÉN LA DÉCIMA
En la América meridional, entre el macizo de Guyana, la cordillera de Los Andes y el mar Caribe, está la tierra que Américo Vespucio y Alonso de Ojeda nombraron Venezuela, por la semejanza que vieron, al llegar a las riberas del lago Maracaibo, entre la hermosa Venecia europea y los palafitos aborígenes construidos sobre el agua.
Esa tierra privilegiada por la naturaleza ha visto nacer de su seno a muchos poetas, entre los cuales es imprescindible mencionar un nombre: Aquiles Nazoa (17 de mayo de 1920, El Guarataro, Caracas — 25 de abril de 1976, Autopista Caracas-Valencia). Resulta imposible hablar de poesía venezolana sin tener en cuenta a ese poeta profundo que, desde una aparente simplicidad, le habló tanto a la clase media como a los desheredados de la sociedad de su tiempo con versos jocosos o sentimentales, en los que reflejó fielmente las costumbres, prejuicios, amores y dolores de su pueblo.
Reconocido como gran poeta popular, aunque se llamaba a sí mismo “cantor de lo pequeño”, este hombre logró, tal vez sin proponérselo, que su obra trascendiera las fronteras temporales de su existencia.
El carácter de sus creaciones en versos, en las cuales, aunque cuenta con composiciones profundamente filosóficas como Credo universal, se destacó el humor criollo, hizo que se convirtiera en uno de los más queridos escritores de su país, alcanzando una muy notable popularidad, en rivalidad con otros reconocidos autores como Francisco Pimentel (Job Pim), de quien se considera heredero literario directo, mas, no aceptó jamás ser encasillado en marco alguno, imponiendo un sello de originalidad a su extensa obra poética.
La estrofa conocida como décima Espinela también tuvo lugar en sus inquietudes líricas, he aquí, pues, dos ejemplos de ello, como un acercamiento a su prolífica escritura, para que sirvan de acicate a los lectores amantes de esa composición rimada y medida de diez versos, tan conocida en nuestras tierras americanas.
BOLÍVAR EN UN LIBRO DE LECTURA (fragmentos)
Cuando en su esbelta alfajía
surge la aurora mojada
para tender su mirada
sobre los campos del día,
y en la temprana herrería
despierta el yunque cantor,
porque habla en lengua de amor,
y por claro y por fecundo,
se llama entonces el mundo
Bolívar Libertador.
Cuando el aguacero frío
sus rotas cántaras vierte
y en toronjiles convierte
las candelas del estío,
cuando la tierra es plantío
con altas yerbas de olor,
ese tiempo labrador
que abril cantando inaugura,
se llama por su hermosura
Bolívar Libertador.
Mi patria y sus caseríos,
sus petróleos torrenciales,
sus comarcas vegetales
y su tumulto de ríos,
salinas y labrantíos,
animales de labor,
llanto, júbilo y sudor
de esta tierra y de su gente,
se llaman sencillamente
Bolívar Libertador.
GALERÓN CON UNA NEGRA
Desde Guacara al Cajón,
de Cazorla a Palo Santo,
no hay negra que baile tanto,
como mi negra Asunción.
Cuando empieza el galerón
y entra mi negra en pelea,
todo el mundo la rodea
como hormiguero a huesito.
¡Porque hay que ver lo bonito
que esa negra joropea!
Que esa negra joropea
bien lo sabe el que la saca,
que la compara a su hamaca
cuando hay calor y ventea.
¡Así es que se escobillea!
—le dice algún mocetón.
Y en su honor hace Asunción
una figura tan buena,
que como flor de Cayena
se le esponja el camisón.
Aquiles Nazoa, poeta imprescindible de las letras latinoamericanas, con varios títulos publicados, también se dedicó al periodismo, labor en la cual alcanzó, a finales de la década del 40, el Premio Nacional de Periodismo en la especialidad de escritores humorísticos y costumbristas.
Queda abierta la invitación a acercarse a su quehacer literario, yo me quedo con la fe que aclama en los versos finales de su Credo…
Creo en la amistad como el invento más bello del hombre,
creo en los poderes creadores del pueblo,
creo en la poesía y, en fin,
creo en mí mismo,
puesto que sé que hay alguien que me ama.
ARGEL FERNÁNDEZ GRANADO
Las Tunas de El Cucalambé, Cuba, julio de 2025
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