Simplicity can have airs of grace and good luck can find refuge in it. Padilla was a quiet man with simple habits, he never got sick and worked with energy since he was very young. Lately he had been feeling a slight headache, something like having a tiny army of men drilling and combining with faint hammer blows a specific point on his skull, all followed by buzzing, when that happened he had trouble sleeping, and he woke up with a new flu.
Accustomed to home life, showing off the iron health that had always accompanied him, he noticed these ailments with surprise and asked a neighbor, one of those who get used to not leaving other people's houses, what would be good for his recent ailments.
She began to tell stories about all his illnesses and told him that a very hot tea, with a Swan's Neck leaf, had cured his headaches. Padilla, afraid of the doctors, listened to her and went for a walk to see if she could find the plant: she told him to look on the side of the hill.
On the way he met his compadre Andrés and told him what he was up to and with enthusiasm he told her how he had begun to sleep like a dormouse, after a long time of insomnia. He told him that they also called that plant Pescuezo, that with a leaf in boiling water he could make tea.
Padilla thanked him and continued on his way, but first he entered Don Eloy's winery, there he drank a soft drink, he felt it was very sweet and cloying, and he asked the owner if it would be far before planting that particular plant. , which apparently was very well known; She told him that they also called it "Endless Neck", that she prepared a leaf in boiling water and took it for the flu and it was removed immediately; Another client who was waiting added that he had been cured of incipient blindness with a leaf. Padilla remembered that her vision was a little cloudy, another reason to insist on looking for her.
He said goodbye and continued on his way, when he arrived he saw several plants and he couldn't quite determine which one it would be, although there was one that had long branches, it could be that one, he asked some people who were passing by, and they all agreed with him, that it was the one with long branches. spikes, which they also called Giraffe, that a leaf in a cup of boiling water, served to calm the heat; Another said that she used it to reduce her appetite and lose weight, and another said that it was excellent for improving the skin, and so they listed the plant's advantages.
With good spirits, he plucked a branch, it was very long, flexible and with many leaves, he folded it and put it in the bag. He felt comfortable just having the remedy in his hands. The night with its cloak of fear came before he knew it. When he went to bed he remembered each of the recommendations and concluded that he had at least ten of those ailments. He took off ten sheets and listed them: this one for insomnia, one for the eyes, another for the head, another for tinnitus, this one for the skin, another one for the flu and so on, then he boiled them all until they were reduced to a cup.
The bitter liquid scraped down his throat, he imagined bachacos crawling, biting non-stop, until it reached his stomach. His eyes began to see a parade of broken lines with dazzling colors, and then fell into a very dark hole.
He slept, of course he slept, he came out of the coma after six months, when he woke up, he touched his neck in despair, although he did not remember anything that happened. One day, someone took him for a walk and took him to the side of the hill, then he saw some colorful swans that intertwined their tall necks in a soft dance, which followed the orders of the wind and without knowing why he began to count: one for the feet, another for the fingers and so on.
Thank you for your kind reading.
I have accepted the invitation that @fragozar01 kindly extended to me, to participate in The ink well fiction prompt 158 . I invite @aplausos and @sacra97.
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Versión en Español
La simpleza puede tener aires de gracia y la buena suerte puede encontrar asilo en ella. Padilla era un hombre tranquilo de hábitos sencillos, nunca se enfermaba y trabajaba con energía desde que era muy joven. Últimamente estaba sintiendo un ligero dolor de cabeza, algo así como que un ejército diminuto de hombres le taladrara y combinara con martillazos tenues un punto específico de su cráneo, todo ello seguido de zumbidos, cuando eso le ocurría le costaba dormir, y amanecía con una nueva gripe.
Acostumbrado a la vida casera, haciendo gala de una salud de hierro que le había acompañado siempre, notaba con extrañeza esas dolencias y le preguntó a una vecina, de esas que se acostumbran a no salir de la casa de las demás gentes, qué sería bueno para sus recientes dolencias.
Ella empezó a echar cuentos de todos sus males y le dijo que un té bien caliente, con una hoja de Cuello de Cisne, le había sanado de sus dolores de cabeza. Padilla, temeroso de los médicos, le hizo caso y salió a caminar a ver si encontraba la planta: ella le dijo que buscara en la falda del cerro.
En el camino se encontró a su compadre Andrés y le contó a lo que iba y con entusiasmo él le comentó como había comenzado a dormir como un lirón, luego de mucho tiempo de insomnio. Le dijo que a esa mata también la llamaban Pescuezo, que con una hoja en agua hirviendo podía hacer el té.
Padilla le agradeció y siguió su camino, pero antes entró a la bodega de Don Eloy, allí se tomó un refresco, lo sintió muy dulce y empalagoso, y le preguntó a la dueña si faltaba mucho para llegar a la siembra de esa planta en particular, que al parecer era muy conocida; ella le dijo que también le decían «Cuello sin fin», que ella preparaba una hoja en agua hirviendo y tomaba para la gripe y se le quitaba en el acto; otra cliente que esperaba, agregó como con una hoja se había curado de una incipiente ceguera, Padilla recordó que tenía la vista un poco nublada, otro motivo más para insistir en buscarla.
Se despidió y siguió su camino, al llegar vio varias plantas y no determinaba bien cuál sería, aunque había una que tenía unas ramas largas, podría ser esa, preguntó a una gente que pasaba, y todas coincidieron con él, que era esa de largas espigas, que también le llamaban Jirafa, que una hoja en una taza de agua hirviendo, servía para calmar el calor; otra dijo que ella la usaba para no tener tanto apetito y bajar de peso y otra, que era excelente para mejorar la piel, y así fueron enumerando ventajas de la planta.
Con buen ánimo, arrancó una rama, era muy larga, flexible y con muchas hojas, la dobló y metió en la bolsa. Se sintió a gusto solo con tener el remedio en sus manos. La noche con su manto de miedo llegó antes de que se diera cuenta. Al acostarse recordó cada una de las recomendaciones y concluyó que por lo menos diez de esas dolencias la tenía él, despegó diez hojas y las fue enumerando: esta para el insomnio, una para los ojos, otra para la cabeza, otra para los zumbidos, esta para la piel, otra más para la gripe y así sucesivamente, luego puso a hervirlas todas hasta reducir a una taza.
El líquido amargo pasó por su garganta raspando, imaginó bachacos arrastrándose, mordiendo sin parar, hasta llegar a su estómago. Sus ojos comenzaron a ver un desfile de líneas quebradas con colores fulgurantes, para caer luego en un hoyo muy oscuro.
Durmió, por supuesto que durmió, salió del coma a los seis meses, cuando despertó, se tocó el cuello con desesperación, aunque no recordaba nada de lo ocurrido. Un día, alguien lo sacó a pasear y lo llevó a la falda del cerro, entonces vio unos cisnes de colores que entrecruzaban sus espigados cuellos en una suave danza, que seguía las órdenes del viento y sin saber el porqué comenzó a contar: una para los pies, otra para los dedos y así sucesivamente.
Gracias por tu amable lectura.
He aceptado la invitación que gentilmente me hiciera @fragozar01, para participar en The ink well fiction prompt 158. Invito a @aplausos y @sacra97.
Mi contenido es original.
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