El día que nací no hubo fiesta en Nueva Orléans. Tampoco fue de celebración el 4 de agosto de 1901. Un día común, podrá parecerles. Y lo es en cierto modo, simple como la vida de un hombre simple pero con una particularidad: esa mañana de verano de 1901, la historia del jazz comenzaba a escribirse con letras de oro, el sonido del llanto del Rey fue el clarín al alba. Y claro que estoy hablando de quien, para mí, está más allá del talento, Louis Armstrong.
Cuando escucho esa voz rota y grave que alterna con un dominio técnico de la trompeta, afianzado en la emoción, siento que Satchmo me habla y su vida queda ilustrada con la música. Hay cierta melancolía en su manera de interpretar, un profundo dolor, remembranzas capaces de provocar conexiones muy intensas. Quien conoce su historia bien sabe las razones de ese estilo único.
La música es su consecuencia, resultado de una infancia difícil. Abandonado por el padre, con una madre muy joven que acudió a la prostitución para alimentar al pequeño Louis y a su hermana, a la edad de 11 años fue a dar a un correccional de menores para niños negros, cumpliendo condena por disparar un arma al aire en la noche de Año Nuevo. ¿Triste principio, no creen? Pero quiso su buena estrella que en ese sitio conociera la trompeta y dedicara el tiempo de sentencia a aprender el instrumento que sería el símbolo más grande de su matrimonio con la música. Al evocar esos días dijo: "Creo que todo mi éxito se remonta a aquella vez que me arrestaron por ser un niño desobediente, porque entonces tuve que dejar de corretear y empecé a aprender algo. Sobre todo, empecé a aprender música".
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En ese consorcio feliz desarrolló sus capacidades, su estilo, su pasión. Llegó a la escena según una jugada suicida, presentado como "El mejor trompetista del mundo" y aunque no lo era en aquel momento, la fábula se convirtió en realidad y su talento, mucho más la impronta genuina en el sonido real, desgarrador de su performance, le dieron razones de peso para ser considerado como uno de los más grandes padres de un género al que dió el toque de gracia con el scat y la improvisación sin artificios.
Amigos de @greenzone, se preguntarán por qué parezco divagar sobre Louis Armstrong y he seleccionado este tópico como carta de presentación en este nuevo espacio al que @iriswrite y @maylink nos invitan con puertas abiertas. No desesperen, confío entenderán al llegar al final de este post.
Soy un alma musical por excelencia, si fuera a definirme; si alguien me quisiera conocer en realidad pues la música sería mi argumento mayor. No concibo nada de lo que hago sin una melodía de fondo, así escribo, escribo con música, escribo sobre la música, trato de imponerle el ritmo, la sensación que me provoca a lo que dibujo o a mis ideas de tipo "poético".
A propósito pudieran entender un poco de lo que intento explicar desde un poema y que, manteniendo el hilo inicial, también tiene de Armstrong y de otras bestias maravillosas de la música que amo. Es que tengo un alma de blues.
MISTY BLUES
Para Billie, Ella y Louis
There's a saying old, says that love is blind
Still we're often told, seek and ye shall find
Cantaré en el bosque,
entre las hojas,
con la misma nostalgia de los lobos.
Al compás,
en su albedrío,
mis labios se retuercen sin un fruto.
Denme una sordina,
no quiero despertar
a esas magnolias
que caminan tras el viento.
El bosque me descubre
algún delirio,
sin hojas bajo luz.
No existe amor.
Soy lágrima,
silencio y mil voces,
sus manos de scat
entre la bruma.
Guarden la sordina.
Es primavera...
Iré a cantar un blues
con las magnolias
Hay nostalgias de lobo
en el umbral de mi garganta.
Esta soy, sin más adornos y hoy celebro el cumpleaños 124 de Mr. Satchmo escuchando, obviamente, su tema más notable, en coincidencia mi canción favorita y les invito a disfrutarlo junto a mi, a 41 años de mi propio nacimiento. Hoy hay fiesta en mi Nuevo Orléans. Happy Birthday, Mr. Satchmo. Feliz cumpleaños a nosotros... Sí que es maravilloso el mundo a pesar de ...
Hasta otra oportunidad. Espero regresar muy pronto a esta casa. Como siempre, les dejo abrazos de luz.
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The day I was born, there was no party in New Orleans. Nor was August 4, 1901, a celebration. It may seem like an ordinary day to you. And it is, in a way, simple like the life of a simple man, but with a particularity: that summer morning in 1901, the history of jazz was beginning to be written in letters of gold, the sound of the King's cry was the clarion call at dawn. And of course, I'm talking about someone who, for me, is beyond talent: Louis Armstrong.
When I hear that broken, deep voice alternating with a technical mastery of the trumpet, rooted in emotion, I feel Satchmo speaking to me, and his life is illustrated by the music. There is a certain melancholy in his way of performing, a deep pain, recollections capable of provoking very intense connections. Those who know his story well know the reasons for that unique style.
Music is his consequence, the result of a difficult childhood. Abandoned by his father, with a very young mother who turned to prostitution to feed little Louis and his sister, at the age of 11 he ended up in a juvenile correctional facility for black children, serving time for firing a gun in the air on New Year's Eve.A sad beginning, don't you think? But as his luck would have it, it was there that he learned the trumpet and dedicated his sentence to learning the instrument that would become the greatest symbol of his marriage to music. Looking back on those days, he said: "I think all my success goes back to that time I was arrested for being a disobedient child, because then I had to stop running around and started learning something. Above all, I started learning music."
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In that happy consortium, he developed his skills, his style, his passion. He arrived on the scene as a suicidal move, billed as "The best trumpet player in the world," and although he wasn't at the time, the fable became reality, and his talent, much more the genuine imprint in the real, heartbreaking sound of his performance, gave him compelling reasons to be considered one of the greatest fathers of a genre to which he gave the finishing touch with scat and improvisation without artifice.
Friends of #GreenZone, you may be wondering why I seem to ramble on about Louis Armstrong, and I've chosen this topic as my introduction to this new space to which @iriswrite and @maylink invite us with open doors. Don't despair; I trust you'll understand by the end of this post.
I am a musical soul par excellence. If I had to define myself, if someone really wanted to know who I am, well, music would be my main theme. I can't conceive of anything I do without a background melody. That's how I write. I write with music, I write about music, I try to impose the rhythm, the sensation it provokes in what I draw or in my "poetic" ideas. That's me.
By the way, you might understand a little of what I'm trying to explain through a poem, which, keeping with the initial thread, also has a connection with Armstrong and other wonderful musical beasts I love. I have a blues soul.
MISTY BLUES
For Billie, Ella, and Louis
There's an old saying, says that love is blind.
Still we're often told, seek and ye shall find
I'll sing in the woods,
among the leaves,
with the same nostalgia as the wolves.
To the beat, in their own free will,
my lips twist without fruit.
Give me a mute,
I don't want to wake
those magnolias
that walk after the wind.
The forest reveals
to me some delirium,
without leaves under the light.
Love doesn't exist.
I am tears,
silence and a thousand voices,
their scat hands
in the mist.
Put away the mute.
It's spring...
I'll go sing the blues
with the magnolias
There is a wolf's nostalgia
on the threshold of my throat.
This is me, without further ado, and today I'm celebrating Mr. Satchmo's 124th birthday by listening, obviously, to his most notable song, coincidentally my favorite, and I invite you to enjoy it with me, 41 years after my own birth. Today is a party in my New Orleans. Happy Birthday, Mr. Satchmo. Happy birthday to us... The world is wonderful, despite...
Until another time. I hope to return to this house very soon.
As always, I send you hugs of light.
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