Solo vine a hablar de una cuerda. ESP-ENG

in Green zoneyesterday

Como despojos, como muñecos desarmados, amontonados unos con otros en la cuerda de ropa, pero antes de seguir, permítanme que me detenga en ella, en la cuerda, esa que en la niñez nos ayuda a improvisar carpas con las sábanas recién lavadas, hasta que los gritos seguros de la madre pronosticaban que le íbamos a ensuciar la ropa. Parecía que no aprendíamos, pero el olor a jabón, a limpio y esa frescura envolvente blanca, blanca, obligaba a repetir la travesura.

La cuerda de tender ropa es presencia obligatoria en todo patio, y se ve tan bien en los dibujos y pinturas de arte ingenuo; pero hay quien no las soporta, porque le afea el entorno. Yo las he tenido cerca durante toda mi vida, porque siempre viví en casas con patio, una gran ventaja, tenerlo es poder sentír la tierra y ver el cielo cada vez que lo desee.

He leído hoy la publicación de @iriswrite, donde habla de esa dedicación y esmero para tender la ropa que tenía su madre y el método que empleó para enseñar a sus hijas ese quehacer, que brinda organización y buenos resultados para la ropa, y han llegado los recuerdos amontonados unos tras otros, así como la ropa en la cuerda, cuando lava una de mis hijas y que da origen al inicio de este escrito.

Ha llegado también a mi mente las veces que se me reventó esa cuerda llena de ropa recién tendida; una vez fueron los pañales blancos de mi hija mayor, recién nacida; todos los días lavaba dos docenas de ellos y colgaba bien organizados como banderines, que avisaban de un bebé en la familia. Nunca se reventó con la ropa seca, porque esta ya no pesa.

No, no enseñé este ritual a mis hijas, ellas son herederas de los pañales desechables y la tecnología de las centrífugas donde la ropa sale prácticamente seca y con un poco de viento terminan de estar listas. Mi hija las tira sobre las cuerdas, después la veo planchar y organizar en gavetas una a una cada prenda.

No, no les enseñé el oficio del cual las mujeres por décadas se han jactado de saber hacer. Sin embargo, todos lavan sus ropas, tanto hembras como varones son responsables de ello. Conocí familias con una hija y tres varones y ella cargaba encima la responsabilidad de lavar y planchar la ropa de sus hermanos. ¡Injusto!

Yo misma dejé de planchar, ya no recuerdo desde cuándo: ni plancha tengo; mi madre almidonaba las camisas de mi padre que debían estar lisas, impecables, perfectamente blancas. Yo solía jugar con sus yuntas (sin que él supiera), que las dejaba al lado del radio en un mueble de madera con el que me fui midiendo mientras crecí; allí asomada veía aquellos objetos dorados que hacían juego con el pisacorbata, mientras entendía el porqué de su uso.

Veía a mi mamá planchar y el olor del varsol se evaporaba a nuestros pulmones. Todo lo hizo bien, mi madre: su ropa era la más limpia y la mejor planchada, pero no repetí su esquema. Mi ropa va perdiendo sus arrugas en los ojos de la gente, pero no me importa, nunca entendí para qué estirar tanto lo que de todas maneras se va a ajar con el uso.

Gracias por tu amable lectura.

Mi contenido es original.
Imágenes propias tomadas con mi teléfono para esta publicación.
He utilizado el traductor de Google.

English Version

Like discarded items, like disassembled dolls, piled one on top of the other on the clothesline, but before continuing, allow me to pause on it, on the line, the one that in childhood helped us improvise tents with freshly laundered sheets, until our mother's sure shouts predicted we were going to soil her clothes. It seemed we never learned, but the smell of soap, of cleanliness, and that enveloping white freshness, compelled us to repeat the mischief.

Clotheslines are a must-have in every patio, and they look so good in naive art drawings and paintings; but some people can't stand them because they detract from the surroundings. I've had them around my whole life because I've always lived in houses with patios—a great advantage, having one means being able to feel the earth and see the sky whenever I want.

Today I read @iriswrite's post [https://ecency.com/hive-164923/@iriswrite/de-las-costumbres-sencillas-es], where she talks about her mother's dedication and care in hanging laundry and the method she used to teach her daughters this chore, which brings organization and good results for the clothes. Memories came flooding back, one after another, along with the clothes on the line, when one of my daughters did laundry, which is what sparked this writing.

I also remembered the times that line, full of freshly hung laundry, broke; once it was my eldest daughter's white diapers, a newborn. Every day I washed two dozen of them and hung them up neatly arranged like pennants, announcing a new baby in the family. It never broke with dry clothes, because they don't weigh as much.

No, I didn't teach this ritual to my daughters. They're heirs to disposable diapers and the technology of spin dryers where clothes come out practically dry, and with a little breeze, they're ready. My daughter throws them on the clothesline, then I watch her iron and organize each garment one by one in drawers.

No, I didn't teach them the craft that women have boasted about for decades. However, everyone does their laundry; both girls and boys are responsible for it. I knew families with one daughter and three boys, and she carried the responsibility of washing and ironing her brothers' clothes. Unfair!

I stopped ironing myself; I don't even remember when. I don't even own an iron. My mother starched my father's shirts, which had to be smooth, immaculate, perfectly white. I used to play with his yokes (without him knowing), which he left next to the radio on a wooden cabinet that I used to measure myself against as I grew up. Peeking in, I would see those golden objects that matched the tie clip, while I understood the reason for their use.

I watched my mother iron, and the smell of the cleaning solution would fill our lungs. My mother did everything right: her clothes were the cleanest and the best ironed, but I didn't follow her example. My clothes are losing their wrinkles in people's eyes, but I don't care. I never understood why stretch something so much that's just going to wear out anyway.

Thank you for your kind reading.

My content is original.
Images taken with my phone for this post.

I used Google Translate.

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Es lo más bonito que se pueda leer. Me has hecho reír, mi madre dice "Por Dios como llevas arrugas", y yo digo ahorita se estira. Las épocas pueden ser similares, los que debemos cambiar somos nosotros. Gracias por tu participación.

Así es, en algún momento le agarré cariño a la plancha, pero tenía que poner música fuerte, un ventilador y productos como almidón y esas cosas y sacaba la ropa de la semana de esposo e hijos, pero la vida te da sorpresas y se aprende a quererse uno por encima de todo.

Abrazo fuerte.

Gracias por tu determinación. Un abrazo