Te pueden molestar mis letras, aunque suenen a inquietantes procaz de todas partes. Solamente serán momentos de estrechez y recuerdos, cuando jugar con agua te cubría todo el cuerpo, en extraña diversión con los niños del barrio.
Son momentos de refrescamiento ante el incesante calor de la época, donde los cuerpos de enfrían, con sano juego mortal. La parte más difícil es la falta del vital liquido entrando y enfriando; las cálidas calles que nunca parecen molestarse.
Ha sido un enorme desperdicio dejar correr las aguas por la calle, en aquellos recuerdos de lavadas de carro y juegos a manguerasos. Aquellos deslizamientos por el piso húmedo a través del garaje, vigilantes de que no viniese ningún carro por la calle.
Solo hay gracia entre las gotas que vienen del cielo, supliendo la necesidad entre los seres vivos verdes, que esperan ansiosos su cálido legado.
Si esperabas letras ardientes, se quedaran entre mis dientes y aquellos recuerdos mojados de cuando si había agua hasta para tirar para arriba.
Esperando que la humedad vuelva a entrar por los tubos acartonados que alimentan las casas de los vecinos, llenando sus corazones de alegría y recuerdos mojados.
