A veces solo quiero ser domingo,
ese instante tibio donde la vida respira lento,
cuando el alma se descalza,
y el café humea promesas que no corren.
Quiero ser ese aroma de calma
que flota entre las flores y las suculentas,
cuando el viento me despeina
pero me deja ser asi completa, imperfecta y feliz.
No quiero relojes, ni prisa, ni listas pendientes,
solo mis pensamientos suaves
reclinados en el regazo del silencio,
mirando crecer lo que sembré sin tanto plan.
A veces solo quiero ser domingo,
y quedarme ahí,
con el sol acariciando mis canas como si fueran raíces de luz,
con el corazón tranquilo,
y las manos tibias de amor y tierra.
Porque en el fondo
no se trata de escapar del mundo,
sino de encontrar un pedacito de paraíso
en medio del jardín de mis días.
