Gravewick Oceanfront | 17 May, 2025 @mariannewest's Freewrite Writing Prompt Day 2739 | Prompt: pleasant place (lugar agradable)

Planning a retreat with Augusta was like taking an unexpected ride on an amusement park's roller coaster. By the time she finished lunch, her word salad left Margot more nauseated than the after-effects of the Ghost Pepper Powder sprinkled atop Margot's Mexican plate. But Margot accepted the challenge. A new island destination. Gravewick Oceanfront. An odd name for a place considered an excursion into paradise.

Margot had to admit that she didn't perform as much research as she normally would have due to career commitments, together with mandatory overtime. But then, she was rushed to make a decision.

Stepping inside the beachfront hotel, the friends chatted briefly while admiring the decor.

The signs posted near the buoys are merely gentle reminders to keep careful watch when strolling the shoreline near the caverns. Other than that, enjoy yourself during your stay," the clerk explained, then continued in a serious tone, "will anyone else be joining you?"

Margot hesitated, then busied herself finalizing the registry. Too embarrassed to admit she'd be vacationing alone, Augusta nudged her, then grinned. It was acceptable to vacation alone, her silent smile validated.

Now, staring out over the hotel balcony, the view wasn't anywhere close to that paradise pictured in the brochure Augusta enthusiastically shoved into Margot's hand during lunch a month ago. But then, the vacation industry was expert at luring unsuspecting vacationers, she reasoned. Even the reviews didn't match the scene that confronted her.

So she stood in the afternoon breeze looking out over gently cresting waves, thankful for a respite from heat back home. In the distance, a lone seagull hovered over a small vessel, confirming the industry surrounding the resort by the mild odor that waffled up toward the fifth floor.

Inching closer, she stared down at the sand. A few palm trees provided shade to sparse beach chairs and tents below. She wrapped her hands around herself. I could do with a healthy dose of sanity and unconditional love this week, she mused.

She loosened her ponytail and shook out her hair.

Hoping to ease the turmoil of the past six months, she hugged herself with both hands, flung around, and promised to embrace the week ahead despite the first impression. The nearby caverns and bat cave provided more interest.

She decided to rest, spoke briefly with Augusta, then took a nap while Augusta explored the surrounding beach.

Perhaps I was judging the area through a tired lens, Margot surmised the next morning as she readied herself for the day's planned activities. Her surprise came, though, when she was unable to reach Augusta. The concierge relieved Margot's worry when he handed her a message.

Supplies and picnic basket packed, Margot headed toward the beach to await Augusta's return. She had to admit that the small island was a pleasant place to spend time sorting out one's troubles.

No sooner than she prepared a suitable spot under a vacant shade tree, applied her sunscreen, then donned her sunglasses and settled into the recliner, did she gasp a sharp breath. She cringed upon hearing a familiar chuckle. Jerking her head in the now sinister sound's direction, she shuddered.

Her breaths quickened. She was breathing hard, so she clutched her throat to calm the heavy breathing for approaching was Augusta with Blaine following close behind.

Within arms length of Margot's recliner, Augusta stood with her hands on her hips smiling widely as if she'd accomplished some great feat. She glanced between her friend and her friend's ex-boyfriend.

Blaine paused as if unsure how to proceed in the moment or what Margot's reaction would be, but quickly recovered as his persona dictated. He spread his arms wide and cocked his head, smiling, as if he hadn't received her text never to contact her again.

The subsequent gaslighting Blaine attempted to transfer to her was a whole other matter that forced her to cut ties with him forever.

In a frantic rush to understand why Augusta would divulge their plans or invite him, Margot realized that she didn't confide in her. The adulterous circumstances of their breakup she hid, only mentioning a few issues they needed to sort out. It wasn't that Margot wasn't eventually going to tell her, she just decided the time wasn't right. The betrayal knife still lodged deep, twisting at each remembrance.

Margot waited, trembling inside. She let escape a soft, bitter laugh.

It didn't go unnoticed, but Blaine chose to ignore it else raise Augusta's suspicion. He'd already concluded that she hadn't confided their tumultuous relationship to Augusta, who was supposed to be her friend.

Margot and Blaine exchange a knowing glance. She watched as he reveled in his conceited smugness.

The game was afoot.

He extended his hand and waited. Margot allowed her hands to remain at her side.

Blaine was a big-mouthed, blustering braggart of a man, except when confronted by small spaces.

She looked past him toward the caverns situated on the other side of the resort. The gaslighting sessions rose from the depths she'd bottled, then buried, and stirred an act of retributive justice.

She pumped her fists and silently thanked Augusta. The Gravewick Oceanfront, at first unacceptable, now suited her purpose.

For my theme, I was inspired by and utilized the @daily.prompt's publishing of 17 May 2025, @mariannewest's Freewrite Writing Prompt Day 2739: pleasant place.

Gravewick frente al mar

^Source...

Planear un retiro con Augusta era como dar un paseo inesperado en la montaña rusa de un parque de atracciones. Para cuando terminó de comer, su ensalada de palabras dejó a Margot con más náuseas que los efectos posteriores del polvo de pimienta fantasma espolvoreado sobre el plato mexicano de Margot. Pero Margot aceptó el reto. Un nuevo destino isleño. Gravewick Oceanfront. Un nombre extraño para un lugar considerado una excursión al paraíso.

Margot tuvo que admitir que no investigó tanto como lo habría hecho normalmente debido a los compromisos de su carrera, junto con las horas extras obligatorias. Pero se vio obligada a tomar una decisión.

Al entrar en el hotel frente al mar, las amigas charlan brevemente mientras admiran la decoración.

Las señales colocadas cerca de las boyas no son más que suaves recordatorios de que hay que vigilar atentamente cuando se pasea por la orilla cerca de las cavernas. Aparte de eso, disfruten de su estancia -explicó el empleado, y luego continuó en tono serio-: ¿Alguien más se unirá a ustedes?».

Margot vaciló y se dedicó a finalizar el registro. Demasiado avergonzada para admitir que pasaría las vacaciones sola, Augusta le dio un codazo y sonrió. Era aceptable ir de vacaciones sola, validó su sonrisa silenciosa.

Ahora, al asomarse al balcón del hotel, la vista no se parecía en nada a la del paraíso que aparecía en el folleto que Augusta le había entregado entusiasmada a Margot durante la comida del mes anterior. Pero bueno, la industria vacacional era experta en atraer a veraneantes desprevenidos, razonó. Ni siquiera las reseñas coincidían con la escena a la que se enfrentaba.

Así que se quedó de pie, con la brisa de la tarde, mirando las olas que se levantaban suavemente, agradecida por el respiro que le daba el calor en casa. A lo lejos, una gaviota solitaria revoloteaba sobre una pequeña embarcación, confirmando la industria que rodeaba el complejo por el suave olor que flotaba hacia la quinta planta.

Se acercó y miró la arena. Unas pocas palmeras daban sombra a las escasas sillas de playa y tiendas de campaña que había debajo. Se rodeó con las manos. Esta semana me vendría bien una buena dosis de cordura y amor incondicional, pensó.

Se soltó la coleta y se sacudió el pelo.

Con la esperanza de aliviar la agitación de los últimos seis meses, se abrazó a sí misma con ambas manos, se dio la vuelta y prometió abrazar la semana que se avecinaba a pesar de la primera impresión. Las cavernas cercanas y la cueva de los murciélagos le proporcionaron más interés.

Decidió descansar, habló brevemente con Augusta y luego se echó una siesta mientras Augusta exploraba la playa de los alrededores.

Tal vez juzgaba la zona a través de una lente cansada, supuso Margot a la mañana siguiente, mientras se preparaba para las actividades previstas para el día. Sin embargo, su sorpresa llegó cuando no pudo contactar con Augusta. El conserje alivió la preocupación de Margot cuando le entregó un mensaje.

Con las provisiones y la cesta de picnic preparada, Margot se dirigió a la playa a esperar el regreso de Augusta. Tenía que admitir que la pequeña isla era un lugar agradable para pasar el tiempo resolviendo los propios problemas.

Apenas preparó un lugar adecuado bajo un árbol de sombra vacío, se aplicó el protector solar, se puso las gafas de sol y se acomodó en el sillón reclinable, dio un suspiro agudo. Se encogió al oír una risita familiar. Sacudió la cabeza en dirección al siniestro sonido y se estremeció.

Su respiración se aceleró. Respiraba con dificultad, así que se apretó la garganta para calmar la pesada respiración, porque Augusta se acercaba y Blaine la seguía de cerca.

A poca distancia del sillón reclinable de Margot, Augusta estaba de pie con las manos en las caderas sonriendo ampliamente como si hubiera logrado una gran hazaña. Miró a su amiga y al ex novio de su amiga.

Blaine hizo una pausa como si no estuviera seguro de cómo proceder en ese momento o de cuál sería la reacción de Margot, pero rápidamente se recuperó como le dictaba su persona. Abrió los brazos y ladeó la cabeza, sonriendo, como si no hubiera recibido su mensaje de que no volviera a ponerse en contacto con ella.

La posterior gaslighting que Blaine intentó trasladarle fue un asunto totalmente distinto que la obligó a cortar lazos con él para siempre.

En una frenética carrera por entender por qué Augusta divulgaba sus planes o le invitaba, Margot se dio cuenta de que no le hacía confidencias. Ocultó las circunstancias adúlteras de su ruptura y sólo mencionó algunos asuntos que debían resolver. No es que Margot no fuera a contárselo, sino que decidió que no era el momento adecuado. El cuchillo de la traición seguía clavado en lo más profundo, retorciéndose cada vez que lo recordaba.

Margot esperó, temblando por dentro. Dejó escapar una risa suave y amarga.

No pasó desapercibida, pero Blaine prefirió ignorarla o levantar las sospechas de Augusta. Él ya había llegado a la conclusión de que ella no le había confiado su tumultuosa relación a Augusta, que se suponía que era su amiga.

Margot y Blaine intercambiaron una mirada cómplice. Ella vio cómo él se deleitaba en su engreída suficiencia.

El juego estaba en marcha.

Le tendió la mano y esperó. Margot dejó que sus manos permanecieran a los lados.

Blaine era un hombre bocazas y fanfarrón, excepto cuando se enfrentaba a espacios reducidos.

Ella miró más allá de él, hacia las cavernas situadas al otro lado del complejo. Las sesiones de gaslighting surgieron de las profundidades que había embotellado, y luego enterrado, y provocaron un acto de justicia retributiva.

Apretó los puños y dio las gracias en silencio a Augusta. El Gravewick Oceanfront, al principio inaceptable, ahora se ajustaba a su propósito.