Aún no he renunciado, porque estoy convencido de que estamos hechos el uno para el otro; que una simple discusión por un detalle ínfimo no es el fin del mundo; que somos amor del bueno, y eso no puede ser la causa de un rompimiento.

Aún no he renunciado, y no lo haré jamás, porque mis sentimientos son sinceros, llenos del más grande amor, y todo es para ti.

Aún no he renunciado, porque no te dejaré escapar; sé que no quieres hacerlo. Estás molesta, sí, pero es algo que podemos superar.

Aún no he renunciado a la idea de vivir juntos, de comernos este mundo y encontrar en él un lugar donde la felicidad sea nuestra prioridad.

Aún no he renunciado a ti. Quiero estar contigo; no me imagino un futuro donde no estés. Sé que me encontraste en la cama con ella… pero debes tener en cuenta que a ella también la quiero.

Aún no he renunciado, ni podré hacerlo. Te amo a ti, y la quiero a ella; ambas, desde que llegaron a mi vida, la transformaron para bien.

Aún no he renunciado y no lo haré. Solo te pido que consideres que encontrarme con ella en la misma cama no es razón suficiente para pelearnos.

Sabes muy bien que Rosy ha sido siempre nuestra mascota, tan cariñosa, tan tuya y mía; que lo malo es que te quita el puesto en la cama… pero, ¿qué se le puede hacer? Es tan solo una gatica.

No renuncies tú a nuestro amor.

Hasta aquí mis cinco minutos, se ha acabado la tinta.