Imagen de mi autoría generada con ChatGPTTodo empezó como una actividad bien pendej…de una materia optativa en la universidad.
La profesora dijo que debíamos participar en una dinámica de intercambio cultural escribiéndole a alguien que viviera en otro país, no un ensayo, no una entrevista, solo una carta. “Algo humano”, dijo.
De una pensé, “qué fastidio”, pero igual me tocó.
Ella se llama Salma, vive en Casablanca. Le conté que estudio diseño, que me gustan los perros, aunque nunca había tenido uno, y que tengo una obsesión rara con los clips de oficina, cosa que no es así, jajaja, te juro que me lo tomé en chiste, jamás pensé que me fuera a responder.
Pero sí, su carta llegó dos semanas después, larguísima, llena de dibujos, con una letra chiquita que parecían hormiguitas.
Me hablaba de cómo, allá, el arte callejero era parte del paisaje, de su abuela que hacía tatuajes de henna y de cómo a veces se sentía sola, aunque siempre hubiera gente alrededor.
Me atrapó, no sé cómo, pero desde ese día nuestras cartas se volvieron como un hilo invisible que nos sostenía.
Seguimos escribiéndonos, primero por email, luego por voz, y una vez hasta por video llamada, aunque la conexión era fatal y se congelaba cada dos segundos, nunca nos vimos en persona, pero cuando rendí mal una materia y sentí que era un fracaso, fue ella la que me mandó un audio diciéndome que los errores también diseñan la vida.
Salma nunca me pidió nada raro, ni fue cursi solo fue ella, genuina. A veces hablábamos de cosas profundas, a veces de tonterías. Una vez me describió el olor del pan recién horneado en su barrio con tanta precisión que logre sentir su sabor, fue increíble.
Y pienso… Alcance global no es que tu foto tenga mil likes o que tu video se haga viral, es poder tocar a alguien al otro lado del mundo con una historia, con una palabra o con una sonrisa.
Y pensar que todo comenzó con una tarea que no quería hacer.
Si quieres participar en este contenido
Invito a: @alicia2022 @osomar357 @ungrancuento
🇬🇧 English Version
Image created with ChatGPT by meIt all started as a really stupid activity for an elective class at university. The professor said we had to participate in a cultural exchange program by writing to someone who lived in another country—not an essay, not an interview, just a letter. “Something human,” she said. I immediately thought, “How annoying,” but I got it anyway. Her name is Salma, and she lives in Casablanca. I told him I study design, that I like dogs, even though I'd never had one, and that I have a weird obsession with paper clips, which isn't the case, hahaha, I swear I took it as a joke; I never thought he'd reply. But yes, his letter arrived two weeks later, very long, full of drawings, with tiny handwriting that looked like ants. He told me about how street art there was part of the landscape, about his grandmother who did henna tattoos, and how sometimes she felt alone, even though there were always people around. I don't know how he captivated me, but from that day on, our letters became like an invisible thread that held us together. We continued writing to each other, first by email, then by voicemail, and once even by video call, although the connection was terrible and froze every two seconds. We never saw each other in person, but when I did poorly on a subject and felt like a failure, she was the one who sent me an audio message telling me that mistakes also shape life. Salma never asked me for anything strange, nor was she cheesy; she was just her, genuine self. Sometimes we talked about profound things, sometimes about silly things. Once she described the smell of freshly baked bread in her neighborhood so precisely that I could taste it; it was incredible. And I think... Global reach isn't about your photo getting a thousand likes or your video going viral; it's about being able to touch someone on the other side of the world with a story, a word, or a smile. And to think it all started with a task I didn't want to do. If you want to participate in this content I invite: @alicia2022 @osomar357 @ungrancuento
