🇪🇸 Mensaje diario de 5 minutos| Cuento: El último centímetro • 🇬🇧 5 Minute Daily Message | Story: My other self

Dicen que todos nacemos con una cinta.

En mi mundo te la entregan al nacer, y se va acortando sola cada día que pasa. Algunos la miran a diario, obsesionados, otros prefieren ignorarla. Yo era de esos últimos.

Vivía mi vida como si no hubiera mañana, intentaba aprovechar cada centímetro, cada día, hasta que una mañana al despertarme, lo vi…

Un centímetro, ¡solo me quedaba un centímetro!

Me quedé helado, ¿Y ahora qué hago? ¿Eso era todo lo que me quedaba, un centímetro de vida?

Igual fui al trabajo, me sentía como un zombi, aturdido, sin poder pensar en nada mas que el centímetro de vida que me quedaba. Miraba a la gente en la calle y pensaba si ellos al ver la suya se daban cuenta de lo cerca que estaban del final.

Pasé días intentando alargarlo, dormí más, comí mejor, respiré profundo como recomendaban en algunos post en internet, y nada, ahí seguía ese último centímetro como una amenaza muda.

Y justo cuando ya me estaba rindiendo, apareció Vera.

Fue como... no sé, una ráfaga de vida, podría decirlo, me habló como si me conociera de toda la vida, se reía con alegría, me hacía preguntas rarísimas, y sin darme cuenta, yo también empecé a reír, a contarle cosas que no le había dicho a nadie, a sentir algo.

Esa noche, al volver a la casa, fui a ver la cinta, y por primera vez en días... no se había movido, seguía en el centímetro.

Pase los días junto a ella, caminábamos sin rumbo, hablábamos de cualquier cosa, nos tocábamos apenas las manos y era suficiente, cada noche, al llegar a casa, revisaba la cinta y seguía inmóvil.

Y junto a ella entendí que el tiempo se mide en cómo te sientes, en si estás vivo de verdad o solo intentas llenar las horas.

Pero un día, sin explicación, Vera se fue y me dejó una nota “Gracias por detener el tiempo conmigo. Ahora es momento de continuar.”

Desde entonces, el centímetro volvió a correr, y ahora me queda… nada, poco más de un milímetro si soy generoso.

Pero, esta vez no tengo miedo, porque por fin entendí que lo que importa no es cuánto mide la cinta… sino todo lo que viví mientras aún la tenía.

They say we're all born with a ribbon.

In my world, it's given to you at birth, and it gets shorter on its own with each passing day. Some stare at it daily, obsessed, others prefer to ignore it. I was one of the latter.

I lived my life as if there was no tomorrow, trying to make the most of every inch, every day, until one morning when I woke up, I saw it...

One inch, I only had one inch left!

I froze. Now what do I do? Was that all I had left, an inch of life?

I went to work anyway, feeling like a zombie, stunned, unable to think about anything but the inch of life I had left. I looked at people on the street and wondered if, when they saw theirs, they realized how close they were to the end.

I spent days trying to prolong it. I slept more, ate better, breathed deeply as some posts on the internet recommended, and nothing. That last inch remained like a silent threat.

And just when I was about to give up, Vera appeared.

It was like... I don't know, a burst of life, I could say it. She spoke to me as if she'd known me all my life. She laughed joyfully, asked me the strangest questions, and without realizing it, I started laughing too, telling her things I hadn't told anyone, feeling something.

That night, when I got home, I went to watch the tape, and for the first time in days... it hadn't moved, it was still a centimeter long.

I spent the days with her, walking aimlessly, talking about anything, barely touching hands, and that was enough. Every night, when I got home, I checked the tape and it remained motionless.

And with her, I understood that time is measured by how you feel, by whether you're truly alive or just trying to fill the hours.

But one day, without explanation, Vera left and left me a note: "Thank you for stopping time with me. Now it's time to move on."

Since then, the centimeter has started ticking again, and now I have... nothing left, a little more than a millimeter, if I'm being generous.

But this time I'm not afraid, because I finally understood that what matters is not how long the tape is... but everything I experienced while I still had it.