Imagen de mi autoría generada con ChatGPTTodo empezó con una mentira chiquita. De esas que uno suelta por salir del paso, pero que después se van inflando solas.
Juan José estaba en el recreo y uno de los compañeros sacó su cadenita de oro para presumir. Entonces el, sin pensarlo, dijo: Mi abuela tiene los dientes de oro.
¡Toooooodos!.
Primero hubo silencio y luego, asombro.
Y como nadie lo desmintió, la historia creció. Al día siguiente, ya decían que la abuela había sido millonaria, que los dientes los mandó a hacer en Italia y que por eso nunca se reía en fotos, por seguridad.
Juan José no supo cómo frenar el cuento, así que lo siguió alimentando, dijo que la dentadura dormía en la caja fuerte y que cuando iban al mercado, la abuela se la quitaba y hablaba en señas para no llamar la atención.
La cosa se salió tanto de control, que un día tres vecinas se aparecieron con regalos para “visitarla”, y de una le pidieron una selfie para corroborar la historia.
El problema fue cuando el rumor llegó a oídos de Ciriaco, del barrio de atrás, el que siempre andaba metido en negocios raros. Una noche, Juan José se levantó a tomar agua y lo vio en el lavadero, revolviendo la ropa a ver si de pronto encontraba la famosa dentadura.
Todos se asustaron, y bajo las amenazas del ladronzuelo, apareció la “dentadura dorada”, como ya le llamaban, pero cuando Ciriaco vio que los dientes eran de plástico puro, se fue murmurando algo sobre “publicidad engañosa”.
A la mañana siguiente, Juan José tuvo que explicar la verdad a la policía, nadie lo regañó, pero desde entonces, cada vez que dice algo, le responden:
Sí, claro… como los dientes de tu abuela.
Lo importante es que esto le enseño que a veces mentir para impresionar es como ponerse dientes de oro falsos… puede que brillen, pero basta un mordisco para que la mentira se caiga.
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Invito a: @alicia2022 @osomar357 @ungrancuento
🇬🇧 English Version
Image of my own creation generated with ChatGPTIt all started with a tiny lie. One of those lies you tell just to get by, but then they get bigger and bigger.
Juan José was at recess, and one of his classmates took out his gold chain to show off. Then, without thinking, he said, "My grandmother has gold teeth."
Everyone!
First there was silence, and then, astonishment.
And since no one denied it, the story grew. The next day, they were already saying that Grandma had been a millionaire, that she had her teeth made in Italy, and that's why she never laughed in photos, for security reasons.
Juan José didn't know how to stop the story, so he kept feeding it, saying that the dentures slept in the safe and that when they went to the market, Grandma took them out and used sign language to avoid attracting attention.
Things got so out of hand that one day three neighbors showed up with gifts to "visit" her, and one of them asked for a selfie to corroborate the story.
The problem arose when the rumor reached Ciriaco, from the neighborhood next door, the one who was always involved in strange business dealings. One night, Juan José got up to get a drink of water and saw him in the laundry room, rummaging through clothes hoping to find the famous dentures.
Everyone was scared, and under the petty thief's threats, the "golden dentures," as they were now known, appeared. But when Ciriaco saw that the teeth were made of pure plastic, he left, muttering something about "false advertising."
The next morning, Juan José had to explain the truth to the police. No one scolded him, but since then, every time he says something, they respond:
Yes, of course... like your grandmother's teeth.
The important thing is that this taught him that sometimes lying to impress is like getting fake gold teeth... they may shine, but it only takes one bite for the lie to fall apart.
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