Donde los sueños se cruzan,
Invocando susurros lejanos,
Se siente el eco de risas,
Tiempos perdidos en océanos.
Aventuras que el viento arrastra,
Navegando en mares de anhelos,
Corazones que laten a distancia,
Invitan a unirse en desvelos.
Aunque lejos, ¡nunca olvidamos!
La distancia es una muralla que, aunque intangible, tiene un peso significativo en nuestras vidas, ella nos separa de seres queridos, lugares que consideramos hogar y momentos que marcan nuestra existencia, migrar que viaje tan difícil, un recorrido que se convierte en un acto de valentía y, a la vez, en un desafío emocional que puede resultar desgastante.
La experiencia de dejar atrás lo conocido para aventurarse en lo desconocido puede ser una de las decisiones más difíciles que una persona puede tomar, los kilómetros cuántas cosas nos quita cómo esta nos transforma con el pasar del tiempo.
Que efecto tan inmediato hace la soledad cuando migrar se convierte en el boleto a ilusiones y metas por cumplir, cuando nos encontramos en un entorno nuevo, rodeados de extraños y, a menudo, sin el apoyo de su círculo cercano, esa soledad puede ser abrumadora, la falta de conexiones significativas puede llevar a un sentimiento de aislamiento que se intensifica con el tiempo.
No existen palabras para describir esa distancia que no solo separa físicamente, sino que también puede crear un abismo emocional que resulta difícil de cruzar, es un puente destrozado por los kilómetros y la lejanía que nuestro corazón siente.
La soledad tiene una forma peculiar de manipular nuestras emociones,nos hace cuestionar nuestras decisiones, nos da un viaje al territorio de la nostalgia y, en ocasiones, nos empuja a buscar conexiones en lugares equivocados, haciendo que la mente, en su búsqueda de compañía, puede idealizar el pasado, recordando solo los momentos felices y minimizando las dificultades que se vivieron en esos tiempos.
Que difícil eres soledad te conviertes en ese puñal doloroso, que nos hace sentir inalcanzable aquellos que hemos dejado atrás.
Cuanta distancia puede parir un manipulador emocional, ese fruto que nos hace vulnerables y, a menudo, nos lleva a depender de las redes sociales y la tecnología para mantener el contacto con nuestros seres queridos, pero el vacío sigue allí intacto intensificando la sensación de pérdida que se refleja en una pantalla fría, provocando un dolor agudo recordándonos lo que no podemos tener en ese momento.
No hay palabras para describir como la distancia puede generar sentimientos errados y malentendido, porque la falta de comunicación cara a cara puede dar lugar a interpretaciones erróneas y conflictos innecesarios, cuando las palabras escritas carecen del tono y la expresión que a menudo son cruciales, esto nos arrastra más rápido a una sensación de desconexión aún mayor, alimentando la soledad y el desasosiego.
Que difícil se vuelve manejar nuestros sentimientos, es como estar inertes sintiendo pero mintiendonos que todo estará bien, la garganta se traba cuando la palabra que deseamos decir, es necesito de todos.
Sin embargo, a pesar de las dificultades que la distancia puede traer, también es un catalizador para el crecimiento personal, porque al Migrar esto nos obliga a adaptarnos, a aprender nuevas habilidades y a enfrentar desafíos que nunca habríamos imaginado, acá la resiliencia se convierte en una herramienta esencial para sobrevivir en este nuevo entorno aprendemos a encontrar nuevas formas de conectarnos, a construir redes de apoyo y a crear un sentido de comunidad en lugares inesperados.
No hay que negar que la distancia, aunque dolorosa, también nos enseña a valorar las relaciones que tenemos, cada llamada, mensaje videollamada se convierten en momentos preciados que atesoramos, es acá donde los kilómetros nos muestran cuan importante es un abrazo, así aprendemos a ser más intencionales en nuestras interacciones, a expresar nuestro amor y aprecio de maneras que quizás antes dábamos por sentado,la distancia nos recuerda que las conexiones humanas son frágiles y que debemos cuidarlas con esmero.
Es importante reconocer que la distancia tiene una dualidad, por un lado, nos quita cosas valiosas: la cercanía de nuestros seres queridos, la familiaridad de nuestro entorno y la comodidad de lo conocido, pero por otro lado, también nos ofrece oportunidades para crecer, aprender y descubrir nuevas facetas de nosotros mismos, entonces debemos tomarla como la vitamina que nos enseña a ser más fuertes, empáticos y conscientes de lo que realmente valoramos en la vida.
Hay una frase de Nicolás Maquiavelo: "El que quiere hacer grandes cosas debe estar dispuesto a sufrir". Estas palabras resuenan profundamente en la experiencia de migrar y enfrentar la distancia, porque la vida está llena de sacrificios, y a menudo, el camino hacia el crecimiento personal y la realización de nuestros sueños implica atravesar momentos de soledad y dolor. El alejarnos de la zona de confort puede ser un maestro severo, pero también es un recordatorio de nuestra capacidad de resistencia y adaptación.
A medida que nos adaptamos a nuestra nueva realidad, comenzamos a buscar nuevas conexiones,la distancia nos empuja a salir de nuestra zona de confort y a explorar nuevas amistades, estas nuevas relaciones pueden ser una fuente de apoyo invaluable, ayudándonos a mitigar la soledad y a encontrar un sentido de pertenencia en un lugar que inicialmente puede parecer extraño.
La diversidad de experiencias y perspectivas que encontramos en este proceso enriquece nuestras vidas y nos ayuda a crecer como individuos, porque se trata de construir una familia, que pese a no tener lazos sanguíneos serán nuestro nicho para soportar esa maleta llamada soledad.
Migrar puede ser un proceso doloroso, lleno de soledad y manipulación emocional, pero también es una oportunidad para crecer y reinventarnos, la resiliencia se convierte en nuestra aliada en este viaje, y las conexiones que formamos, aunque diferentes, pueden ser igual de significativas.
La distancia nos recuerda que, aunque podamos estar físicamente separados, el amor y la conexión emocional pueden trascender cualquier barrera, es durante esta transición que aprendemos a valorar cada momento, conversación y gesto de cariño, no olvidar que en última instancia, el camino pueda ser difícil, pero siempre hay luz al final del túnel, y que la vida, con todas sus complejidades, sigue siendo un viaje digno de ser vivido.
No importa que tan lejos esten siempre existirá un nexo que los kilómetros no pueden destruir, la distancia no dejará que veamos el mismo sol y
que el aire toque nuestra piel, gracias por permanecer en la distancia: Nelitza García, Álvaro Mota, Roberto Machado, Kissed Sánchez, @angelica7
Gracias por siempre conectar y ser parte del presente en la distancia.
Fotografía principal editada en Canva.
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Nos vemos en mi próxima publicación.