Hoy traigo un tema para conversar. Qué agradable poder compartir con ustedes los diferentes temas que nos rondan en la cabeza y que son consecuencia de lo que observamos o lo que vivimos en nuestro día a día.
Una de mis amigas de toda la vida, está pasando por una situación de salud mental con su madre. A la señora le diagnosticaron demencia senil, el año pasado. A mi amiga y a sus hermanos les prepararon en talleres y otras actividades para todo lo que tienen que hacer durante el tratamiento. Son una serie de dinámicas que ayudarán a la señora a tener una mejor calidad de vida.
Todo comenzó con pequeños momentos de olvidos, que al principio parecían chistosos, hasta que la situación se fue complicando un poco y tuvieron que acudir a los médicos.
Me llamó mucho la atención, que una de las actividades que le recomendaron a la señora para su tratamiento, fue jugar. Jugar al bingo, al ludo, a la memoria, al Scrabble, es decir, diferentes juegos de mesa. También le aconsejaron armar rompecabezas, realizar crucigramas y muchos tipos de juegos.
Mi amiga me compartió parte del material que le entregaron y al leerlo, descubrí, o mejor dicho, aprendí muchas cosas que no sabía acerca del juego. Como docente, sé que el juego es una gran herramienta de aprendizaje y que facilita el mejoramiento de muchas habilidades. Sin embargo, no sabía la gran importancia que tiene para nosotros los adultos. Me animé a investigar y pude encontrar muchos beneficios que el juego tiene y que hoy quiero compartir con ustedes.
Pero antes de comentar los beneficios de jugar en el adulto joven y en el adulto mayor, conversemos acerca de por qué dejamos de jugar.
Ya crecimos, estamos grandecitos, sin embargo, todavía podemos jugar.
Cuando éramos niños, el juego fue nuestro principal compañero. Junto a la imaginación, la inocencia y nuestra infinita creatividad, pudimos idear de todo tipo de juegos. Actividades que nos enseñaron a imitar roles, a establecer gustos, a mejorar nuestra motricidad, y paren ustedes de contar.
Luego fuimos creciendo y poco a poco adquiriendo responsabilidades que fueron desplazando las horas de juego por asignaciones que teníamos que cumplir. Desde los estudios hasta el apoyo en casa, y otras actividades, fueron ocupando nuestro tiempo. Ya después, cuando llegó la adultez, las responsabilidades se multiplicaron y, junto al trabajo, la familia, hijos y de todo un poco, nos convertimos en seres tan ocupados, que el tiempo de ocio, ya no era ni siquiera para entretenernos.
Mucho le achacamos al estrés. Enfermedades, cansancio, ansiedad, etc. Y resulta que gran parte de la solución está en rescatar a nuestro compañero favorito de la niñez. El juego.
Beneficios del juego en la adultez:
Así como vamos perdiendo colágeno, magnesio, calcio y todo tipo de proteínas y minerales, a medida que crecemos y nos hacemos adultos, nuestras habilidades cognitivas, creativas, emocionales, conductuales, también se van agotando con el tiempo. Para recuperar minerales y otros nutrientes, solemos tomar suplementos, y para recuperar nuestras capacidades de cognición, conducta y más, también podemos tomar suplementos, pero en este caso, la nutrición y la recuperación viene envuelta en un paquete divertido. El juego.
Jugar genera en los niños muchos beneficios, entre ellos, los que ya mencioné, como: Desarrollo psicomotor, creatividad, habilidades cognitivas y más. Y en el adulto no es tan diferente. El juego ayuda a las personas mayores, a recuperar todos los beneficios que de niño les trajo el juego. Recuperar o mejorar la habilidad de crear, innovar e inventar, se puede lograr a través del juego. Ejercitar la memoria, agudizar los sentidos y el instinto. En fin, mantener activo el cerebro.
Los beneficios emocionales son muchos, pues, gracias al juego, el adulto puede eliminar o disminuir sus niveles de estrés y de ansiedad. Si juega en grupo o con niños, crea y fortalece lazos. El juego nos reconecta con nuestro niño interior, y eso nos da seguridad, y una sensación de bienestar increíble. La risa y el entusiasmo que se disfrutan durante el juego son inyecciones de endorfinas, de dopamina y de serotonina, las hormonas responsables de producir bienestar en el ser humano.
¿A qué puedo jugar?
El juego nos mantiene el espíritu joven. Así que si tienes algún tipo de actividad lúdica que te gusta practicar, no te limites y juega. Volvamos a jugar como cuando éramos niños. Hasta modelar plastilina y hacer muñequitos para crear un pequeño mundo en el que jugar es válido.
Juegos de mesa: Existen una gran cantidad de juegos de mesa, con el que podemos pasar agradables momentos en compañía de amigos y seres queridos. Dedícale un día a este tipo de actividad. ¿Qué tal un fin de semana? ¿Un rato en alguna tarde libre? En casa contamos con algunos juegos de mesa, barajas y cartas de UNO. Los momentos de risas y diversión junto a mis hijos y mi esposo cuando jugamos, son ideales para recargarme de energía. No lo hacemos todos los días, pero sí al menos unas cuatro veces al mes. Específicamente los fines de semana.
Pasatiempos: ¿Se acuerdan de los suplementos que vendían y que tenían en sus hojas juegos de habilidades del pensamiento, como crucigramas, dameros, sopas de letras? Ese tipo de pasatiempos son actividades lúdicas que bien nos pueden ayudar a mejorar nuestras habilidades cognitivas, de deducción y análisis. Hoy en día existen aplicaciones digitales que ofrecen diferentes juegos de este tipo.
Jugar con mascotas: Los pequeños amigos peludos (perros, gatos), algunas aves (periquitos, loros), caballos y otros animales domesticados, pueden ser acompañantes muy divertidos para jugar. El rato de jugueteo, con estos seres amigables, genera en el ser humano muchos beneficios, entre ellos, disminuir el estrés, distraer la mente, generar lazos afectivos y más. En casa tenemos un perrito que, además de cariñoso, es muy juguetón y, aunque parezca raro, entiende perfectamente los juegos y se une a jugar como uno más. Es muy divertido.
Jugar con niños: Jugar entre adultos, nos ayuda a socializar y a mantener nuestra memoria activa. Jugar con niños, nos conecta de nuevo con nuestro niño interior. Estimula nuestra creatividad. Mejora nuestra agilidad y nuestra habilidad de reaccionar rápido. Nos ayuda a perder la timidez y a representarnos en diferentes escenarios, gracias a la increíble imaginación que tienen los niños al jugar. Cuando juego con mis hijos, puedo pasar por diferentes interpretaciones. Soy cliente de peluquería y maquillaje. Soy comensal en un restaurante de plastilina. Soy boxeadora o algún tipo de monstruo, mientras mi hijo es superhéroe.
Vivimos en búsqueda de bienestar y equilibrio. Qué bueno es saber que jugando podemos llegar a nuestra meta de tranquilidad, felicidad y bienestar.