Hello, friends of @holos-lotus.
Several of us have written about the importance of being yourself and learning to love yourself for who you are. Today I'm here to talk about something related to that, something complementary: the authenticity that lies in being yourself.
For me, being authentic isn't an achievement you attain externally, but a decision you make internally. It's the conscious choice to be who I am, without sugarcoating or excuses. And I want to talk about this clearly, without beating around the bush.
The first thing I want to say is this: each of us can be original. It's not something that needs to be manufactured. We are born unique, with a combination of fingerprints, voices, and ways of thinking that are not repeated. The problem isn't a lack of originality, but the active effort we make to fit in. We force ourselves into social molds that don't belong to us and try to change to meet expectations we never asked for. We stop being ourselves to become a version approved by others. Authenticity, on the other hand, begins when we stop trying to fit in. When we accept that the mold was broken the moment we were born.
This authenticity doesn't come from a book, a guru, or a social media like. It comes from within ourselves. What allows us to be authentic comes from our heart, our soul, and our being. It's an inner voice, not the echo of others' voices. Nothing from the outside can make you authentic. It can inspire you, yes, but the spark only ignites within. If you seek your worth in external validation, you're building your identity on sand. The only solid thing is what you already carry inside.
And having that inside isn't enough if you don't act on it. For the sake of authenticity, it's your responsibility to cultivate your natural skills and talents. You are responsible for harnessing your gifts. It's useless to know you're unique if you don't do anything about it. Authenticity isn't passive; it's an action. It's about training, practicing, failing, and starting again with what comes naturally to you. It's about investing in yourself.
And speaking of failing: if you're not prepared to make mistakes, you'll never be original. The fear of failure is the biggest killer of authenticity. Making mistakes isn't the bad thing; what's bad is not trying and repeating the same unproductive and uncreative pattern for fear of looking bad. Every mistake is a line on the map of your own path. If you only walk where others have already walked, you'll never discover your own way. Authenticity requires the courage to be willing to make your own mistakes, not to live the mistakes of others.
Therefore, all of this leads to a direct conclusion: embrace who you are with pride. Not with arrogance, but with the quiet certainty that your place in the world is as valid as anyone else's. You are unique, irreplaceable, and no one is better than you. It's not about being superior, it's about being incomparable. Comparison is a trap that distracts us from our own essence.
Being authentic, in the end, is simply being yourself. It's the most revolutionary and simplest act at the same time. It's ceasing to act and beginning to exist.
Versión en español
Hola, amigos de @holos-lotus.
Varios de nosotros hemos escrito sobre la importancia de ser uno mismo y de aprender a amarnos por lo que somos. Hoy vengo a conversar sobre algo relacionado con eso, algo complementario: la autenticidad que reside en ser uno mismo.
Para mí, ser auténtica no es un logro que se consigue fuera, sino una decisión que se toma aquí dentro. Es la elección consciente de ser quien soy, sin edulcorantes ni excusas. Y quiero hablar de esto con palabras claras, sin rodeos.
Lo primero que quiero decir es esto: cada uno de nosotros puede ser original. No es algo que haya que fabricar. Nacemos siendo únicos, con una combinación de huellas dactilares, voces y formas de pensar que no se repiten. El problema no es la falta de originalidad, sino el esfuerzo activo que hacemos por encajar. Nos forzamos en moldes sociales que no nos pertenecen y tratamos de cambiar para cumplir expectativas que nunca pedimos. Dejamos de ser nosotros mismos para convertirnos en una versión aprobada por los demás. La autenticidad, en cambio, comienza cuando dejamos de intentar encajar. Cuando aceptamos que el molde se rompió en el momento en que nacimos.
Esta autenticidad no brota de un libro, de un gurú o de un like en redes sociales. Brota de nosotros mismos. Lo que permite que seamos auténticos viene de nuestro corazón, de nuestra alma y de nuestro ser. Es una voz interna, no el eco de voces ajenas. Nada que venga de fuera puede hacerte auténtico. Puede inspirarte, sí, pero la chispa solo se enciende dentro. Si buscas tu valor en la validación externa, estás construyendo tu identidad sobre arena. Lo único sólido es lo que ya llevas dentro.
Y tener eso dentro no es suficiente si no se actúa. En aras de la autenticidad, es tu responsabilidad potenciar tus habilidades y talentos naturales. Tú eres el responsable de explotar tus dones. No sirve de nada saber que eres única si no haces nada con eso. La autenticidad no es pasiva; es un verbo. Es entrenar, practicar, fallar y volver a empezar con aquello que naturalmente se te da bien. Es invertir en ti misma.
Y hablando de fallar: si no estás preparada para equivocarte, nunca serás original. El miedo al error es el mayor asesino de la autenticidad. Equivocarse no es lo malo; lo malo es no intentarlo y repetir un mismo patrón nada beneficioso ni creativo por miedo a quedar mal. Cada error es una línea en el mapa de tu propio camino. Si solo caminas por donde otros ya lo han hecho, nunca descubrirás tus propios senderos. La autenticidad requiere el coraje de estar dispuesta a cometer tus propios errores, no a vivir los de los demás.
Por eso, todo esto lleva a una conclusión directa: asume quien eres con orgullo. No con arrogancia, sino con la certeza tranquila de que tu lugar en el mundo es tan válido como cualquier otro. Eres único, irrepetible y nadie es mejor que tú. No se trata de ser superior, se trata de ser incomparable. La comparación es una trampa que nos distrae de nuestra propia esencia.
Ser auténtica, al final, es simplemente ser tú misma. Es el acto más revolucionario y simple a la vez. Es dejar de actuar y empezar a existir.
