Lo que nos contamos a diario, eso que nos va llenando nuestra cabecita de pensamientos y acciones, porque todo se genera allí inicialmente, en nuestros pensamientos. Esta semana la columnista @charjaim en su iniciativa n°21 nos habla de este interesante tema:
Iniciativa N°21 Cuéntanos lo que te cuentas
Pienso que debemos tomarnos ese instante de bombardeo mental cuando nos atrapamos en el, como un momento de reflexión profunda, más que de vocecitas externas que nos recuerdan que debemos seguir o cumplir con normas y costumbres que no comprendemos. Tampoco se trata de cuestionar todo lo que nuestros antepasados han cultivado, sino de trabajar la comprensión y la aceptación, ajustado a lo que en nuestros tiempos realmente aplica. Sin cuestionar desde la rabia o el resentimiento.
Siempre comprendiendo que los tiempos y las situaciones cambian, que hoy llevamos las riendas de una generación que quizás en 10 o 20 años también sentirá confusión por las decisiones que hoy hemos tomado pensando en su bienestar.
Cuándo de momento nos surgen esas historias que han moldeado nuestra identidad, alimentando nuestras creencias y guiando nuestro camino, es el instante perfecto para revisar si me beneficia o solo me perturba. Cada relato, ya sea propio o heredado, tiene el poder de influir en nuestra forma de ser, en cómo nos vemos a nosotros mismos y en cómo interactuamos con el mundo que nos rodea.
Mientras escribo estas líneas, las palabras de mi padre están resonando en mi mente, anclándose con fuerza en mi ser. Aquellas que siempre me decía cuándo estaba al tope con las deudas, o cuando se sentía solo en su taller y no tenía quien sostuviera una pieza para que él lograra hacer mejor su trabajo. Siempre sonaba así:
"Debiste haber nacido varón para ayudarme en el taller", eso lo repetía una y otra vez. Este mensaje se convirtió en un eco constante, desencadenando en mí una búsqueda desmedida por alcanzar su aceptación, adoptando una energía masculina desproporcionada en un intento por cumplir con sus expectativas.
Sin embargo, la vida nos sorprende con giros inesperados. El día en que tuve que cuidar a mis padres enfermos de Covid en casa. Ese día estaba a full el hospital y otros centros con personas enfermas de Covid. Papá de inmediato me pidió que por favor no los llevara allí, que ni hiciera el intento por gestionar una cama, que él haría todo lo necesario por sanar.
Entonces, experimenté una transformación interna. Mientras mi padre luchaba contra la enfermedad, sumido en el miedo a la muerte, yo encontré en mí una fortaleza que desconocía. Con cada pañito húmedo que colocaba en su frente, con cada gesto de cariño y comprensión, descubrí la calma, el amor y la delicadeza que habitaban en mi ser.
Papá tuvo fiebres muy altas y delirios, lloraba mientras yo le colcocaba los paños húmedos y le faltaba la respiración. sentía mucho dolor muscular y se quejaba. Hasta que por fin bajaba su fiebre.
Entonces me decía, gracias por tratarme con cariño, me has visto llorar tantos días seguidos hija, y te has quedado ahí diciendo que ya va a pasar que sólo es la fiebre. Eres una niña muy cariñosa. En ese instante, yo Sentía que por fin me aceptaba como niña, y esos cuentos que me eche diciendo que debía actuar con energía masculina elevada se fueron desapareciendo.
Esos días de incertidumbre, mientras ellos estaban enfermos, en los que un médico internista le dijo a papá que ya tenía los pulmones barridos por el Covid, y que ni era necesario que comprara todo el tratamiento; cada noche le agradecí a Dios por estar ahí con ellos, por cubrir a mis hijos quienes también estaban en casa, y no permitir que ese virus tan fuerte les afectara.
Deje de echarme el cuento que decían en las noticias, y empecé a hacer todos los controles necesarios dentro de casa, llena de fe y bombardeando mi mente de valentía, de nuevos planes, de amor y fe.
En medio de la adversidad, aprendí a recobrar el equilibrio y el bienestar a través de estrategias que me han sido fieles compañeras en mi camino. La primera de ellas es la meditación, un espacio sagrado donde encuentro paz y claridad mental. Aunque no dispongo de un sitio específico; tomo unos minutos en la mañana, mientras todos duermen para respirar y agradecer.
Respirar con tranquilidad, agradecer en el silencio de la madrugada, planear mi día con calma; me conecta con mi cuerpo y mi espíritu, liberando tensiones y cultivando la armonía interior. Diciéndole a mis antepasados, gracias por todo lo que hicieron con lo poco o mucho que sabían y tenían.
En cada experiencia, en cada historia vivida y compartida, encuentro la fuerza para seguir adelante, para abrazar mi autenticidad y para nutrir mis creencias con amor y compasión. Definitivamente, día a día, descubro que la aceptación de uno mismo es el mayor regalo que podemos ofrecer a nuestros hijos y al mundo.
Espero que mi experiencia sea de tu agrado y sigamos creciendo con tus letras y las mías.
Versión en Inglés
What we tell ourselves every day, what fills our heads with thoughts and actions, because everything is initially generated there, in our thoughts. This week the columnist @charjaim in her initiative n°21 tells us about this interesting topic:
https://peakd.com/hive-131951/@charjaim/esa-vida-nuestra-iniciativa-20-59789000160e5
I think we should take that moment of mental turmoil when we get caught up in it, as a moment of deep reflection, rather than little external voices that remind us that we must follow or comply with rules and customs that we do not understand. It is also not about questioning everything that our ancestors have cultivated, but rather about working on understanding and acceptance, adjusted to what really applies in our times. Without questioning out of anger or resentment.
Always understanding that times and situations change, that today we are in charge of a generation that perhaps in 10 or 20 years will also feel confusion due to the decisions we have made today thinking about their well-being.
When those stories that have shaped our identity, feeding our beliefs and guiding our path arise, it is the perfect moment to review whether it benefits me or only disturbs me. Each story, whether our own or inherited, has the power to influence the way we are, how we see ourselves, and how we interact with the world around us.
As I write these lines, my father's words are resonating in my mind, anchoring themselves strongly in my being. Those that he always told me when he was maxed out with debt, or when he felt alone in his workshop and had no one to hold a piece so that he could do his work better. It always sounded like this:
"You should have been born a boy to help me in the workshop," he repeated that over and over again. This message became a constant echo,triggering in me an excessive search to achieve his acceptance, adopting a disproportionate masculine energy in an attempt to meet his expectations.
However, life surprises us with unexpected turns. The day I had to take care of my Covid-sick parents at home. That day the hospital and other centers were full with people sick with Covid. Dad immediately asked me to please not take them there, not even try to manage a bed, that he would do everything necessary to heal.
Dad in his exercises after Covid and then at work to work on what he likes
Then, I experienced an internal transformation. While my father fought against the disease, immersed in the fear of death, I found a strength in myself that I did not know about. With each wet cloth that I placed on his forehead, with each gesture of affection and understanding, I discovered the calm, love and delicacy that lived in my being.
Dad had very high fevers and delirium, he cried while I put wet cloths on him and he was short of breath. He felt a lot of muscle pain and complained. Until his fever finally subsided. Then he told me, thank you for treating me with affection, you have seen me cry so many days in a row, daughter, and you have stayed there saying that it will pass that it is just the fever. You are a very loving girl. At that moment, I felt that I finally accepted myself as a girl, and those stories I told myself telling me that I should act with elevated masculine energy began to disappear.
Those days of uncertainty, while they were sick, in which an internist told dad that his lungs were already devastated by Covid, and that it was not even necessary for him to buy all the treatment; Every night I thanked God for being there with them, for covering my children who were also at home, and not allowing that strong virus to affect them.
I stopped telling myself the story they told in the news, and I started doing all the necessary checks at home, full of faith and bombarding my mind with courage, new plans, love and faith.
In the midst of adversity, I learned to regain balance and well-being through strategies that have been faithful companions on my path. The first of them is meditation, a sacred space where I find peace and mental clarity. Although I don't have a specific site; I take a few minutes in the morning, while everyone is sleeping, to breathe and be grateful.
Breathe calmly, be grateful in the silence of the early morning, plan my day calmly; It connects me with my body and my spirit, releasing tensions and cultivating inner harmony. Telling my ancestors, thank you for everything they did with the little or much they knew and had.
In every experience, in every story lived and shared, I find the strength to move forward, to embrace my authenticity, and to nourish my beliefs with love and compassion. Definitely, day by day, I discover that self-acceptance is the greatest gift we can offer our children and the world.
I hope that my experience is to your liking and that we continue to grow with your letters and mine.