En esos tiempos, llegue a alcanzar cierta posición de muy alta confianza dentro de la compañia, lo que me llevo a convertirme en el principal comprador y responsable de asuntos de suministro y logística para la empresa, por lo que llegue a manejar grandes cantidades de dinero directamente a través de mi cuenta bancaria personal. Eran tiempos donde se hacía más fácil pagar con un cheque que realizar una transferencia bancaria, lo cual podía tardar hasta más de una semana en hacerse efectiva.

Al tratar con grandes proveedores de bienes, productos y servicios, el tráfico de influencias se hacía muy apetecible. Pero, ese no soy yo, el que se prestara para incurrir en algún hecho que tergiverse las debidas transacciones, con la idea de ganar algún favor o dinero extra. Me tocó trabajar con personas que tuvieron la responsabilidad de ser parte de algunas transacciones comerciales relacionadas con sus áreas de trabajo y, era realmente patético verlos esforzarse en lograr algún tipo de prebenda personal en estas operaciones.

Aunque tampoco soy ese que los juzgaría por actuar de la forma en que lo hacían, siempre me ocupe de mantenerme al margen de los acuerdos que estas personas querían alcanzar, buscando siempre la manera de hacerse de algo para ellos, en detrimento de la correcta y simple transacción comercial que corresponde en casos como este. El ejemplo más notorio era cuando, por cuestiones de trabajo, tocaba hospedarse fuera de la capital. Si dependiera de esas personas, podríamos dormir bajo un puente y comer cualquier cosa barata en la calle, con tal de gastar lo menos posible, pero eso sí, facturando como si ocupaste la suite mejor equipada y comiste bacalao y caviar.

El no ser ese que era capaz de pedir la "factura en blanco", me ganó muchas simpatías con los proveedores, quienes siempre estuvieron atentos en ofrecerme ciertos beneficios personales, todos fuera de cualquier transacción comercial que involucrara a la empresa. Fue así, que podía realizar los servicios de mantenimiento de mi vehículo o algunas reparaciones mecánicas, sin pagar prácticamente nada. También pude conseguir pólizas de seguros y servicios de gruas casi que gratis. En un par de ocasiones, me regalaron la estadía con todo incluido en hoteles de cinco estrellas en la Isla de Margarita, para lo cual solo debía cubrir el costo del viaje y de quienes me acompañaran hasta la isla, las cuales se convirtieron en vacaciones de ensueño para mi familia. En épocas decembrinas, los presentes de los proveedores para el personal de la empresa que se involucraban con ellos, casi siempre tenían un detalle especial y distinto para mi persona.