Hi, girls.
The other day I was talking to my husband, and he was telling me some interesting facts about Japan and the samurai. He was excited about a Netflix series called Last Samurai Standing. The series itself is the least important thing. What caught my attention was the Japanese proverb: “May they find your body with arrows in the chest, never in the back.” That got me thinking.
That phrase is harsh, but it contains a practical truth: you always have to face the situation head-on. This is a lesson for living.
First, this applies to our mistakes. Even when we are wrong, we have to face the consequences of our actions.
It's uncomfortable, it might embarrass us, sometimes it hurts. But running away, denying it, or blaming someone else only makes things worse.
Our actions have consequences. Facing them head-on is the only way to repair the damage and truly learn the lesson. If you avoid them, the mistake will be repeated.
Second, we can't run away from our responsibilities. This is key in everyday life. If you can't do something, it's better to say "I can't" from the beginning, honestly.
Saying yes to save face and then disappearing or failing to follow through is turning your back on the situation. It destroys the trust others have in you.
Facing responsibility, even when clearly declining it, is like facing it head-on.
Third, we also cannot run away from challenges. Big problems, difficult changes, projects that scare us.
These are what make us grow. Turning our backs on them is choosing to remain stagnant. Facing them, even if trembling, is the only way to move forward.
Growth does not come from comfort.
Those who choose to run away lose two fundamental things: self-confidence and respect. You lose your self-esteem because you know you backed down.
And you lose the respect of others, because people notice who takes responsibility and who disappears when things get tough.
That's why facing the situation head-on, even when you know you might fall, demonstrates and requires courage. Pure and simple courage.
It's not being reckless, it's being aware. It's seeing the problem, accepting that it's there, and deciding to move towards it instead of turning and running. This is where the true strength of a human being lies. Not in not being afraid, but in acting despite it, with the arrows piercing the chest, not the back.
That is the only position from which one can fight, and from which, at least, one falls with dignity.
Versión en español
Hola, chicas.
El otro día hablaba con mi esposo y me contaba datos de interés sobre Japón y los samurais. Estaba emocionado por una serie de Netflix llamada Último samurai en pie.
Lo de la serie es lo de menos. Lo que me llamó la atención fue la máxima japonesa que dicta: “Que encuentren tu cadáver con flechas en el pecho, nunca en la espalda”. Eso me dejó pensando.
Esa frase es dura, pero encierra una verdad práctica: siempre hay que darle el pecho a la situación. Esta es una instrucción para vivir.
Primero, esto aplica a nuestros errores. Incluso cuando nos equivocamos, tenemos que afrontar las consecuencias de nuestras acciones.
Es incómodo, puede que nos dé vergüenza, a veces duele. Pero huir, negarlo o echarle la culpa a otro, solo empeora las cosas.
Nuestras acciones tienen consecuencias. Mirarlas de frente es lo único que nos permite reparar el daño y aprender la lección de verdad. Si las esquivas, el error se repite.
Segundo, no podemos huir de nuestras responsabilidades. Esto es clave en el día a día. Si no puedes hacer algo, es mejor decir "no puedo" desde el principio, con honestidad.
Decir que sí para quedar bien y luego desaparecer o incumplir, es darle la espalda a la situación. Destruye la confianza que los demás tienen en ti.
Afrontar la responsabilidad, incluso declinándola con claridad, es darle el pecho.
Tercero, tampoco podemos huir de los desafíos. Los problemas grandes, los cambios difíciles, los proyectos que nos asustan.
Estos son los que nos hacen crecer. Darles la espalda es elegir quedarte estancada. Enfrentarlos, aunque temblando, es la única manera de avanzar.
El crecimiento no viene de la comodidad.
Quien elige huir, pierde dos cosas fundamentales: la confianza en sí mismo y el respeto. Pierdes tu propia estima porque sabes que te rajaste.
Y pierdes el respeto de los demás, porque la gente nota quién se hace cargo y quién desaparece cuando las cosas se ponen feas.
Por eso, darle el pecho a la situación, incluso cuando sabes que puedes caer, demuestra y necesita valor. Coraje puro y simple.
No es ser temeraria, es ser consciente. Es ver el problema, aceptar que está ahí, y decidir avanzar hacia él en lugar de girar y correr. Aquí es donde radica la fuerza real del ser humano. No en no tener miedo, sino en actuar a pesar de él, con las flechas clavándose en el pecho, no en la espalda.
Esa es la única posición desde la que se puede luchar, y desde la que, al menos, se cae con dignidad.